Pandora

Capítulo 21: Entrenamiento

Si la memoria no me falla el gimnasio está en la sexta planta, o eso dijo Liz con esa voz de arpía que tiene. Es tan temprano que apenas hay gente por la base. Nos lleva un rato encontrar la entrada, principalmente porque no había estado nunca y no sabía llegar, que hubiera dado igual, porque seguro que me perdía.

  • Ya hemos llegado – Digo con orgullo.
  • No está mal después de haber dado mil vueltas – Nimiedades – ¿Sueles perderte a menudo? Es curiosidad.
  • Yo no me pierdo, investigo – Kei se baja las gafas y arquea una ceja – Póntelas antes de que te vea alguien – Le coloco las gafas y entramos.

 

El gimnasio no está mal, nada mal. Tiene equipos para todo, una sala de tiro, y una especie de tatami para lucha cuerpo a cuerpo, en resumen todo lo necesario para prepararse. Tienen máquinas para reforzar dorsales, abdominales, gemelos, tríceps, cuádriceps y todos los músculos que existan, porque con tanto cacharro ya me dirás, hay algunos que no sé ni para qué son. No veo a nadie conocido, aunque siendo realistas conozco a poca gente en este lugar.

 

  • Bien, tú dirás – Espero que empecemos con algo divertido, tipo cuerpo a cuerpo – ¿Por dónde empezamos?
  • Mmm – Kei le echa un vistazo rápido a todo – Veamos tu estilo de lucha.
  • De acuerdo – Sí, ahora te vas a cagar – Las damas primero – Digo señalando el tatami.
  • Resulta que puedes llegar a ser graciosa – Hace una pose muy femenina, que me saca una carcajada – Me gusta – Entra al tatami y empieza a estirar – Pero ahora a lo que vamos.
  • Cuando quieras – Digo crujiendo mis nudillos – Estoy lista.
  • ¿No vas a calentar? – Me dedica una mirada insegura.
  • No me hace falta, como he dicho – Digo convencida – Estoy lista.
  • Como quieras – ¿Me está infravalorando? – Comencemos pues.

 

Kei me indica que le pegue y yo no puedo estar más satisfecha. Bien, si le hago daño que conste que fue él que me pidió que le diera. Tengo tanta rabia acumulada que esto va a ser como una especie de terapia, sólo espero que no termine llorando.

 

Una de mis virtudes más notables, que son muchas, es lo segura que estoy de mi misma. Soy muy consciente de que la diferencia entre poder y no poder, es la confianza. Si eso me convierte en una persona egocéntrica por mí estupendo. Estoy decidida a mostrarle todo mi potencial, me pregunto si será capaz de seguirme el ritmo.

 

  • Intentaré no romperte ningún hueso – Kei sonríe ante mí amenaza – Pero no prometo nada.

 

Cierro los ojos, cojo aire y dejo que todo fluya. Derecha, izquierda, patada baja. Me sorprende que sea capaz de parar mis golpes a la velocidad a la que voy. Aumento el ritmo pero él no parece inmutarse, lo cual me molesta. Golpeo con más fuerza, pero nada, sigue esquivándolos. Maldita sea, ¿por qué no contraataca? ¿Me subestima? Odio que la gente me subestime.

  • ¿No piensas darme? – Digo cabreada – ¿Es porque soy mujer o porque soy bajita? – No importa cuál sea la razón, no me sirve de nada que sea considerado si pretende entrenarme.

 

  • No es nada de eso – Dice a la defensiva.

 

Cada vez estoy más enfadada, y por tanto cambio mi manera de pelear, ahora tengo ganas de romperle el cuello. Toda mi ira se ve reflejada en cada movimiento, feroz pero eficaz, cada vez le cuesta más. Aprovecho una pequeña brecha en su defensa y me escurro bajo sus brazos, gracias a mi “baja” estatura, y ejerzo un gancho a su barbilla. Freno antes de golpearle por si se le caen las gafas, me conformo con demostrar que estoy a la altura de una mata-demonios. Esbozo una sonrisa orgullosa y dejo claro quién manda.

 

  • Impresionante – Dice sorprendido – Creo que no soy el único que lo piensa – Señala con la cabeza a los boquiabiertos espectadores que hay alrededor del tatami.

 

No me había percatado de su presencia y ahora al ver sus caras no puedo evitar sentirme más satisfecha. No solo le he dejado claro a Kei que soy buena, sino que también al resto de personas.

 

 

  • Eres bastante buena – Gracias – Pero eres demasiado confiada.

 

Estoy tan perdida en mi mundo de luz y color que no veo venir el contraataque de Kei. Hace una llave extraña que me deja en el suelo, bocabajo, y con el brazo a la espalda, en la posición idónea para partirlo.

 

  • Lección número uno – Dice con un tono de superioridad – Nunca bajes la guardia frente a un enemigo – Tira del brazo, lo que me produce dolor – Nunca.




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