Pandemia. Bienvenidos Al Nuevo Orden Mundial.

Benvinguts a l'infern


Capitulo 4

BENVINGUTS A L'INFERN

“No hay revolución sin contrarrevolución “
Alberto Lleras Camargo (1906-1990)
(Politico y diplomático colombiano)


  Joan no tardó en percatarse que la situación se había salido de madre.
  No hacía falta ser un genio para darse cuenta.
  Las órdenes recibidas indicaban responder a los insurgentes con la mayor de las contundencias. Incluso dejaban entrever la posibilidad de tener que abrir fuego real contra ellos.
  Desde que fuera miembro del grupo de antidisturbios de los Mossos en Barcelona, nunca tuvo problemas con la contundencia en los casos necesarios. En la forma de afrontar esas situaciones, intentaba ser justo en el reparto de palos, intentando dar más a quien más parecía necesitarlos. 
  Pero lo  de abrir fuego real era nuevo.
  Hasta ese momento nunca hubo de usar su pistola a la hora de apaciguar las iras de los alborotadores a los que se había enfrentado en los últimos tres años. A diferencia de los dos primeros en el Cuerpo de los Mossos , en los que tuvo que patrullar la calles de Barcelona, y los que  en más de una ocasión hubo de desenfundar el arma.
  Eso ya le daba una idea de lo que les esperaba en  La Diagonal. 
  Según Pére,  aquello solo sería el principio.
  Joan suponía que la experiencia de su primo en el cuerpo antiterrorista de la policia catalana daba un extra de credibilidad a sus palabras.

  El silencio reinaba en el interior del furgón.
  Joan y sus compañeros tuvieron guardia esa noche, en previsión de lo que pudiera pasar.
   Tras haber sido despertados de madrugada y pasar el riguroso control médico, como cada mañana durante la última semana, fueron movilizados de un modo inusualmente precipitado.
  De ahi el silencio. El  cansancio apretaba. 
  Las caras de sus compañeros reflejaban preocupaciones y miedos parecidos a los suyos, quizás un poco aumentados por la brusquedad y las prisas que mostraba el conductor del furgón en el que iban, y que le hizo plantearse un par de veces la posibilidad de no conseguir llegar hasta el follon hacia el que marchaban. 
  La  situación era algo más que delicada. En virtud de las maneras al volante de su compañero.
  El agudo sonido de la sirena, que anunciaba a los cuatro vientos la presencia del furgón policial, se le había metido en el cerebro, golpeando con cada escala de agudos su adolorida cabeza.
  Barcelona olía a fuego, y más a medida que se acercaban a la Diagonal. No estarían a más de cinco minutos, y el olor a goma y plásticos quemados ya comenzaba a inundar el interior del furgón policial.
  -Parece que se ha montado una buena...eh? - Joan lanzó la pregunta al aire, con la intención de ser respondido por su  sargento, y  obtener algún tipo de información extra que arrojara un poco de luz a la situación. 
  -No lo sabes bien. Os vais a divertir- El sargento respondió con un marcado tinte de sarcasmo- Poneros guapos que hoy trabajaréis mano a mano con el ejército español.
  -El ejercitó? 
  El sargento asintió,  arqueando las cejas, cerrando los ojos y apretando ligeramente los labios. Dibujando en su rostro la expresión que el gustaba para parecer solemne
  -Han pedido al Gobierno el despliegue de un grupo de 150 soldados para apoyarnos.
  -¿150 ? ¿Tantos? No basta con la policia de Barcelona... o la de otra parte?- El antidisturbios que iba junto a Joan tomó el relevo para formular preguntas.
  El sargento calló un instante.  Encogiendose de hombros. 
  -La situación en Barcelona  parece difícil de controlar. Nosotros vamos a la Diagonal. Pero al parecer hay varios focos peores que ese. Ahí están los demás. Todos  los cuerpos de policía están en las calles ahora mismo. Y el ejército con ellos.
  -Copon! -Joan se dio por respondido...
  -Esto ha reventado Joan... si no lo has pensado aún, te lo digo yo ya. A partir de hoy, todo cambiara.-El sargento cortó en seco su respuesta, pareciendo no querer hablar de más.
 -¿Todo cambiará?  ¿Qué significa eso? -Joan pronunció sus palabras arrastrándolas, como intentando asimilar la información que llegaba a su cerebro, intentando  acomodarla a la nueva dimensión que parecía tomar el asunto,  a la vez que buscaba respuesta a su pregunta.
  -Si amigo, si. - El Sargento  bajó la cabeza, aparentemente avergonzado. Intentando con ello eludir una respuesta-  No se mucho más.  Solo es una opinión personal. Los de arriba no dijeron más.

   “Miente”pensó Joan. Fijándose en un pequeño vendaje que su superior llevaba en el antebrazo. Este, notando hacia donde dirigía Joan la mirada, cubrió con su mano izquierda la venda. Ocultando a la vista aquello.
  -Un accidente en el garaje. -Acertó a decir como excusa. No convenciendo al catalán. No entendiendo este porque mentiría sobre una simple herida.

  Las caras de los demás compañeros eran un poema. Como si un bidón de agua helada les acabará de caer encima.
  Los de arriba no dijeron más. Eso indicaba que los de arriba   esperaban todo aquello.  Que quizás sabían contra quien habrían de luchar. 
  Quizás por eso les acompañaba el ejercito. Por que algo  más que turbas violentas sería lo que encontrarán.
   Recordaba como su primo Pére  daba por hecho la existencia de algún  asunto turbio que se les escapaba. 
  Burlón al principio, Joan mostraba ya menos escepticismo.
   Inmerso cómo iba en sus pensamientos, un brusco frenazo del loco que iba al volante le hizo tomar conciencia de nuevo de la situación. Eso y el fuerte golpe que sacudió al instante el furgón policial que hasta allí les llevó..
  -¡Afuera! Afuera! ¡ Rápido, cócteles molotov!- El antidisturbios que iba de copiloto gritaba como loco.
  Joan, tomando el escudo transparente de policarbonato y ajustándose su equipo saltó al asfalto para apuntarse a la fiesta. 
  Y que fiesta.
  A lo lejos las sirenas de más furgones policiales  anunciaban su inminente llegada.
  El furgón que hasta allí les había llevado  estaba siendo brutalmente atacado con cócteles molotov. Las llamas pronto lo devorarían.     
  Inferiores en numero, decidieron replegarse unos minutos hasta recibir el apoyo de sus compañeros. Habiendo de buscar la protección de varios contenedores metalicos de basura. El penetrante y nauseabundo olor a pescado podrido golpeó el olfato de Joan de súbito, haciéndole olvidar por un instante el olor del plástico y la goma ardiendo a tan solo unos metros.
  Se enfrentaban a un grupo numeroso y organizado. Y aquella revuelta había sido planificada. Esa fue la primera conclusión de Joan al examinar el escenario.  Con la segunda, entendió las órdenes que invitaban a la contundencia en su respuesta.
   Miró uno  de los escaparates a su izquierda . Aquella tienda había tenido tiempos mejores. El interior era un caos de escombros y mercancías mezcladas, donde el fuego amenazaba con devorarlo todo. 
  En la fachada,  un grafitti en rojo y negro. A modo de presentación. De invitación a la fiesta. Un grafitti a modo de firma del grupo que tenían delante. Un grafitti  a modo de declaración de intenciones.
  Sobre el granito pulido que enmarcaba el local, un nombre indicaba a quienes se enfrentaban.  "Catalunya Resisteix".  Decía. Coronado con una calavera sonriente en llamas. Debajo, una  frase en catalán les daba la bienvenida a el y a los suyos:



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En el texto hay: crimen, mafia, conspiracion

Editado: 13.11.2021

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