Ysabella
La mañana me recibe con una sensación de vacío y una intensa presión en el pecho. Miro la habitación, las paredes llenas de papeles y anotaciones. Parecen las pistas de un caso imposible. Me siento en la cama, observando lo que he hecho. Todo este caos refleja la tormenta en mi mente.
Después del encuentro que tuve anoche con el señor Varrick, he intentado convencerme de que él no es el culpable. No había nada en su mirada, nada en su comportamiento que me hiciera pensar que está involucrado en los asesinatos. Pero… ¿y si solo es un gran actor?
Mi mente no deja de maquinar posibilidades, de crear escenarios. Cualquier cosa parece posible ahora. Mi realidad se desmorona un poco más cada día.
El sonido de la televisión que coloqué en mi habitación para no tener que bajar y así ver siempre las noticias me saca de mis pensamientos. Las noticias anuncian otro asesinato. Esto no puede ser, otro más. No puedo evitar llevar mi mano a la boca por la sorpresa de ver otro asesinato.
—Un empresario y su esposa fueron encontrados muertos, con sus cuerpos mutilados en su propia casa. No hay pistas, no hay huellas. Solo cadáveres —anuncia un locutor, con el rostro marcado de preocupación.
Mis manos tiemblan mientras veo la noticia en la televisión. Es la misma historia, el mismo patrón. Sangre y muerte, y yo sigo sin poder hacer nada para detenerlo.
Mis pensamientos empiezan a divagar, buscando conexiones entre las víctimas. ¿Qué tienen en común? No puedo dejar de pensar en Lisa, el doctor Matthews, los niños… y ahora, este matrimonio. Siento que estoy al borde de descubrir algo, pero no logro unir todas las piezas.
Es entonces cuando, sin poder evitarlo, un nuevo sospechoso se cruza por mi mente, alguien a quien hasta ahora había ignorado completamente: mi mejor amigo del trabajo, Caleb.
Caleb siempre ha sido reservado, misterioso de alguna manera. No es que haya algo claramente sospechoso en él, pero ahora que lo pienso, ha estado ausente las últimas semanas. ¿Y si está relacionado con los asesinatos? ¿Y si...?
No, debo dejar de pensar que todos son culpables, pero no puedo evitarlo; se me dificulta. Ya no sé en quién confiar. No sé qué es real y qué es producto de mi paranoia. Pero una cosa es segura: el asesino sigue ahí afuera.
La ansiedad me arrastra a dar vueltas en mi cama, incapaz de apagar mi mente. Me levanto y camino de un lado a otro, intentando armar el rompecabezas que es mi vida en estos momentos. Esta sensación es horrible. En algún momento, mi cuerpo cede y caigo en un sueño profundo.
(***)
Han pasado varios días desde que me enteré de la muerte del matrimonio. El asesino sigue suelto, y el miedo ha comenzado a carcomer cada aspecto de mi vida. Las noches son un desfile de sombras y recuerdos incompletos. Y lo peor de todo es que cada vez que salgo y despierto sin recordar nada, una parte de mí siente que he estado más cerca de lo que quisiera de esos crímenes.
Estoy a punto de salir de casa cuando el teléfono suena. Me regreso y contesto.
—¿Ysabella, eres tú? —una voz femenina y bastante familiar se escucha del otro lado de la línea.
—Disculpa, ¿quién habla?
—Soy Emilia, tu amiga del trabajo. —Su voz, normalmente alegre, suena extrañamente tensa—. ¿Cómo estás? —pregunta, intentando sonar casual.
—Oh, Emilia. He estado bien, ¿qué pasa? —respondo con algo de fastidio. Ella a veces me estresa.
—Bueno... ¿te has enterado de lo de Henry?
Mi corazón da un vuelco. Henry, uno de los empleados más antiguos de la empresa.
—No, no me he enterado de nada. ¿Qué ha pasado? —pregunto con nerviosismo.
—Lo encontraron muerto ayer por la noche, en su casa. Las mismas señales que los otros crímenes... mutilaciones.
Mis piernas se sienten débiles y tengo que sentarme para no desmayarme. Otro asesinato. Y esta vez, es alguien mucho más cercano.
—¿Estás bien? —la voz de Emilia parece distante, como si estuviera al otro lado de un túnel.
—Sí, es solo... demasiado. ¿Sabes algo más?
—Pues... esto es lo raro. Aparentemente, Henry estaba metido en algo turbio. Nadie sabe exactamente qué, pero las autoridades están investigando.
El corazón me late con fuerza. Mi mente empieza a divagar. ¿Podría Henry haber estado relacionado con los crímenes? ¿O fue simplemente una coincidencia que muriera de la misma forma? ¿Y si Henry no es una víctima, sino parte de todo esto? ¿Y si él sabía algo que no debía?
Me levanto de golpe, sintiendo la necesidad de actuar, de investigar.
—Gracias por decírmelo, Emilia. —Cuelgo sin esperar una respuesta.
Ahora Henry se ha convertido en otro cabo suelto, en otra pista que podría desentrañar el misterio... o enredarlo aún más.
Analizo la lista de sospechosos y el nombre de mi jefe llega a mi mente. No lo había considerado antes, pero ahora, con lo de Henry, es otro sospechoso más.
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Editado: 03.11.2024