Pánico

Capítulo IX

Estiro mi cuerpo, estoy cansada, los vuelos siempre me cansan así sean cortos.

 

Acabamos de llegar a la ciudad, estamos en el aeropuerto esperando nuestras maletas, Esteban desde ayer no se separa de mi, es como si me protegiera, esta vez no dormí todo el vuelo, hable mucho con él, conociéndolo.

 

—¿Te vienen a buscar? – pregunta una vez estamos afuera.

 

—No, tengo que tomar un taxi. – mis padres hoy tienen una reunión muy importante en el trabajo y no me pudieron venir a buscar, cosa que sabía desde antes.

 

—Nada de taxi, yo te llevo.

 

—¿Y como nos iremos? ¿Te vienen a buscar? – pregunto confundida.

 

—Yo dejé mi auto estacionado aquí, pague para que me lo cuidarán y esta en el estacionamiento.

 

—No sabía que tenías un auto, pensé que solo tenía la moto.

 

—La moto es la que más uso, pero viajar con esta maleta en la moto es difícil.

 

—Bueno vamos, estoy cansada y tengo hambre.

 

—¿Almorzamos juntos?

 

—Si, vamos!

 

Buscamos su auto luego de que él pida la llama a la persona que cuida los autos, abre el maletero y mete mi maleta y luego la suya, me abre la puerta del copiloto y el toma su lugar detrás del volante, enciende el auto y pone música, me sorprende la canción que puso.

 

—Nunca me hubiera imaginado que te gustaba está canción.

 

Se ríe.

 

—Muñeca, que mi apariencia no te engañe – me mira unos segundos y me da un guiño, siento que dice eso por otra cosa y no por la canción

 

No puedo evitar ponerme a cantar, soy de esas que cuando escucha una canción que se sabe la tiene que cantar.

 

Te cuento que me encuentro enamorado

Y siento que esta vez es la correcta

Te cuento para mí ella es perfecta

Con todo sus defectos y pecados.

 

Estoy tan concentrada cantando que no me percato de que Esteban me esta mirando.

 

—Sigue cantando, no pares porfa, tu voz es hermosa. – pone en pausa la canción y la pone a sonar desde la parte donde me quede.

 

Se que con otras yo me he equivocado

Se que he dado contra el mundo y he perdido la esperanza

Porque aunque llevo cargas del pasado

Cuando ella está a mi lado se equilibra la balanza

Y nada me cansa…

 

Continuó cantando hasta que la canción termina, me sorprendo cuando Esteban no pone más canciones.

 

—Cantas hermoso.

 

—Gracias, eres de las pocas personas que me han escuchado cantar.

 

—Si ese es el caso, me siento importante.

 

—Que tampoco de te suba a la cabeza – digo riendo – que esta es la primera y última vez que me es escucharas cantando.

 

—Eso ya lo veremos muñeca. – dice muy confiado - ¿Te puedo preguntar algo? No tiene que responder si no quieres.

 

—Ya hiciste una pregunto, pero  te dejare hacer otra. – ríe y debo admitir que su risa es hermosa.

 

—¿El chico con el que estabas en la fiesta es tu novio?

 

—Ah, hablas de Eliot, no, el y yo no somos novios, somos algo así como folla-amigos y eso tampoco es que pasa muy seguido.

 

—¿Pero él sabe eso?

 

—Si, él lo sabe. – me sorprende su pregunta, no la parte de si Eliot y yo somos novios, no, si no lo de si él lo sabe. ¿Habrá pasado algo? No, creo.

 

No hablamos más, me quedo viendo por la ventana tratando de no crear ningún escenario desastroso en mi mente.

 

Veo los árboles y los autos, hoy no estaría aquí, si Esteban no hubiera llegado ese día todo fuera diferente, ahora con la mente fría pienso en mis padres y amigos, en como estarían.

 

Creo que es momento de hacerle caso a mi psicóloga, creo que volver a las terapias con ella me ayudaran, ya necesito estar bien de verdad, no quiero seguir fingiendo que estoy bien, necesito y quiero estar bien, superar la paranoia.

 

• ─────── ✾ ─────── •

 

Cuando entramos a la cuadra donde están nuestras casas a lo lejos veo a alguien que está sentado en la escalera que esta al frente de la casa.

 

—Parece que tienes visita. – dice Esteban al ver a dónde está mi mirada.

 

—Si, eso parece.

 

Estaciona el auto detrás del auto que está frente a mi casa, un auto que reconozco.

 

Nos bajamos y vamos directo a la maletera para sacar mi maleta.

 

—¿Te acompaño? – dice mirando por encima de mi hombro.

 

—No, no te preocupes.

 

—Okey, cualquier cosa me llamas. – me da un beso en la mejilla y se va.

 

Eliot al ve que Esteban se aleja, se acerca.

 

—Hola Mari. – me da un beso en la mejilla.

 

—Hola Eliot, ¿Tienes mucho esperando?

 

—No, acabo de llegar, déjame ayudarte. – me quita la maleta y avanzamos hacia la casa.

 

—¿Cómo sabías que llegaría a esta hora?

 

—Me lo dijiste el día de la fiesta.

 

No recuerdo haberle dicho, puede que si le haya dicho que llegaría hoy, más no la hora.

 

—Ah, okey.

 

Abro la puerta y entramos.

 

—¿Dónde dejo la maleta?

 

—Si quieres déjala en la sala, yo voy a la cocina a tomar agua ¿Quieres?

 

—Si, muchas gracias.

 

Se va a la sala y yo voy a la cocina, saco una jarra de agua, busco dos vasos los lleno de agua y meto la jarra en la nevera, cuando cierro la nevera y me volteo un cuerpo me hace retroceder hasta que mi espalda choca con una pared, lo primero que siento son los labios de Eliot sobre los míos, le correspondo el beso.

 

—¿Subimos?

 

—Si. — respondo con la respiración agitada.

 

 

 

 

 



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En el texto hay: amor-odio, romance , vecinos...

Editado: 09.03.2023

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