Eres un hombre muy especial, te amo por quien eres y por ser alguien en quien quisiste convertirte. Eres el padre que todos desearían tener. El padre que aveces me gustaría no tener.
Eres un hombre alegre, determinado, optimista; bromista y totalmente sabio. Pero la vida te moldeo de una forma violenta. Te golpeó como aquella masa difícil de amasar. Te rompió como aquella piedra frágil encontrada en la orilla de un río. Te gritó cual padre odia a su hijo.
Supiste que la vida no era buena y las Vivencias no serían lindas, pero no por ser lindas, no quería decir que no tendría sus momentos euforicos. Aunque el sabor fuera amargo, hacías lo posible para verle lo dulce.
La vida era un limón, y aprovechaste para hacer una rica limonada. No solo para tí, sino para compartir a aquellos desafortunados.
Eres un buen padre, pero aveces lo olvidó. Sonríes con intensidad, pero tus gritos suenan igual, tus palabras golpean el corazón, pero tu mano asienta en mi espalda con la misma fuerza. Eres un buen padre, Eres un buen hombre, pero no eres bueno al superar.
No solo veo a aquel hombre y padre que trata de ser aquel que su padre nunca fue, veo a un niño roto... A un niño roto y llorón al que solo deseo abrazar y decirle que todo estará bien. Tus errores violentos te volvieron el hombre sabio de ahora. Tu control es quien te hace humano.
¿Pero, hasta cuando durará? ¿Serás el hombre del quien me enorgullezca de llamar padre en un futuro? ¿O serás aquel hombre al que desconozca por más que la sangre nos una?