Peligro por ser bonita.

Capítulo 2: Las calles vacías de mujeres bonitas.

La gente empezó a notarlo después del tercer cuerpo.

No fue un hallazgo macabro ni sangriento, sino más bien inquietante por lo pulcro. Como si hubiera sido dispuesto así a propósito. Las tres habían estado en el mismo baile semanas antes. Sonrientes. Maquilladas. Con vestidos caros comprados en la capital. El pueblo pequeño siempre tiene memoria para eso: quién lleva joyas falsas, quién finge dinero, quién se cree mejor que los demás solo por ser bonita.

— ¿Sabías que no ha vuelto a haber ninguna desde que dejaron de salir? —dijo Clara, sirviendo café con manos temblorosas.

Luisa la miró por encima de su taza. No era bonita, pero sí inteligente.

—¿A qué te refieres?

—Que desde que las más guapas dejaron de ir a los bailes... nadie ha muerto.

Se quedaron calladas. Un perro ladró afuera. El sol caía lentamente sobre el techo oxidado del mercado.

—Es una coincidencia —dijo Luisa, aunque ya había cambiado la cerradura de su puerta.

Pero no fue coincidencia. Las mujeres hermosas desaparecieron de las calles. Se escondieron. Algunos huyeron al norte. Otras simplemente se cubrieron el rostro con pañuelos y dejaron de usar tacones. Mientras tanto, los demás seguían bailando, riendo, bebiendo bajo las luces de colores como si nada hubiera pasado.

Como si estuvieran a salvo.

Y tal vez lo estaban.

Tal vez no.




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