Pasión en Puntas

Capítulo 8

Al día siguiente cuando la daban de alta, allí está Misha esperando la, con todo y su guardaespaldas. Ella al verlo dijo.

— En serio me piensa llevar a su casa.

— Claro, piense que es un cursillo de relaciones humanas. —le dijo Mijaíl, sonriendo ampliamente.

— Por Dios señor, no comprendo porque llevará a su casa a un desconocida.

— Bueno puedes enseñarme algo de relaciones humanas, a un hombre tan frio como yo.

Cristal enrojeció aún más, y sintió que un cosquilleo la recorría de arriba abajo.

— Si te a través a ponerme una mano...

— Shhh... No seas boba —la calló él, besándola suavemente. — No voy a seducirte. Ni aunque me supliques. No sería capaz de seducir a una joven convaleciente. Iré a decirle a una de las enfermeras que te venga ayudar.

Apretó el botón de llamada que había en un panel de la pared, junto a la cama, y antes de que Cristal pudiera decir nada más le hacía un gesto de «hasta luego» con la mano y salía de la habitación. Cristal no podía creer que aquel hombre la allá besado, algo que la sorprendió porque el beso le había gustado.

Cuando le dieron el alta y Misha la llevó a su casa, Cristal todavía tenía vértigo y náuseas, pero estaba empezando a recuperar poco a poco sus fuerzas, y era maravilloso

para ella poder respirar tranquilamente. Cuando mira a su alrededor y ver aquella mansión tan grande y el decir casa pensó en algo normal.

Misha le había a pedido a Gianfranco que le preparara una de las habitaciones del piso de abajo para que no tuviera que andar subiendo y bajando las escaleras. Cristal estaba nerviosa porque no sabía cómo iba a vivir con aquel hombre.

—¿Va a venir mi amiga? —inquirió saber ella, cuando estaban los

dos allí sentados después de cenar.

— Si, cuando ella tenga tiempo porque la compañía empezó con los ensayos, tu tienes que esperar a que mejores.

Cristal se entristeció por aquello, ella amaba mucho el ballet y disfrutaba de ello en especial después de la rotura con Michel.

— Entonces... ¿No voy a bailar en la inauguración?. —inquirió ella vacilante.

Misha la miró y asintió con la cabeza.

— No, así que esperas.

— Pero, mi amiga vendrá de vez en cuando...

Él pareció incómodo. Se inclinó hacia delante y tomó el vaso de whisky que había puesto sobre la mesita.

— No te preocupes que sola no estarás, la ama de llave estará siempre por allí cuando necesites algo. — Cristal se enojo.

— ¡No! Piensas que estare aquí sin hacer nada. —se apresuró a aclarar ella. — No soy una vagabunda.

Ella tragó saliva. Todavía se sentía vulnerable después de aquel beso que le dio, no podía evitarlo.

— Lo siento, pero ya dije así que a dormir. —murmuró.

— A caso eres dueño de mi vida.

— No lo soy, pero estás en mi casa y aquí mando yo así que a dormir pequeña.

— No soy ninguna pequeña.

— Deja de discutir conmigo, además tengo sueño vamos.

— De acuerdo. —le dijo ella

Cristal se fue a su habitación, mientras que Misha subió a la suya que estaba en el segundo piso. Cuando ella entró en su habitación sus ojos se abren de la sorpresa al ver todo a su alrededor. Y dice para ella.

— Vaya nada comparado con mi habitación de casa y menos del hotel, esto es maravilloso.

Y se sentó en la cama, estaba casada que se quedó allí mismo, no se cambió de ropa. El cansancio puedo más, así que allí yacía acostada. Cuando de pronto se levantó por una bulla, escucho la discusión de alguien. Se levantó y fue a ver qué pasaba, cuando llega a la puerta se detiene era aquel hombre discutiendo con un hombre mayor.

— Vamos Mijaíl, tienes solo dos semanas.

— Por que las cosas debería de ser así.

— Por Dios Mijaíl, sabes cómo es tu abuelo.

— Que se vaya al infierno mi abuelo y todo el mundo.

— Mijaíl no digas eso sabes que el abuelo esta enfermo y sabes lo que el quiere contigo.

— Si obligarme a algo que no quiero, Ivanna.

— Ya Mijaíl tienes que ir hablar con el.

— Ya te dije que el abuelo se puede ir al infierno y quemarse.

— ¡Mijaíl no digas eso!. —exclama Ivanna. — Sabes que eres mi hermano y nunca pasar el tiempo con tu familia.

— Sabes muy bien porque lo hago Ivanna.

— Si lo sé hermano pero el abuelo te quiere ver y tienes dos semana.

— Déjame pensarlo hermanita.

— Hay está cuando me llamas hermanita estás tramando algo.

— Vamos Ivanna deja de pensar cosas.

— Bueno mejor dejemos está conversación para otro día.

— Espero que vayas a ver al abuelo Alessandro.

— Está bien veré cómo hacer.




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