Pasión en Puntas

Capítulo 9

Cristal se había quedado mirando a la chica que la estaba atendiendo, y frunce el ceño y le dice.

— Como que la prometida de su señor, yo no soy nada de él.

Cristal se miró las manos y se pregunto. ¿Dónde carajos está el anillo? Frunció el ceño y miro a la chica

— Chantal mira mi mano, ve algún anillo en el, eso significa que no hay nada, así que se equivoca en ello.

— No creo señorita esta mañana cuando el señor salió dijo muy específico, espero que atiendan bien a mí prometida.

— Eso no puede ser, esto no me puede estar pasando a mi.

— Bueno señorita la dejo, el señor vine a almorzar espero esté preparada para la hora de la comida.

La chica de servicio se fue asi como entro, dejando a Cristal pensativa y preocupada por aquella situación.

Al rato Cristal escucha voz en el pasillo y se asoma no ve a nadie. En eso las voces siguieron sonando cuando ella se da cuenta que alguien hablaba de ella como la prometida de aquel hombre que ella aún no conocía bien.

Salió de la habitación y siguió las veces hasta llegar a la entrada de una sala allí estaban dos mujeres hablando de ella.

— No se que le pasa a tu hermano.

— Porque los dices, porque no he hizo caso a ti y ahora esta prometido a una americana.

— Por Dios Ivanna.

— Yo creo que estás furiosa porque Mijaíl está interesado en esa joven.

— Sabes que Misha y yo teníamos planes de comprometemos.

— Si, cuando se te ocurrió salir con unos de tus amigos Tamara.

— Solo fue algo insignificante.

— Vaya insignificante Tamara, te encontró con el tú sabes dónde.

— Por Dios Ivanna, eso fue una falsa y el la tomo en serio quería darle celos.

— Celos a Mijaíl, por favor mi hermano es un témpano de hielo, que no siente nada por nadie.

— Viste lo que estás diciendo, quiere decir que no es nada serio lo de ese compromiso.

Aquello que escuchaba Cristal no lo podía creer, aquellas mujeres hablaban de ella y de la tal Tamara.

Ahora sin donde se había metido ella y con aquel loco.

En ese momento sono, un campana algo extraña para ella y en ese momento, las mujeres dejaron de hablar y una de ella dice.

— De seguro que es tu abuelo, quien habrá llegado para conocer a la chica esa.

— Tiene nombre Tamara se llama Cristal y es muy especial para Mijaíl.

— No se de dónde salió esa chiquilla, pero sabes que tu abuelo es demasiado quisquilloso en ello con las parejas de Mijaíl o no recuerdas la última que tuvo.

— Bueno si la recuerdo, mi abuelo la alejo de su vida porque era una interesada como tú.

— Maldita sea Ivanna, no soy de esas.

— Caza fortunas, pues creo que te gusta la buena vida.

— No te soporto Ivanna, mejor vamos a ver a tu abuelo.

Las dos salieron de la sala y Cristal se quedó allí parada, pensando en todo lo que habían dicho las mujeres de todo. Ella estaba preocupada ahora con eso de el abuelo, del hombre al cu solo sabía que se llamaba Mijaíl.

En ese momento Cristal, sigue por el pasillo en silencio para ver quiero era aquel hombre que llegaba y el fulano abuelo de Mijaíl.

— Abuelo...

— Vaya que hace aqui esa mujer Ivanna.

— Abuelo por favor es mi amiga, la única que tengo.

— Si, sobre todo amiga donde está Mijaíl, y esa prometida de la cual me habló.

— Bueno abuelo ella está descansado, en una de las habitaciones de abajo.

— Quiero verla de inmediato, ahora...

Cristal estaba escuchando y se dijo que el bueno era un dictador, un arrogante. Entonces ella misma decidió dar la cara y salió de dónde ella estaba escondida.

— No es necesario que llame a alquien para buscarme, aquí estoy y dígame qué quiere conmigo.

— Vaya tiene carácter jovencita.

— Entonces señor dígame, que quiere decirme.

— Mejor hablemos en otro lugar aquí hay demasiada... —en eso la interrumpió Tamara.

— Si claro me imagino que quiere decir mejor me largo de aquí.

— Tiene toda la razón joven, largece y no regrese más.

Cuando se diría a irse, murmuró "maltido viejo".

— La escuché Tamara, váyase al demonio.

— Y al infierno usted viejo decrépito.

— Ya Tamara respeta a mi abuelo, mejor te acompaño a la puerta de la casa.

Entonces ella volvió a susurrar.

— Maldito viejo decrépito.

— Ya Tamara vamos.

Las dos mujeres, desaparecieron de la vista del viejo y se encaminó con Cristal a una terraza que quedaba allí cerca de los pasillos.




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