Paradoja: Los viajes temporales del doctor Montes

Capítulo IV: Otro cambio de rumbo

La reflexión

Había vuelto al pasado… y lo primero que hice fue salir de la planta de desechos industriales y tomar dirección a las montañas, de las afueras de Citytroy, para poder encontrar un lugar seguro. Lo cierto es que sería el escondite perfecto para refugiarme y esconderme de todas las personas de la época.

Caminé por varias horas hasta llegar a los empinados cerros de "La Viuda". En esos lugares, divisé una casa a lo lejos, con las luces encendidas, y la evité lo más que pude. Luego me fui a descansar en un bajo cuyo lugar había muchos árboles y una pequeña cueva lo suficientemente ad hoc para una persona y dormí por un buen rato.

Cuando desperté del profundo sueño, ya había amanecido y miré la hora: eran las 8 de la mañana. Tuve tiempo para estirarme un poco y meditar muchas cosas:

En primer lugar, me era muy difícil concebir el hecho de que tenga que arreglar un error del tiempo sabiendo que nunca quise viajar a través del tiempo.

En segundo lugar, esto me llevó a pensar en el enigma de los viajes a través del tiempo y eso debido a que no sería la primera vez. Yesenia había afirmado que hubo otra persona que lo hizo antes que yo ¿Quién pudo ser? ¿Cambió la historia, o no pasó nada? ¿Hubo otras personas, además de mí y de él, que viajaron en el tiempo? Son preguntas que no podía responden, pero tal vez lo haga si regreso al presente y se lo preguntase directamente a Yesenia… aunque, en principio, no tenga la disposición de hacerlo (Eso quedó en evidencia la última vez porque no quiso hacer referencia a aquella persona).

Otra reflexión que hice fue el hecho de que me casaría con Yesenia a la vuelta. Si todo esto resulta según el plan tendría que casarme con ella sin tener la claridad de quién es realmente esta persona ¿Qué dirían mis amigos de esta situación de casarme con una completa desconocida de la noche a la mañana? Tendría que inventarme una historia para que esta curiosa situación no suene descabellada.

Tenía miedo de decirle que no, ya comprobé que era una bruja y que me atrapó en sus redes para sus propósitos. Aunque debía reconocer que era bella: tenía un rostro angelical, cabello y ojos rosados, un hermoso vestido rosa, con un cuerpo bien formado.

Todo esto se vio interrumpido cuando recordé lo que me dijo aquel hombre que me ayudó a escapar en “aquel presente alternativo”: “No te fíes de esa bruja” ¿Quién era? ¿Cuál era su propósito? ¿Me conocía? ¿Será un viajero en el tiempo? ¿Conocía a Yesenia? ¿Será acaso ese misterioso primer viajero en el tiempo que Yesenia no quiso hacer mención? Son preguntas que dejaba muchos cavos sueltos y con más dudas que no podía resolver estando ocioso.

Estuve así de pensativo toda esa mañana hasta que mis pensamientos se tradujeron en comida porque me había dado un hambre atroz inaguantable. Pronto recordé que apenas comí antes de volver al pasado.

La tarde

No podía aguantar más, tenía hambre y tampoco podía seguir escondiéndome sin nada que hacer más que pensar, así que traté de aguantar lo más que pude.

Serían como las 6 de la tarde cuando de repente escuché algunos balbuceos de unas chicas que se iban acercando por los irregulares caminos del cerro. Inmediatamente fui a ocultarme en la cueva de la colina. Todo iba bien: las chicas iban pasando cuando de repente me suenan las tripas y aquel sonido generó un eco bastante grande y llamativo en el aire, que las mismas chicas escucharon. Una de ella le dijo a la otra:

- ¿Escuchaste ese ruido?

La otra le respondió:

- ¡Sí! Parece que hay alguien en el bajo con mucha hambre jajaja ¿Quién será?

- Jajaja. Pues averigüémoslo.

Y se acercaron al lugar en donde estaba oculto. En ese momento pensé: “Carajo, me descubrieron.” Una de las chicas me dijo:

- ¡Oye, chico hambriento, Levántate!

 No me quedó otra que salir del bajo, y cuando me levanté completamente del lugar pude reconocer a las dos chicas: María Stella y Sofía De la Torre, hermanas gemelas que iban en el mismo curso que yo. Stella tenía el cabello negro y un estilo gótico mientras que Sofía tenía el cabello verde con un traje negro, se asimilaban en las facciones de sus rostros, ojos verdes, flacas, de un porte de un metro sesenta y tres. Ambas me miraron y soltaron una carcajada. Terminada la risa Stella me preguntó:

- ¿Qué estabas haciendo ahí?

Contesté:

- Eh… nada.

Sofía me dijo:

- Jajaja, yo creo que te estabas ocultando de nosotras, ¿o no picarón?

- ¿Qué? No… solamente estaba mirando la hermosa vista, nada más, no piensen mal de mí.

Stella me miró con mayor detención y logró reconocerme:

- ¡Tú eres Matías Montes! El hijo del Dr. Cristóbal y de la famosa gimnasta Bella Flores.

Sofía también se sorprendió del descubrimiento de su hermana y le dijo:

- ¿En serio? Yo no lo creo, es algo más guapo que él, jajaja.

En efecto, me avergoncé de que me diga “guapo” ya que, con excepción de Yesenia, nadie más me había dicho así. Stella escuchando a su gemela le dijo:




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