Paradoja: Los viajes temporales del doctor Montes

Capítulo II: ¿El día… siguiente?

Algo aturdido

Desperté medio somnoliento de mi sueño, con los rayos del sol que me llegaban por casi todo el cuerpo y a su vez sentía una brisa muy refrescante. Me levanté y me percaté que no estaba en mi cama y lo que tocaba era césped. ¡Césped! me dije. Estaba afuera y me dije otra vez ¿Dónde estoy? ¿Es que todavía estoy soñando? ¿Quién me jugó la broma y me trajo hasta aquí? A mí alrededor había árboles viejos como robles, hierbas silvestres, aves que revoloteaban por todo el lugar. En este proceso de desconcertación, buscaba explicaciones al hecho. Miré mi reloj digital para ver la hora y fecha: eran las 7:43 de la mañana del 12 de junio del 2020, tenía una certeza momentánea: era viernes y todavía era temprano.

Decidí tomar una marchar en línea recta para ver si encontraba algo o a alguien que me ayudará en ubicarme, para que así fuera a la comisaría y dar constancia del hecho insólito. Y así fue, tomé la senda recta y en una media hora me encontré con la carretera y un letrero con algunas indicaciones. El letrero indicaba el camino hacia el bosque “The Roy” de “Citytroy”. Me quedé desconcertado al mirar ese letrero porque aquel bosque ya no existía y ahora era el parque en el cual iba a hacer mis ejercicios matutinos. Por otra parte, el letrero indicaba que en la otra dirección se podía llegar a Citytroy, y marché hacia la ciudad.

En el trayecto recordé el diálogo que tuve ayer con la mujer misteriosa que se toó conmigo, a la salida del hospital y sobre un “posible viaje en el tiempo”. Pensé: “¿Sería eso lo que me pasó o fue que ella supo dónde vivo, entró a mi casa y luego me trajo a este bosque?” Me parecía más factible la segunda y loca posibilidad.

Seguía caminando a la orilla del pavimento y el trayecto era agotador, y eso que yo siempre estaba en forma, y para más me dio un hambre atroz. Para mi fortuna había llegado casi a la entrada de la ciudad y había en el camino un vendedor de sándwiches y cafés. Me acerqué para comprarle. Cordialmente lo saludé y le pedí la promoción. Pero, al momento de la transacción monetaria el vendedor me miró de una forma muy extraña y me dijo:

- Disculpe señor, este dinero no es de este año.

- ¿Perdón a qué se refiere?

- Sí, señor.

- Ya, pero creo que no tiene nada de malo que los billetes tengan unos años de desfase.

- Sí, pero el problema es que estos billetes son del 2015.

Me quedé muy extrañado y le insistí:

- Bueno, eso es verdad. Pero no vamos a hacer un escándalo porque los billetes sean de cinco años atrás.

- ¿De unos cinco años atrás señor? ¡Estos billetes son del 2015! Y hoy no estamos en ese año.

Acto seguido me quitó el café, me devolvió el dinero y me amenazó diciendo:

- ¡No se haga el graciosito conmigo! y si lo sorprendo de nuevo en esas otra vez conmigo lo golpearé tan fuerte que deseará ir al seno de su madre.

Acto seguido se fue con su carrito en dirección a la ciudad lo más rápido que pudo.

Me quedé muy estupefacto por este incidente y me dije: “¿Qué clase de persona no acepta unos billetes de hace cinco años?” Miré los billetes y no vi que estuvieran en mal estado, solamente que eran del 2015 y ningún comerciante rechazaría un dinero vigente aunque no sea del año. “¿Estaría loco o qué?” Justo en ese momento me llegó una extraña sensación en mi interior, me recordé lo que me dijo aquella extraña mujer. ¿Sería eso?” Di vuelva la página ya que no me parecía posible una situación tan irreal.

En fin, entré en la ciudad y tomé dirección a la comisaría. En eso iba observando que los edificios y casas eran las mismas de las que habituaba ver en mis recorridos hacia el trabajo salvo algunas diferencias como unos retoques muy retro, en eso me dije: “¡Qué extraño! ¿Estamos en la onda retro, otra vez?”

Seguí caminando y mi estómago volvió a rugir. Coincidentemente vi la antigua tienda en la que había trabajado en mis días de universidad: el resto bar de “Citytroy”, y decidí pasar para buscar algo para comer. Cuando entré en el lugar, me encontré con todos los muebles, las mesas, las sillas de madera y todas decoraciones que le daban tanta prestancia al lugar. Me llegó una reflexión sobre el lugar: No era un lugar donde se viera grandes cambios ya que a Cox no le gustaba variar, le gustaba mantener su negocio tal cual. Es más, Cox no le gustaba variar en estilos personales, cortes de cabello, ni en la forma de vestir, salvo cuando en una ocasión en el pasado se dejó crecer su achochado pelo y colocarse ropas más informales porque no se resistió a las tendencias modernas, pero eso fue todo.

Terminada mi reflexión, sentí unos pasos de la cocina y salió Cox pero algo cambió en él: ¡Había vuelto a su estilo original! Se puso unos pantalones de telas, camisa con corbata y una chomba azul tal cual como era antes ¿Qué está pasando aquí? me dije. Todos estos acontecimientos comenzaron a asustarme. Cox me saludó cordialmente y me dijo:

- Buenos días joven ¿Qué se sirve?

- ¿Cox? ¿Eres tú?

- Sí, así es y aquí estoy para servir.

- ¡Vaya que has cambiado!

- Perdón, pero ¿Nos conocemos de alguna parte?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.