Pánico

Capítulo VIII

Me miró en el espejo que está detrás de la puerta del baño y me gusta lo que veo, voy sencilla, para el paseo decidí ponerme un jean, con una camisa rosa sencilla y unos zapatos deportivos, no me maquillo, me aplico perfume y salgo de la habitación para bajar al lobby ya que Esteban me mandó un mensaje diciendo que me estaba esperando.

 

—Hola - me saluda apenas me paro a su lado – estás preciosa.

 

—Hola, muchas gracias… tú tampoco estás nada mal – no miento, me sorprende no verlo vertido de negro, ya que siempre viste con ese color pero esta vez tiene un jean azul claro, una camisa Nike en conjunto con unos zapatos Nike Air Max.

 

—¿Nos vamos?

 

—Si, ¿A dónde iremos?

 

—A 5 cuadras hay una plaza donde hay una heladería, que según me la recepcionista del hotel venden los mejores helados de la ciudad.

 

—Bueno, vamos a probar los mejores helados de la ciudad.

 

—¿No tienes hermano? – pregunta Esteban cuando ya estamos caminando hacia la plaza.

 

—De sangre no, pero me crie con Gabriel y él es como mi hermano, luego está Verónica que es mi mejor amiga y es como mi hermana.

 

—Ah okey, me pasa lo mismo con Aiden y Mónica, ellos son mis únicos amigos y son mis hermanos

 

—¿No tienes más amigos?

 

—Que considere amigos, no, mi únicos amigos son ellos dos y los demás son solamente conocidos.

 

—Ah ok – no se que mas decir, giro la cabeza para verlo, nuestras miradas se cruzan, su mirada se ve triste, le regaló una sonrisa. —¿Por qué se mudaron? Digo, si puedo saber, sino no importa.

 

—Nos mudamos porque a mis padres les salió una buena oferta de trabajo, es la misma empresa prácticamente los cambiaron de sucursal.

 

—Eso es  bueno ¿No?

 

—Si, ellos querían ese puesto.

 

—Ah, entonces si es bueno.

 

Él se ríe, yo también pero paro de reír en el momento que siento una mirada en mi espalda.

 

Veo por encima de mi hombro y veo una sombra detrás de un árbol.

 

No, otra vez no, ahorita no.

 

—Marian, ¿Estas bien? Estas pálida.

 

—S-si es-estoy bien – respondo nerviosa.

 

—Marian, no estás bien, ¿que pasó? ¿Qué viste que te puso así?

 

—Es que creo que nos están siguiendo y me puse nerviosa.

 

Ve por encima de mi hombro.

 

—No hay nadie ahí, ¿Volvemos al hotel o seguimos?

 

—Sigamos. – no quiero volver al hotel, encerrarme en una habitación sola no me ayudará, mi mente no dejará de imaginarse millones de escenarios y eso no es bueno.

 

—¿Segura?

 

—Si, segura.

 

Avanzamos y al llegar a la plaza me impresiona la cantidad de personas que hay.

 

—Hay muchas personas.

 

—Si, hoy hay una feria, la recepcionista me dijo pero no imaginé que hubiera un montón de personas.

 

—Es muy bonito. – hay muchas personas, la mayoría son familias que están con sus hijos o mascotas, hay varios puestos pero hay uno que está full.

 

—El puesto que me dijo la recepcionista está full. – dice Esteban como si leyera mi mente.

 

—Vayamos a hacer la fila antes que lleguen más personas.

 

—Vamos.

 

Caminamos hasta donde esta el puesto y nos ponemos detrás de la última persona.

 

—Ojala alcancemos a probarlos, porque si hay tantas personas haciendo fila es porque son muy buenos.

 

—Si vamos a alcanzar.

 

• ─────── ✾ ─────── •

 

—La recepcionista tenía razón, este helado es el mejor. – le digo a Esteban luego de probar el helado.

 

Estamos en una banca sentados, si logramos comprar helado, yo elegí chocolate con almendras, crema granizada y fresa. Él eligió dulce de leche granizado, coco con dulce de leche y galleta maria. Los helados los sirven en una cesta y te dan la opción de elegir tres sabores.

 

Una anciana se acerca y se sienta a mi lado.

 

—Marian, ¿al llegar a la ciudad me podrías pasar los apuntes de la primera semana?

 

Debería decirle que no, pero yo no soy mala persona.

 

—Si claro, pero ¿Por qué no fuiste la primera semana?

 

—Porque ayude a mis padres con las cosas de la mudanza.

 

Dice pero no sé porque siento que hay otra razón aparte de esa.

 

Nos terminamos de comer el helado hablando sobre la universidad.

 

Ya nos vamos para el hotel pero cuando me iba a levantar la anciana me toma del ante brazo, la veo sin entender.

 

—¿Necesita ayuda? – le pregunto ya que desde que se sentó no ha venido nadie.

 

—No cariño, no, solo te quiero decir algo. – me dice – ten cuidado con una persona que esta a tu alrededor, es un lobo disfrazado de oveja. – la miro sin entender, cuando le voy a hablar me dice otra cosa – cuando el amor llegué déjalo entrar, el te ayudará a sanar.

 

Justo cuando le iba a responder se acerca un joven.

 

—Abuela ya nos vamos.

 

—Esta bien mi niño. – su nieto la ayuda a levantarse – recuerda lo que te dije. Chao – dice antes de irse.

 

Esteban se acerca, el se había alejado cuando la señora me detuvo.

 

—¿Nos vamos? – asiento y él no pregunta nada más.

 

Salimos de la plaza y nos vamos al hotel.

 

 

 



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En el texto hay: amor-odio, romance , vecinos...

Editado: 09.03.2023

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