Pánico

Capítulo III

Los ojos me pesan, por más que intente abrirlos no puedo, me duele todo el cuerpo, siento un pinchazo en mi cabeza, me duele mucho, como si me hubiera dado un golpe.

Intento abrir los ojos de nuevo, los voy abriendo poco a poco pero los cierro de nuevo ya que la luz me encandila, los vuelvo a abrir poco a poco y cuando logro abrirlos reconozco donde estoy.

Estoy en el hospital.

Lo último que recuerdo es que estaba en el estacionamiento y…

La puerta se abre sacándome de mis pensamientos, dirijo mi vista hacia la puerta y veo a mi madre.

—Que bueno que despertaste mi niña, nos tenías preocupados, iré a llamar a la enfermera – no me dejó hablar porque en un pestañeo ya había salido de la habitación.

No pasa mucho para que la puerta se vuelva a abrir solo que mi mamá no entra solamente con la enfermera, a su lado viene mi psicóloga.

Verla me hace recordar cada una de las consultas, de los ataques de pánico, todo lo que llore y todas las pesadillas que venían luego, pensé que no la vería de nuevo ya que hace mucho no tenia un ataque de pánico.

—Hola Marian, ¿como te sientes? – me pregunta la Dra. Méndez.

—Hola, me duele todo el cuerpo, pero lo que más me duele es la cabeza. —la enfermera se acerca y me da una pastilla, un calmante.

Luego de revisarme, se va, no sin antes avisar que luego pasaría el doctor que me atendió.

—El dolor de cabeza seguro es debido al golpe que te diste. —dice la Dra.

—¿Golpe? – pregunto y veo como saca una libreta.

—¿No recuerdas nada? – pregunta.

—No – respondo y veo como empieza a anotar cosas en su libreta.

—Nos puedes dejar solas – le pregunta a mi mamá, ella solo asiente y sale – ¿te ha pasado antes? —la miro si entender – un ataque de pánico así.

—No, no me ha pasado antes, hace mucho no tenia un ataque de pánico.

—¿Has estado estresada estos días?

—Si.

—¿Qué te tiene estresada? – pregunta y no se que decir, ella me conoce y sabe cuando miento, entonces tengo que decirle una verdad a medias.

—La universidad, como estamos terminando semestre los trabajos son muchos mas. – le respondo, una mentira a medias. No quiero que se entere que las pesadillas volvieron.

—¿Has tenido pesadillas de nuevo? ¿Has vuelto a pensar en lo que viste en el callejón?

—No he tenido más pesadillas y no he vuelto a pensar en lo que vi —y el premio para la mentirosa del años es para… MI

—Bueno no creo que tengas que volver a las terapias – respiro aliviada porque eso es lo que menos quiero en la vida – pero si vuelves a tener un ataque de pánico como este tendrás que verme una vez a la semana.

—Esta bien, muchas gracias.

—Recuerda que esa sombra no existe y que nadie te está persiguiendo. Cuídate.

Sale de la habitación y entra mi madre acompañada de alguien que lo esperaba ver aquí.

—Hola Mari ¿cómo sigues? – pregunta Caleb y no termino de entender que hace aquí el chico que tiene la mejor reputación en toda la universidad gracias a las fiestas que da —Te preguntaras que hago aquí— ¿será que lee la mente? – Yo fui el que te encontró en el estacionamiento, había quedado con un amigo pero se me hizo tarde y cuando llegué estabas ahí y por más que intente llegar antes para evitar que te golpearas cuando llegue a ti ya estabas en el piso, te cargue, te subí a mi auto y te traje a emergencias, de camino llame a Gabriel y ellos llamaron a tus padres.

—Todo parece una novela. – murmuró solo para mí pero parece que hablé un poco más alto de los que quería ya que Caleb y mi madre escucharon.

—Pues sí – dijo Caleb.

Luego de escuchar a mi mamá agradecerle a Caleb más de 15 veces salieron de la habitación, mi mamá antes de irse me dijo que los chicos estaban preocupados pero que solo permiten entrar dos personas así que le dije que necesitaba estar sola un momentos pero que en 15 minutos le dijera a Vero y a Gabo que entraran.

Mis pensamientos se van a esa noche, veo a la nada pensando en esos ojos grises que me atormentan. Aún recuerdo la primera pesadilla, luego de eso vinieron los ataques de pánico y luego la paranoia, cuando le conté a mis padres lo que pasó ellos me recomendaron ir al psicólogo, la Dra. Méndez me ha ayudado mucho, pero igual me sigo sintiendo mal. Mis amigos no saben la razón de mis ataques de pánico, si saben que una época fue al psicólogo muy seguido, ellos me apoyaron sin hacer preguntas, se que esperan que les cuente y cuando pueda les contaré.

Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos, me paso la mano por la cara y tengo las mejillas húmedas.

¿Cuándo empecé a llorar?

Tomo una respiración y me limpio las mejillas.

—Adelante — mis mejores amigos entran.

—¿Cómo te sientes? – preguntaron ambos al mismo tiempo.

—Bien, me quiero ir a casa, los hospitales no me gustan.

—Según lo que escuche, luego de que estén los resultados de los análisis que te hicieron te darán el alta. – dijo Gabriel.

—¿Cómo te sientes? – me pregunto Vero

—Me duele un poco la cabeza pero ya el calmante esta haciendo su efecto, chicos perdón por preocuparlos.

—No pidas perdón mari, siempre estaremos para ti. – dijo Vero

—Mari, hace mucho no tenias un ataque así ¿Qué paso para que tuvieras un ataque de pánico?

—Bueno… — los siguientes minutos les conté todo lo que paso hoy.

—¿Esteban el que te dejo en el estacionamiento es tu nuevo vecino? – asentí – ¡ES QUE LO MATO!– dijo Vero

—Vero calmarte, él no es culpable de lo que paso.

—Claro que si, si no se hubiera ido no te hubiera pasado nada – dice molesta — y yo que pensé que era bueno por lo que me contaste, pero no me dijiste que era un imbécil.

En parte tiene razón, el Esteban que conocí ayer era diferente, tengo que preguntarle si tiene un gemelo y el de ayer fue el gemelo bueno y el de hoy el malvado.



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En el texto hay: amor-odio, romance , vecinos...

Editado: 09.03.2023

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