Paranoia

Capítulo 4 - Desconfianza en Aumento

Ysabella

No pude dormir al llegar a casa. El mensaje de Lisa no deja de retumbar en mi cabeza: "No hables con nadie de lo que hablamos en el hospital. Es peligroso". Desde que desperté es lo único que llega a mi mente. Mi instinto me dice que hay algo más que no me está contando, algo que está relacionado con los asesinatos. Pero no puedo arriesgarme a presionarla más.

Los noticieros siempre repiten la misma información, muestran imágenes de los lugares donde han encontrado a los muertos. Las autoridades esta desesperadas, no tiene pista claras. Por esas razón decido que tengo que investigar más, no puedo quedarme de brazos cruzados mientras el asesino anda suelto, seguro planeando más asesinato

Al llegar al hospital camino por los pasillos como una sombra, observando cada rincón del lugar. Decido ir a la oficina de Lisa, al llegar veo que ella no está, y eso me pone en alerta. Veo una compañera y pregunto por ella, y me dice que ha pedido un par de días libres, algo que no hace con frecuencia.

—¿Dijo por qué se fue? —pregunto, tratando de ocultar mi preocupación.

—No, solo dijo que necesitaba descansar. Estos días han sido duros para todos, pero ella… estaba muy afectada. —responde la mujer, encogiéndose de hombros.

Algo en su partida suena mal. ¿Hay algo que la asustó tanto como para desaparecer de repente? O peor aún, ¿vio algo que no debía?

Mientras intento procesar esa información, veo al doctor Matthews en el pasillo, hablando con la recepcionista. Los dos parecen estar en una conversación seria. Me acerco sigilosamente, tratando de escuchar lo que dicen, pero justo cuando llego, Matthews me ve.

—¡Ah, hola! —saluda, con esa sonrisa perfecta que cada vez me resulta más inquietante.

—Doctor Matthews. —digo, forzando una sonrisa. —¿Cómo están las cosas?

—Bueno, ya sabes, todos estamos preocupados por lo que está sucediendo, pero seguimos adelante. —responde, con un tono que suena casi ensayado.

—Sí, es horrible. Me cuesta creer que nadie haya visto nada. —comento, tratando de empujar la conversación hacia algo útil.

El doctor me observa por un momento, sus ojos brillando con una extraña intensidad.

—A veces… es mejor no ver. —dice en voz baja, casi como si estuviera revelando un secreto.

—¿A qué te refieres? —pregunto, sintiendo cómo un escalofrío recorre mi espalda.

—Solo digo que, en situaciones como esta, la gente puede optar por mirar hacia otro lado. El miedo puede ser más poderoso que la curiosidad. —Su sonrisa se ensancha, pero en lugar de parecer amable, me resulta inquietante.

Antes de que pueda responder, la recepcionista, visiblemente incómoda con la conversación, interviene.

—Doctor, lo esperan en la sala de conferencias. —dice, mirándolo con urgencia.

Él asiente, dándome una última mirada antes de irse. Quedo sola en el pasillo, sintiendo cómo mi desconfianza hacia Matthews se hace más fuerte. ¿Está insinuando algo con sus palabras? ¿Sabe más de lo que deja entrever?

Vuelvo a casa más agitada que nunca. La conversación con Matthews me ha dejado con un nudo en el estómago, y la ausencia de Lisa solo añade más tensión. Me siento frente a la televisión para despejar la mente, pero lo que veo no ayuda en absoluto.

—Último informe. —dice la locutora, con el rostro grave. —La policía sigue sin encontrar al responsable de los asesinatos en la escuela primaria, ni del hospital, y menos de los casos anteriores que han ocurrido estos últimos años. Sin embargo, han surgido nuevas pistas. Se ha encontrado un vehículo abandonado cerca del lugar del crimen, y las autoridades están investigando si el mismo fue utilizado para transportar a los niños secuestrados. Aún no hay sospechosos claros.

Un vehículo… Esa información no ha salido antes. Me pongo de pie de golpe, sintiendo un latido acelerado en mi pecho. ¿Y si el vehículo pertenece a alguien que conozco? ¿Y si el asesino ha dejado algún rastro esta vez? No puedo quedarme quieta. Tengo que dar una vuelta por la zona cercana a la escuela, a ver si encuentro algo, lo que sea.

Mientras camino por las calles vacías y oscuras, siento que los ojos de alguien están sobre mí, pero cada vez que volteo, no hay nadie. La paranoia empieza a jugar con mi mente.

Al llegar a una intersección veo una figura a lo lejos, vestido de negro junto a un coche viejo, claramente abandonado. Me acerco lentamente, el sonido de mis pasos es lo único que se escucha en esta fría noche.

—¡Oye! —grito, esperando una respuesta.

La figura se gira bruscamente, pero no puedo distinguir su rostro en la oscuridad. Me detengo, dudando por un momento. ¿Quién es esa persona? ¿Es el asesino?

De repente, se escucha un ruido de sirenas en la distancia, y la figura huye antes de que pueda hacer algo. Me quedo allí, sola, frente al coche abandonado, el mismo que probablemente ha sido usado para transportar a los niños. Mi corazón late con fuerza, y mis manos tiemblan mientras intento entender lo que acaba de suceder.




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