Paradoja: Los viajes temporales del doctor Montes

Capítulo XXII: Terreno desconocido

Sala oscura

Cuando recobré el conocimiento fui abriendo los ojos lentamente. En frente de mi cara había una luz blanca muy potente que perturbaba mis ojos, Estaba sentado en una silla, amarrado de pies a cabeza, más una venda en mi boca. Unos segundos después, uno de los sujetos que me atrapó, sacó de encima aquella lámpara y luego se encendieron todas las luces de la habitación. Inmediatamente se acercó aquel sujeto gordo y pequeño, que con su voz ronca y mucha seriedad me dijo:

- Por fin nos vemos las caras, Matías Montes. Llevábamos mucho tiempo siguiendo tu rastro. Entiendo que estás algo confundido con todo lo que está pasando aquí. Y de seguro que te preguntarás por qué te tenemos ahí… es natural, yo también lo estaría en esta situación… inusual.

Efectivamente, estaba algo intrigado, y pensé que podría tener relación con los últimos sucesos extraños que ocurrieron estos días. El sujeto prosiguió:

- No quiero perder más tiempo en esto, así que, iré directamente al grano. El punto es que nosotros te necesitamos para una cosa en específico. En principio, te resultará muy difícil que entiendas la situación si no te la explicamos… ¡Lógico!

Inmediatamente se le acercó aquella misteriosa mujer rubia que lo acompañaba y prosiguió con el relato:

- Eres el último espécimen raro de los viajeros del tiempo. Nos gustaría que nos ofrecieses tus servicios.

Mi preocupación fue al máximo y pensé: “¿Cómo saben que he viajado a través del tiempo?”

Aquel hombre metió su mano derecha dentro de su chaqueta para sacar algo de su bolsillo interno. Para mí sorpresa, se trataba de una fotografía de Stella y Sofía, con dos sujetos: un hombre y una mujer, misma imagen que me encontré en el pasado cuando fui a su casa, para rescatarlas de la bruja Yesenia. Naturalmente, ante toda la pena de no verla, se me salieron algunas lágrimas y gemidos de dolor por recordarla. A pesar de todo, el sujeto no se inmutó ante mi dolor y prosiguió:

- Veo que las reconoces bastante bien. Tengo entendido que la mujer de pelo negro y verde fueron tus compañeras de curso, y los acompañantes fueron sus padres. No cabe duda, ya que lo sabemos todo. Ahora, la situación es la siguiente: ocurrieron algunos hechos insólitos que se nos escaparon de las manos y uno de ellos fue la muerte repentina los padres de estas niñas, que a la larga provocó el suicidio de una de ellas. Me refiero a la chica de cabello verde. Con lo que respecta a la chica de cabello negro, hemos perdido su rastro.

La mujer agregó:

- Además, sabemos que viajaste al pasado para encontrarte con ella y nos gustaría saber ¿A qué fuiste? Y lo otro ¿Tienes relación alguna con el proyecto “Meta-humanos”?

El sujeto le ordenó a uno de los guardias que me quite la venda de mi boca. Y uno de los sujetos grandes y macizos me quitó la venda diciendo:

- Será mejor que le respondas.

Les pregunté:

- Esto es muy confuso… no sé lo que está pasando en esta línea… ¿Y Stella…? ¿Está viva?

La mujer me dijo:

- No lo sabemos. Pero limítate en responder a nuestras preguntas, profesor.

Le dije:

- Si les dijera por todas las cosas por las que he pasado… no me creerían.

El sujeto gordo me respondió:

- No te preocupes, creemos en los viajes en el tiempo. Tenemos en nuestro poder a un sujeto que de seguro conoces.

En eso, uno de los guardias sacó su woki-toki del costado de su chaqueta y dijo:

- Traigan a “Kly”.

Ahora entendía todo, con razón Kly no fue localizado, estaba con ellos. Les pregunté:

- ¿Capturaron a Oscar Kly?

El sujeto gordo me respondió:

- Así es, sabemos que te contactaste con él en el pasado. No fue nada fácil tenerlo en nuestro poder ya que se trataba de un sujeto muy impredecible. De alguna u otra manera nos evadía todo el tiempo que lo tratamos de capturar, hasta que en un par de días se entregó a nosotros. Lo único que nos dijo es que te ubicáramos en el colegio “Green Day”.

Les dije:

- Bueno… con esa descripción no cabe duda que se trata de Kly. Pero volviendo a las preguntas… ¿Cuál es su nombre?

Ella me respondió:

- Eso no importa…

Entraron unos guardias grandotes y con ellos a Kly esposado. Kly se veía muy sereno y tranquilo y me dijo:

- Hola Dr. Montes ¡Tanto tiempo sin vernos!

Luego, dirigió su mirada ante los dos sujetos que me estaban interrogando y les saludó revelando sus nombres:

- Hola Plutonio, hola Alaska.

La mujer reacciona muy exaltada ante su saludo y le gritó:

- ¡Cabeza hueca! ¡Te dijimos que no revelases nuestras identidades! Esa fue la condición para que hablases con él.




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