Ysabella
Aun no puedo creer que ya hayan transcurrido un mes desde que encontraron los cuerpos de Lisa y el doctor Matthews. Desde ese día no puedo dormir, comer ni pensar con claridad. Siento que me volveré loca y la paranoia me esta dominando, me consume y no sé cómo detenerlo.
Los rostros de las personas que conozco me parecen extraños, sus acciones, sospechosas. Cualquier mirada, cualquier gesto me hace pensar que saben más de lo que están dispuestos a decir.
Los noticieros no paran de hablar de los asesinatos. Nadie entiende cómo alguien pudo matar a dos personas adultas, experimentadas y cuidadosas, sin dejar rastro. Y lo peor… esos dos estaban en mi lista de sospechosos, y ahora están muertos. Si ellos no son los responsables, entonces, ¿quién diablos es?
Me duele la cabeza todo el tiempo, mi respiración siempre esta agitada. No puedo estar tranquila. No después de todo lo que ha pasado. La policía sigue sin respuestas, y mi obsesión sigue creciendo, expandiéndose hasta ocupar cada rincón de mi mente.
Hoy la angustia y la desesperación esta en un punto máximo donde mi ansiedad aumenta, siento una presión en el pecho que me hace querer salir de la casa. Ya no lo soporto, necesito hacer algo que me ayude a sentir que no estoy completamente perdida. Sin pensarlo me visto rápidamente, agarro una chaqueta negra y salgo. No se que hora es, pero se que es muy tarde.
La noche está fría y silenciosa. Mis pies me llevan hacia el lugar donde encontraron los cuerpos de Lisa y el doctor Matthews, sin que yo realmente decida ir allí. Es como si algo más estuviera controlando mis movimientos, guiándome en la oscuridad. Las calles están vacías, las luces de los faroles parpadean débilmente, como si el miedo también las estuviera apagando poco a poco.
Cuando llego al lugar, veo algo que me detiene en seco. A lo lejos, donde la policía debería haber bloqueado la entrada, hay varias de personas, pero no son oficiales. Están vestidos de negro, de pies a cabeza, y sus movimientos son lentos, precisos. No puedo ver sus rostros, pero la forma en que camina se me hace bastante familiar.
—¿Quiénes…? —murmuro, pero mi voz se ahoga en el silencio de la noche.
Me escondo tras un árbol cercano, observando. Mi corazón late con violencia mientras los veo moverse en la oscuridad, casi como si flotaran. Trato de enfocar la vista, pero es inútil. La oscuridad los cubre como un velo, impidiéndome ver quiénes son realmente.
Siento un nudo en el estómago cuando uno de ellos se agacha, y veo algo que me hace contener la respiración. Están arrastrando algo. ¿Cuerpos? Un terror profundo me invade, haciéndome sentir más pequeña, insignificante.
—No puede ser… —susurro, mi voz temblorosa.
Mi cuerpo reacciona antes que mi mente, y empiezo a seguirlos desde la distancia. Me mantengo en las sombras, tratando de no hacer ruido, pero mis piernas están temblando, y me cuesta mantener la calma. Me siento como una espectadora en mi propia vida, incapaz de detener lo que está ocurriendo.
Los sigo durante varios minutos, tal vez más, hasta que se detienen en una calle desierta. Uno de ellos mira alrededor, y por un segundo, siento que sus ojos se clavan en mí, aunque no puedo ver su rostro. Me escondo rápidamente. Estoy respirando tan fuerte que temo que puedan escucharme.
Y entonces, algo sucede, la ansiedad me golpea de lleno, como una ola que me arrastra. El suelo bajo mis pies parece absorberme, mi vista se nubla, y siento un mareo que me deja sin fuerzas. Mi cuerpo se tambalea, y antes de que pueda pedir ayuda, todo se oscurece.
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Editado: 03.11.2024