Para cuando muera

UNO

—Creo que no entendiste eso de prometer —dijo Pam, mirando a Adler con desaprobación—. Cuando lo haces, sí o sí lo cumples porque si no, tu palabra pierde valor.

Pam miró los ojos de su amigo, buscando una reacción de su parte, algo que le dijo otra cosa más que "me la pela todo", pero no encontró nada de lo que buscaba. Ni siquiera la miraba directamente. La verdad, nunca lo hacía y nunca lo iba a hacer. Eso Pam lo tenía muy claro.

Adler solo siguió caminando. No le arrojó ni una pequeña mirada a su amiga, no quería hacerlo.

Por lo general, era una persona que decía las cosas muy enserio. Sus promesas eran inquebrantables, pero con el tiempo se había estado acostumbrando a mentir una que otra vez para evitar dramas que no entendía.

Se concentró en el camino recto mientras sus dedos hormigueaban y, sin darse cuenta comenzó a chasquearlos muy suavemente, casi sin que sonara el roce de la piel.

No entendió por qué la idea de ir con ellos era tan horrible cuando en realidad se sentía a gusto con sus amigos.

Pam, al ver la manera automática en la que Adler comenzó a mover su dedo pulgar e índice, dejó de insistir con el tema.

Estuvieron en silencio por gran parte del tiempo en el que caminaron hacia la escuela. Así era siempre y Pam ya no pensaba cambiarlo.

Llegaron a su destino en cosa de minutos. Pam vio la gran masa de personas acumuladas fuera de la escuela. Muchos grupos de amigos hablando y saludándose luego de las vacaciones de verano como si nunca viesen las mismas caras cada día de su vida.

Buscó entre todos los grupos de personas mientras Adler se colocaba cascos y a lo lejos vio dos figuras que se movían exageradamente para llamar la atención de algo.

—Ven, vamos.

Con mucha delicadeza la rubia tomó la esquina de la manga de la chaqueta de su amigo y lo arrastró a donde sus amigos los esperaban.

—Creí que no llegarían nunca —exclamó Thais mientras se echaba sin ningún tipo de cuidado sobre Pam.

Un chico igual a Thais se acercó también y rodeó el hombro de Pam.

—Faltan más de quince minutos para que comiencen las clases respondió él en lugar de Pam.

—Sí, pero Axel llegó hace diez, Ezer.

Axel era el hermano gemelo de Adler.

—Es que Leyla vino a por él antes —esta vez fue Adler, que se había quitado uno de los lados de sus cascos y luego los volvió a colocar. Mientras saludaba a sus demás amigos, pudo escuchar el sonido de la música clásica que provenía de ahí.

Todos hicieron una mueca y no dijeron  nada al respecto.

—Solo faltaban ustedes —Neels sonrió y metió sus manos en esa chaqueta que siempre solía utilizar—. Feodor se adelantó.

Feodor era el mejor amigo de Adler. Algo parecido a Pam, pero no tan cercano, aunque sí mucho más que los demás.

—Acabo de revisar nuestro horario —informó Becca mientras observaba fijamente su celular—. Nos toca en el tercer piso, al costado de la derecha y…

Pam dejó de escucharla. La verdad tenía varias razones por las que lo hizo —como por ejemplo que no servía de nada hacerlo si al final solo terminaría siguiendo a todos— pero la más fundamental de todas ellas fue que Adler dejó de caminar.

Se volteó y vio a su amigo con el ceño fruncido mirando directamente a un lado muy específico. Siguió su mirada y lo único que encontró fue a una chica que, para su sorpresa nunca había visto.

Tragó saliva mientras la extrañeza y un montón de sensaciones extrañas se le acumulaban en el interior.

Ella estaba sentada en una esquina, completamente sola mientras tenía una libreta vieja entre los dedos. Debió sentir ambas miradas porque alzó la cabeza, pero ni siquiera hizo amago de notar que Pam la miraba, porque solo miró a Adler.

—¡Chicos, apúrense!

Dio un brinco en su lugar cuando escuchó el grito de Thais desde varios metros adelante. Sacudió la cabeza y se obligó a empujar esa impresión rara de su interior.

—Venga, Adler, vamos.

Tragó el nudo de la garganta cuando vio que él no respondía a su llamado, solo seguía mirando a la chica, como si ella no estuviera presente y esperándolo.

Tomó aire y se volteó, seguro luego la encontraría.

Por otro lado, Adler estaba seguro que en algún momento había visto ese rostro antes.

No estaba muy seguro de donde, pero tenía la certeza de que conocía a esa chica.

Caminó a paso lento cuando ella apartó la mirada de él y la fijó nuevamente en su libreta.

Buscó con la mirada a sus amigos y no los vio cerca. Miró de un lado a otro y justo doblando para subir unas escaleras al fondo del pasillo vio la inconfundible cabellera rubia de Pam.

Dio otros pasos torpes y luego un susto repentino. Sus cascos calleron al suelo y el corazón se le disparó en el pecho.

Retrocedió mucho más exaltado de lo que alguien estaría luego de que una chica con el cabello pintado de un rosa fosforescente y una camiseta de Interestelar te chocara por un lado.



#2834 en Thriller
#1489 en Misterio
#2452 en Joven Adulto

En el texto hay: misterio, romance, fantasia amor secretos

Editado: 04.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.