Paranoia

Capítulo 3 - Miedo en Expansión

Ysabella

Ya ha pasado una semana desde los asesinatos en el hospital, y la ciudad entera sigue sin respuestas. Las autoridades parecen más perdidas que al principio, y la policía, en cada conferencia de prensa, no hace más que repetir lo mismo: "Estamos investigando todas las pistas posibles". Pero nadie tiene idea de quién es el asesino.

Durante estos días, no dejo de investigar por mi cuenta. Cada cara, cada gesto en el hospital se vuelve motivo de sospecha para mí. La enfermera que vi esa primera vez sigue evitando mirarme a los ojos, cada vez más inquieta. El doctor Matthews mantiene su compostura, pero a veces lo noto más tenso, como si estuviera escondiendo algo.

Una de esas tardes, me encontré en el hospital con Lisa, una compañera de secundaria que ahora trabaja allí. Hace mucho que no la veía, pero siempre hemos tenido una relación cordial.

—¡Lisa! —la llamo mientras ella camina rápidamente por el pasillo, con un manojo de papeles en la mano.

Ella me mira sorprendida y sonríe, aunque su sonrisa no llega a sus ojos.

—¡Hey! ¿Qué haces por aquí? —me pregunta, ajustándose el pelo nerviosamente.

—Vine a ayudar, ya sabes. Todo este asunto… me tiene preocupada —respondo, mirándola fijamente.

Lisa asiente rápidamente, mirando alrededor como si temiera que alguien la escuchara.

—Sí, lo entiendo. Ha sido horrible. Todos estamos muy tensos. Nadie sabe quién está detrás, y es… es escalofriante.

—¿Tú qué piensas? —le pregunto, observándola cuidadosamente. —¿No te parece extraño que nadie haya visto nada? Quiero decir… alguien tuvo que haberlo hecho, ¿no?

Lisa traga saliva y desvía la mirada.

—No lo sé. Siento que la gente tiene miedo de hablar. Nadie quiere ser el próximo, ¿sabes? —responde en un susurro.

—¿Crees que podría haber sido alguien de aquí? —insisto.

Ella me lanza una mirada rápida y luego niega con la cabeza.

—No quiero pensarlo. Pero… si alguien lo sabe, no lo está diciendo.

Esa conversación me dejó más inquieta de lo que ya estaba en ese momento. Me alejé de Lisa, sintiendo que hay algo que no me ha contado. Y para colmo, no puedo sacarme de la cabeza al doctor Matthews. Todo en él me parece demasiado perfecto.

Ahora estoy en la sala frente a la televisión, sin poder despejar mi mente. Enciendo el noticiero local, esperando escuchar lo mismo de siempre: "No hay novedades, seguimos investigando".

Pero lo que escucho me hiela la sangre.

—Última hora —dice la presentadora, con el rostro pálido y la voz cargada de tensión. —Un nuevo ataque ha sacudido nuestra ciudad. Esta vez, no en el hospital, sino en una escuela primaria. Se ha informado del secuestro de varios niños, cuyos cuerpos fueron encontrados dentro de las instalaciones escolares. Las autoridades aún no han determinado el número exacto de víctimas, pero las primeras imágenes son devastadoras.

Me quedo paralizada. Otro ataque, otra masacre, pero esta vez en una escuela. Siento que el aire se me escapa de los pulmones. Los niños han sido secuestrados, llevados a la escuela… y asesinados allí.

En ese momento, mi madre entra en la sala.

—¿Qué pasó ahora? —pregunta, notando mi expresión de terror.

—Otro ataque… pero esta vez fue en una escuela —le respondo con la voz temblorosa.

Mi madre se sienta a mi lado, llevándose una mano a la boca.

—¡Dios mío! Esto se está volviendo una pesadilla… —susurra, incapaz de apartar los ojos de la pantalla.

Mi mente comienza a correr a toda velocidad. Esto ya no es solo sobre el hospital. El asesino está expandiendo su territorio, y nadie parece poder detenerlo. Mi estómago se revuelve de la náusea. ¿Y si está más cerca de lo que pienso? ¿Y si la persona que lo está haciendo… es alguien que conozco?

—Tengo que hacer algo —murmuro.

—¿Qué? —pregunta mi madre, mirándome confundida.

—Nada, es solo… necesito salir a despejarme.

Salgo de la casa con una única idea en mente: encontrar alguna pista. Camino sin rumbo, pensando en cada detalle de los últimos días. El doctor Matthews, Lisa, esa enfermera. Cada uno de ellos podría ser un sospechoso.

Mientras recorro las calles oscuras, el sonido de mi beeper me espanta. Verifico y es un mensaje de Lisa: "No hables con nadie de lo que hablamos en el hospital. Es peligroso".

Me detengo en seco. ¿Peligroso? ¿Por qué me advierte ahora? Mis manos tiemblan mientras respondo: "¿Qué sabes, Lisa? Por favor, dime la verdad".

Espero unos minutos, pero no hay respuesta.




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