Paradoja: Los viajes temporales del doctor Montes

Capitulo XVII: El Padre del Olvido

Siguiendo las pistas

Fuimos al bar Alcalá, un lugar de mala muerte, pero siempre temerosos a los policías federales. Nos encontramos con el dueño del bar y le preguntamos todo lo referente a Carter, no sabía nada, pero nos llevó al sistema de seguridad y nos mostró a un sujeto que venía a beber al lugar, pero no sabía su nombre. Fue ahí que identificando su rostro era Carter.

La policía federal, valiéndose de otras cámaras de otros bares y tiendas, más las cámaras del servicio público, logró generar una ruta de movimientos de Carter e identificaron todos sus movimientos: transitaba por el parque de Citytroy donde se sentaba en la misma banca hasta el 10 de junio del 2051. Su presencia se dejó de ver desde el incidente de los departamentos abandonados.

Carter frecuentaba bastante en la Clínica Montes en donde se le vio caminar en variadas ocasiones sin entrar. También iba bastante por los alrededores del condominio “The Roy” y se perdía su rastro de manera muy misteriosa.

Había algo más: la policía descubrió que en la antigua planta de reciclaje no había un sistema moderno de vigilancia por lo que fueron rápidamente al lugar. En los registros de trabajo, encontraron la figura de Carter que se identificaba como “Alberto Rosas”, aunque en principio, no fue nada de fácil descubrir que se trataba él. El dueño de la planta nunca se interesó en sus trabajadores más que en la productividad y en los negocios; en consecuencia, no sabía nada de él. Solamente el supervisor de la planta tuvo sospechas durante años.

El dueño afirmó que el sujeto le pareció muy extraño desde el primer día y sabía que vivía cerca del condominio “The Roy”, cercano a la planta. Algunas personas contaban que después del trabajo iba a beber cerveza a “Alcalá”. En los últimos años comenzó a actuar más de manera más cercana a los trabajadores y les pedía favores como contactos y recursos para construir una máquina especial (Fue ahí que lo asocié a la máquina del tiempo).

Después aquel incidente ya mencionado, los trabajadores le perdieron su rastro. El supervisor, en una de sus andanzas al trabajo, descubrió a un joven bastante parecido a Carter que circulaba totalmente confundido cerca de las barracas “Orione” (las barracas Orione se ubicaban cerca de los departamentos abandonados destruidos). Lo ubicamos con las cámaras del lugar, inclusive revisamos todo el viejo campo, pero no encontramos nada. Ya no quedaba casi nada, hasta los sistemas de vigilancia no pudieron detectar y ni siquiera alertar nada.

Miranda estaba con la bronca ya que quería encontrarlo para darle una paliza por el secuestro del cuerpo de su prima. Todo el esfuerzo que habíamos realizado terminó en vano porque solo recorrimos los lugares que el Carter de quince años en el futuro realizó. Todo este operativo duró tres días.

En esa incertidumbre, me percaté que aún quedaba un lugar por revisar: el Asilo de la ciudad. La búsqueda se retomó, pero con pocas esperanzas ya que no tendría sentido que una persona como Carter pudiera ir a ver algún pariente o amigo cercano. Aun así, revisamos las cámaras de exterior del asilo, pero solo los registros de afuera ya que, por norma suprema del gobierno, no se podía grabar por dentro de un asilo de ancianos por ser un lugar privado.

En esa observancia externa de las cámaras, vimos a un hombre que circulaba alrededor del lugar, entraba y salía del recinto e inclusive entraba a la residencia: era Carter un poco más joven. Lo llamativo es que Carter circulaba por el lugar por unos cuatros días. Pero la pregunta era ¿Qué hacía por esos lugares? ¿A quién buscaba?

Lo cierto es que ya me quedaba poco tiempo porque todo el operativo nos tomó unos tres días, pero estaba confiado en esa posibilidad. Por eso, había tomado la decisión de ir solo para no levantar más escándalo del que habíamos hecho con todo el operativo de búsqueda. Algo me decía que Carter me buscaba por medio de alguien conocido.

O el Asilo contra el Alzheimer

Llegué a la entrada del Asilo de Citytroy y decidí recorrer el lugar para ver si encontraba a Carter, pero nada. Después, entré al recinto y observé a muchas pequeñas máquinas que mantenían los hermosos jardines de los alrededores y a algunos ancianos que deambulaban, como si estuvieran recordando los mejores tiempos del pasado. Uno de los asistentes robóticos se me acercó y me dio la bienvenida. Me acompañó hasta la recepción del gran asilo de tres pisos. En recepción, una señorita joven me atendió diciendo:

- Buenos días señor Montes ¿Desea ver al Sr. Turner?

Me sorprendí por el hecho de que la recepcionista haya deducido eso. Le dije:

- En realidad… no vengo a verlo a él.

- ¿En serio? Yo pensé que venía otra vez a ver al paciente con EA.

Realmente me asombró que Turner, un sujeto con una gran mente, padezca de Alzheimer. Impactante. La cura para el Alzheimer era para aquellos que no estaba tan avanzado. Pensé: de seguro que para Turner era demasiado tarde.

- Igual lo voy a pasar a ver un ratito.

- Bien señor, esperé aquí hasta que venga uno de los asistentes robóticos.

- De acuerdo.

Me quedé esperando un par de segundos hasta que apareció el robot asistente. El aparato me condujo por los pasillos del asilo hasta llegar a un living muy parecido al inmueble de mi época. En uno de los sillones grises del lugar estaba sentado un anciano casi calvo en su totalidad, con un triste bigote, rostro casi blanco por los años, la mirada triste y rostro bajo. Vestía una camisa escocesa con colores rojizos, anaranjados y amarillo, unos pantalones negros, zapatos negros. El robot me indicó que ese señor era Víctor Turner.




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