Capítulo VIII: Otro gran problema surgió

PARTE 2

PASADO

Así habla el Dr. Matías Montes Flores en esta segunda parte:

Mi pasado “original”

En esta gran reflexión, se me vino a la mente todos aquellos recuerdos de infancia de los cuales ya no eran muy buenos. Ahí fue que recordé que tenía un par de amigos bastante buenos, y a su vez compañeros de curso que me odiaban. Estos últimos siempre me miraban con desprecio ya que me consideraban como el "Niño rico" de la clase. En efecto, mis padres eran muy reconocidos en sus oficios y de salarios extraordinarios. En cambio, el resto de los padres de mis compañeros eran de empleos de paga regular. Todo esto fue la causante de que fuera víctima de bromas pesadas y de malos tratos.

En enseñanza media, no podía decir lo contrario: siempre sufría maltrato físico por parte de Claude. No había nadie que se compadeciera de mí a excepción de mis amigos cercanos de infancia. Lo malo era que estudiaban en otros colegios.

También había una chica a la que apreciaba mucho y que era la novia de Claude: Miranda Lee (prima de María José Lee). Todavía me era latente aquella golpiza que me propinó Claude en el pasado por una situación: Miranda tenía problemas con llevar un centenar de libros que se le habían caído al suelo del patio de la escuela; y por el hecho de ayudarla Claude lo mal interpretó y me propinó una paliza inmemorial.

Miranda era una chica muy hermosa, tenía una gran cabellera rubia, piel de tez blanca, ojos azules, de altura mediana, muy inteligente, atleta, carismática, popular, en fin, era muy perfecta. Por este motivo muchos se habían enamorado de ella, incluyéndome. No sabía el por qué, pero ella tenía más empatía conmigo que con el resto. Muchas veces conversábamos a solas, tal vez era porque sentía lástima o porque en realidad hubo alguna atracción romántica (me inclinaba a pensar que más bien trataría de la primera opción).

Claude era descendiente de una familia de gran tradición militar, muy disciplinada y respetada. Aun así, nunca faltaban los “sublevados” que quieren llevar la contraria, y Claude era uno de ellos. A él le gustaba la “buena vida”: mucho carrete, bebidas alcohólicas, mujeres, y parrandas con sus amigos. Llevaba una vida muy cómoda en el liceo, y se podría decir que tenía “santos en la corte”. Siempre abusaba del más desvalido, incluyéndome.

En fin, la muerte de mis padres la había superado misteriosamente con creces, todavía no encontraba explicaciones para eso. A pesar de esto, siempre voy a tener gratos recuerdos de ellos. El Dr. Turner fue un gran padre sustituto y me acompañó en mi formación tanto en la universidad como en el liceo. Un gran hombre.

Entre los amigos que tuve en la universidad, había dos estudiantes de intercambio provenientes de los EE.UU., y fue así que también conocí a Samantha. Tenía más empatía con “Sa” porque ella era una huérfana como yo. Compartíamos bastante en muchas cosas como en la música, lecturas, aficiones, etc., éramos como “uña y mugre”. Anduvimos muy juntos y nos fuimos haciendo muy buenos amigos. Con Robert y Jack, mis amigos de EE.UU., fuimos buenas “yuntas”. Ellos destacaron bastante en los estudios y prácticas, siempre se asesoraban conmigo en las horas de estudio. Compartíamos bastante en los conciertos de música clásica y en salidas a lugares muy bohemios. Después de nuestra titulación, Robert fue a especializarse como cirujano en la Universidad de Harvard y Jack ejerce la medicina en Chicago. Lo último que escuché de Jack fue que aún tiene deseos de volver a Chile, creo que quiere vivir aquí y pololear con Samantha ya que, al parecer, hubo mucha “química” entre ellos, pero nunca lograron ligaron formalmente.

Todos estos pensamientos vinieron cuando contemplé unos cuadros colgados en el living. Eso es lo que podría decir de mi pasado original, antes de que mi vida tomara ese giro rotundo debido a los viajes en el tiempo. ¿Qué iría a pasar? ¡Aquí vamos otra vez!

El “errático presente”

El 11 de junio del 2020 era un día perfecto… bueno casi. Aquella jornada había iniciado de la mejor manera hasta que me encontré con Yesenia y mi vida acabó dando dos tropiezos inesperados.

El primero fue ir al pasado, sin siquiera saberlo y cambié la historia por el simple hecho de golpear a Claude, el brabucón de la escuela (algo que “merecía”). Esto hizo que mi presente cambiara radicalmente: me había convertido en un supuesto delincuente y asesino de la sociedad. Recurrí a Yesenia para que me ayudara a resolver este problema y lo hizo, pero con la condición de que yo aceptase casarme con ella a la vuelta; no me quedó otra que asumirlo ya no quería esa maldita realidad. Pero había un detalle: ella no sabía con claridad acerca de los viajes en el tiempo, y, a consecuencia de lo anterior, eso originó otro problema: Mi “otro yo” que viajó antes que yo, estaba presente en la misma época y eso generó una confusión en algunos hechos. En el pasado me topé, sin querer, con Stella y Sofía cuya intervención afectó bastante en mi presente porque, cuando volví, Stella se había convertido en mi esposa y además tuvimos dos hijos. Como las cosas no resultaron como se tenían esperadas, decidí terminar el convenio con Yesenia y dejar las cosas tal cual. Comencé a conocer a mi familia y a fraternizar con ellos. Ellos eran maravillosos y por fin me sentía pleno.

Ya me estaba acostumbrando a ellos cuando otra vez Yesenia regresó y ya había averiguado a fondo todo sobre los viajes en el tiempo.  Me advirtió de los peligros que podría provocar unos viajes en el tiempo a una misma época: la creación de grietas espacio-temporales. Estas provocarían la destrucción del universo o que alguien aproveche la oportunidad de que otra persona asesine al “otro yo” que viajó al pasado y acabar con mi vida para siempre. Para impedir que la grieta espacio-tiempo provoque una destrucción masiva, tendría que viajar al pasado y por lo menos matar a uno de mis "otros yo". Esto me obligó a tomar la dolorosa decisión de viajar al pasado esta tarde de domingo y de comenzar a despedirme de mi familia.