Ysabella
¿Dónde estoy? Me duele la cabeza y mi cuerpo parece más pesado de lo normal. Abro los ojos con lentitud y el techo familiar de mi habitación me saluda en la oscuridad de la noche. Mi cabeza da vueltas. Todo es un caos. Siento el frío invadiendo mi piel.
El reloj de la pared marca las 7:45 de la noche. ¿No puede ser? ¿Cómo es posible que esa sea la hora? ¿Y que esté en mi cama y aún viva? Si recuerdo muy bien que cuando salí hacia la casa de mi jefe era bien tarde de la noche y… ahora todo lo que pasó me parece confuso, como si hubiera sido un sueño o una pesadilla. Lo de mi padre, cuando intenté huir y él me detuvo inyectándome algo. No, no fue un sueño, estoy segura de que todo fue real.
Mi mente está hecha un caos de imágenes, pero sí recuerdo todo lo que pasó anoche. ¡Oh, Dios! Mi padre es el asesino y esa otra persona que estaba con él es su cómplice. Lo veo en mi mente, vestido de negro en esa fría sala, intentando encontrarme para que no dijera nada de lo que me enteré. Recuerdo su voz serena y maliciosa. No, no fue un sueño.
Las horas pasan y aún me encuentro en mi habitación, analizando, caminando de un lado a otro como una demente, viendo fotos, analizando todo. Intenté ir a la policía y denunciar a mi padre, pero no pude hacerlo, y menos sin pruebas contundentes. ¿Mi madre? ¿Qué dirá cuando le diga todo? Ella quedará destrozada al igual que yo.
Me levanto de la cama y voy hacia la pared donde he estado pegando las fotos y las notas sobre los sospechosos. Algunas cosas tienen sentido; esa noche en el hospital, cuando vi a esa persona, había algo en su rostro que se me hacía familiar. Era él, mi padre, estoy segura.
Empiezo a conectar los puntos otra vez. Tomo uno de los hilos que conectan las imágenes en mi pared. Es la foto de mi padre junto a la de Lisa y el doctor Matthews. Ambos fueron asesinados después de que empecé a sospechar de ellos... ¿es una coincidencia?
Estoy completamente segura de que no. Los puntos empiezan a unirse en mi mente, los recuerdos vagos de lo que vi aquella noche en el hospital... ¡Claro! Mi padre estaba ahí. Lo vi con mis propios ojos, lo vi planear algo, pero al no verlo bien no sabía que era él.
¿No entiendo por qué razón mata a las personas? ¿Será que le causa algún placer? Tal vez le da emoción matar. ¡Qué horror! Pero... de repente, la puerta de mi habitación se abre lentamente, y el rostro de mi padre se asoma. Mi corazón se acelera.
—Cariño, ¿cómo estás? ¿Ya cenaste? ¿Quieres que te prepare algo? —cuestiona, su tono tranquilo, casi despreocupado. La luz tenue de la lámpara del pasillo apenas ilumina su rostro, haciéndolo parecer aún más sombrío.
Me quedo congelada. Las imágenes en mi cabeza son un caos aterrador. No puede ser. No puede ser él. Me niego a aceptarlo y debo preguntarle.
—¿Qué... dónde estabas? ¿Qué has estado haciendo? —mi voz tiembla, pero trato de sonar firme. No debo mostrar miedo.
Él frunce el ceño, confundido.
—Había salido con tu madre y acabamos de llegar. Y escuché ruidos. Pensé que habías tenido una pesadilla —dice, acercándose un poco más—. Te vi inquieta en la cama hace rato, pero estabas profundamente dormida.
—¡No! —grito, mi voz más fuerte de lo que esperaba. —¡Eres un asesino! ¡Te vi en la casa de mi jefe, me quieres matar! ¡Tú... tú estás planeando matar a más personas! —grito con desesperación en mi voz.
El rostro de mi padre se endurece momentáneamente, pero rápidamente se suaviza. Esa frialdad. ¿Es real o es producto de mi mente paranoica?
—¿De qué estás hablando? —pregunta con voz serena, aunque noto una pequeña rigidez en su mandíbula—. No he planeado nada. No ha pasado nada, Ysabella. Has estado aquí, durmiendo. No has salido de la casa desde anoche. ¿Qué te pasa?
Sus palabras me golpean con fuerza. ¿Qué me pasa? Mi mente está jugando con mi propia cordura. ¿No he salido? No es posible. Recuerdo haber salido y fui a esa casa... ¿Lo hice?
—Estuve afuera... —susurro, aunque mi voz se debilita con cada palabra. —Fui a esa casa y te vi con otra persona... y luego... —mi voz sale temblorosa y no puedo continuar hablando porque se me hace un nudo en la garganta.
Mi padre niega con la cabeza, dando un paso más cerca. Se sienta en la orilla de la cama, su expresión es preocupante, pero en su mirada no hay duda.
—Ysabella, has estado aquí todo el tiempo —su voz ahora es más suave, pero firme. —No has salido de la casa. Has estado durmiendo desde anoche.
Las lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos. No puede ser cierto. Recuerdo haber estado afuera; fui a buscar pistas en la casa de mi jefe, era un sospechoso... pero ahora, todo parece tan... distante. Difuso.
—¿Entonces...? —mi voz apenas es un hilo audible. —¿Quieres decir que todo lo que he visto ha sido un sueño?
Mi padre suspira y me mira con una mezcla de preocupación y paciencia.
—Eso parece, cariño. Estás agotada. Has estado tan obsesionada con todo lo que está pasando que tu mente está jugando contigo. Tienes que descansar. Todo esto te está afectando más de lo que crees.
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Editado: 03.11.2024