Pandora

Capítulo 29: Uno más

Qué desperdicio de mañana. Me acerco a Kei y me preparo para el mareo. Cierro los ojos y todo comienza a dar vuelta. Lo bueno es que no he comido nada, así que como no devuelva mi estómago, no sé qué voy a echar. Mi habitación empieza a materializarse a mi alrededor, o más bien al revés. Hero, Kei, Airam, todos estamos de vuelta así que perfecto… Un momento, ¿Airam?

 

  • ¿Qué hace él aquí? – No, no, no. Me niego.
  • ¿Tú que crees? – Que estás loco, eso creo – No iba a dejarlo solo y abandonado.
  • Que se vaya con los suyos – No pienso dejar entrar otro demonio en la base – Es un demonio Kei, no puede estar aquí.
  • Yo también lo soy – Sí y tampoco deberías de estar aquí, pero bueno – Además, Airam es como yo, no tiene nada contra los humanos y es rechazado por los otros demonios – Supongo que por su peculiar gusto – Además le has caído genial – No puedo decir lo mismo.
  • Claro y dime… ¿Qué va a hacer? ¿Lo mismo que tú? ¿Llevar gafas de sol y hacer el moñas mientras interfiere en mi vida? – Me estoy alterando.
  • Si y no – Airam está callado inspeccionando la habitación – A él no le hacen falta gafas de sol, además, me siento muy solo aquí con tanto humano – Pues vete, nadie te lo impide.
  • Kei – No puedo esconder mi desagrado – Mira, a ti te dejo quedarte porque eres tú – Mentira – Pero él tiene que irse, no voy a arriesgarme más.
  • Pero no te supondrá ningún problema, si alguien puede pasar desapercibido es él – Qué insistente – Después de todo es su habilidad – No vas a convencerme… – Airam muéstraselo.
  • Mira, no hace falta – Mi paciencia se acaba – De verdad que no… – Sin comerlo ni beberlo, Airam se convierte en una mujer de pelo violeta, luego en un perro y finalmente regresa a su forma original – Pero ¿qué?
  • Te lo estoy diciendo, Airam es un cambiaformas – Yo sigo flipando – Y si te fijas en sus ojos no están amarillos – Tiene razón, son de un verde brillante.
  • ¿Cómo…? – Todavía no me lo creo – ¿Cómo…? – Una habilidad como esa podría suponer una gran ventaja para ellos – Sólo la tiene él, ¿verdad? – Podrían mimetizarse entre nosotros sin que nos percatemos, la idea me asusta.
  • Sí, cada demonio tiene una habilidad única, por suerte para los humanos – Airam se sonroja – Pero como es un pervertido masoquista nadie lo quiere – Si tú eres su amigo, no quiero saber cómo lo tratan el resto.
  • Ah… – Reconozco que es una habilidad interesante – Pero no me cambies de tema, se va y punto.
  • Eren tan cruel – Dice Airam – Me encanta – Uggh.
  • Lo que tú digas – Sigo sin poder mirarle a la cara, me da cosa.
  • Te prometo que ni te enterarás de que estamos – Si las miradas matasen… – No me mires así, sabes que vas a ceder – Esa sonrisa de nuevo no, es tan arrogante.
  • Me piro antes de que me dé un ataque de histeria – Estoy al límite.
  • No te alteres, ¿qué podría salir mal? – ¿¡Todo!? Les dedico una mirada de odio antes de salir dando un portazo.

Esto es surrealista; no uno sino dos demonios en mi habitación como si nada, y encima en una base del enemigo dedicada a su exterminio. Estoy en estado de ebullición, lo raro es que no me haya dado un infarto de verdad, me manipulan como quieren porque saben que pueden y me molesta mucho. Me dirijo a la enfermería para hacerme un chequeo, no quiero más sustos. No tengo recuerdos especialmente buenos de ese lugar pero no puedo arriesgarme a que sea algo grave y vaya a peor ahora que estoy tan cerca de matar a Rayslim. Me las apaño para llegar milagrosamente, y me recibe el enfermero estúpido de la última vez, que suerte.

  • Hola – Digo con cierto recelo.
  • ¿Qué quieres? – Sí, es imbécil.
  • Dos Mcmenús – Decido dejar salir mi encanto dada su actitud – ¿Pues qué voy a querer? Hablar con un médico – Me está mirando muy mal, con razón.
  • ¿Y cuál es el motivo de tu consulta? – A ti te lo voy a decir.
  • No te ofendas… – No sé quién es más borde – Pero eso no es de tu incumbencia.
  • Bueno, pues como no es de mi incumbencia, puedes irte – No me jodas.
  • No, voy a ver a un médico – Me pongo gallita, llevo un día como para que me vacilen.
  • No puedo avisar a uno si no se trata de una urgencia – Espera que aún le parto la cara de amargado que tiene – Y al parecer lo tuyo no lo es.
  • Una pregunta – No me gusta tirar del enchufe, pero bueno – ¿Tú sabes quién es el general Kai? – Es esto o abrirle la cabeza como una sandía.
  • Claro que sé quién es – Me lo imaginaba – Todos aquí saben quién es.
  • Bueno, pues entonces sabrás que no te conviene cabrearlo ¿no? – Intento desprender aires de grandeza, pero no es lo mío – Te lo digo como íntima amiga de él que soy – Me está quedando un tanto forzado.
  • Íntima amiga – Repite – ¿Tú? – No parece convencido – Por lo que tengo entendido no os podéis ni ver así que no me hagas reír – Sabía que esto iba a pasar, ¿quién va a creerse que ahora somos pareja? 
  • Hablo en serio – Él arquea una ceja.
  • Mira, no me hagas perder más el tiempo – Se dispone a marcharse.
  • Espera – Lo detengo antes de que desaparezca tras la cortina – Está bien, tú ganas – Más o menos -




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