Capítulo 5

—Yo no quiero sonar emocionado, pero creo que… ¡esto es lo más cool que hemos vivido en todo nuestro viaje! 

—Max… definitivamente tienes que plantearte el significado de lo que es cool, y lo que no es cool —soltó Miranda.

—¡Qué amargada! —soltó Cooper.

Haber pasado un par de días dentro del Baptidzo quizás había sido algo que nunca había formado parte de los planes de Miranda. Pero… a decir verdad, ¿qué había formado parte de ellos desde el 21 de enero del año en curso? Nada, absolutamente nada, había salido como ella lo hubiera esperado.

Todavía recordaba aquél día. Se había despertado temprano, había arreglado sus cosas, y había acudido al aeropuerto de Fort Lauderdale. Tenía varios objetivos, pero uno de ellos había sido encomendado a ella por razones especiales. Obvias. Únicas. 

Se paseó durante algunos segundos, alrededor de muchos de los Pasajeros que abordarían finalmente la promesa de los viajes. La nueva línea de Atlantic. El avión comercial más grande del mundo. Doscientos afortunados tendrían la oportunidad de vivir el viaje inaugural, y entre todos los susodichos, ella era la única infiltrada para revisar que todo estuviera en orden. 

Sin embargo, también estaba ahí por otra persona. Llevaba meses reuniendo la evidencia suficiente para atrapar al responsable de muchas fallas en el sistema, así como el robo digital de muchos datos que eran importantes para la MI6.

Max Hammer. Un hacktivista lo bastante joven. 

¿Dónde estaría? ¿Dónde vivía? Nadie lo sabía, pero en cuanto revisó la lista de Pasajeros junto con su expediente… supo que podía atrapar a su presa. Era el momento. 

Al llegar a Madrid, bajaría con él y lo tendría en su poder. 

Después de algunos minutos, encontró al muchacho frente a la máquina expendedora. Estaba ayudando a otro hombre, uno con barba, que se había mostrado un poco nervioso a la hora de ingresar los billetes. 

Miranda sabía hacer su trabajo. Esperaría el momento justo, se presentaría, e intentaría ganar su confianza. Max era alguien listo, quizás el joven más brillante de su edad. No sería sencillo, pero aquello era fundamental para terminar su misión.

Finalmente, el hombre de barba se despidió de Max y se retiró camino a la sala de espera.

—¿Es amigo tuyo? —necesitaba comenzar a hablarle.

Max volteó al momento e intentó sonreír. Se le veía un poco tímido.

—¿Él? —titubeó Max—, lo conocí hace diez minutos.

—Es atractivo —dijo ella—, me llamo Miranda.

—Ma... Max.

—Pareces nervioso, Max —¿la reconocería? Según sabía, Max nunca había tenido problemas con la ley anteriormente. Necesitaba algo para convencerlo de que no estaba allí por él.

—Alguien nerd como yo no contaba con hacer dos amigos el mismo día.

—¿Me consideras tu amiga? —todo marchaba bien, al parecer.

—¿Quisieras serlo? —Max rió.

Miranda rió con él. 

—¿Tienes un plan para el viaje? —le preguntó.

—Pensaba en Paris... pero estoy más interesado en Japón... ya sabes, el anime, los videojuegos... quiero saber si en verdad Godzilla ataca la ciudad cuando cae la noche. —Max encogió ambos hombros y la miró fijamente—. ¿Y tú?

¿Seguirlo hasta Japón? Quizás sería algo arriesgado. Pero no podía correr más riesgos. ¿Y si robaba algo estando allá? 

—Quizás sólo me quede en el avión los siete días.

—¿Por mi amigo? ¿El atractivo? —Max se rió de sus propias palabras.

Miranda metió la mano en su saco y sacó una placa policiaca. Necesitaba demostrarle quién mandaba en ese lugar. Podría arrestarlo en ese preciso momento, pero no podía arriesgar su misión. ¿Qué si Max salía corriendo?

—¡Wow! —saltó Max—. ¿Eres policía?

—Detective —dijo Miranda—, y no estoy aquí por los placeres que da el viajar. Vengo por parte de la MI6, Inglaterra.

—Eso explica el acento.

—Investigo— dijo Miranda sin escuchar las palabras de Max, respirando con tranquilidad—. Me mandaron para verificar que todo estuviera en orden mientras el Atlantic 316 se mantiene en el aire.

—¿Acaso creen que haya alguien a bordo que resulte ser alguien peligroso?

Lo tenía.

Rápidamente, Miranda metió la mano a su bolsa para sacar un folder.

—¿Sacarás tu arma?

—Esto es información de un año. ¿Eres de los que investiga todo a fondo?

—La mayoría de las veces.

Sí, tenía que ser.

—¿Investigaste por qué Atlantic armó un proyecto de este tamaño?

—Sí, las desapariciones de hace dos años, los barcos, los misterios... bla bla bla. Muchos de los pasajeros lo hemos investigado. No somos tontos.

—Bueno, ¿supiste del Vuelo Delta Airlines del año pasado?

Si le mostraba los archivos que tenía, seguramente Max comenzaría a hacer preguntas. Necesitaba convencerlo, de algún modo, que no estaba ahí por él. 

—Sí, ¿fue todo un show…?

—No desapareció de la Tierra así como así. Fue robado. Un hombre —Miranda abrió el folder y dejó a la vista una hoja con dos fotos de alguien de cabello largo que sonreía de manera misteriosa a la cámara, debajo de ellas había algunos datos que Max no alcanzó a entender— dejó sus identificaciones. Tenemos licencia de manejo, conducir, incluso su identificación oficial.

—¿Qué es lo que...?

—Un tal Xavier Bletnner. Buscado por la Interpol, el FBI y no sé cuantos servicios policiacos en el mundo.

—Alto, alto, alto... ¿me estás diciendo que este hombre robó el Vuelo de Delta Airlines que desapareció el año pasado? ¿Desde San Francisco?

Miranda asintió lentamente con la cabeza mientras cerraba el folder.

—Según el registro, en este avión hay siete ingleses, incluyéndome. Cualquier cosa que suceda con el Atlantic 316 será un peso a nivel global. Por eso estoy aquí.

—¿Cabe la posibilidad de que secuestren el avión?

—Este Xavier secuestró un vuelo —lo corrigió Miranda—, el avión no estaba vacío. Y dudo mucho que se lo haya llevado sólo para estrellarlo en medio del Océano. Desconozco sus intenciones, pero ya tiene un año el caso y nunca se ha descubierto las razones por las cuales un avión así desapareció sin dejar rastro. Intentamos evitar lo mismo.