Pennywise [el origen] (primera parte)

VISITAS INESPERADAS

Un día común como cualquier otro. Estando en la comodidad de mi hogar, me puse a leer ¡Macbeth! De Shakespeare. Mi lectura estaba resultando agradable. Después de una hora de intensa lectura me dio mucha hambre. Por lo consiguiente me dio ganas de freír un poco de carne que tenía guardada en mi nevera. Agarré una pierna de Oliver, la tenía despedazada en partes, de la rodilla hasta el muslo, estaba envuelta en fundas. Días atrás los pies me los había comido asados y estuvieron deliciosos, por eso me costó discernir si el muslo que iba a degustar era de la pierna izquierda o derecha. Pero en realidad, no tenía mucha relevancia.

Desprendí un pedazo de carne de los muslos con mi afilado cuchillo y me puse a asar un pedazo y le eché un montón de condimentos para que quedara exquisito. Luego que ya estuvo listo mi asado. En consecuencia coloqué un trapo alrededor de mi cuello, es para no ensuciar mi límpida vestimenta. Sentía una fascinación por la carne asada. Un buen trozo de Oliver satisfizo mi apetito. Luego de tener mi estómago lleno, continué con mi interesante lectura. De inmediato metí un palillo entre mis dientes para eliminar los restos de comida que el cepillo no alcanza.

Al hacerse más tarde por la noche mis párpados se me hicieron pesados.

Así que al ir a dormir a la cama tuve un sueño muy profundo. De repente mi sueño fue interrumpido por un siseo. En una esquina de mi habitación pude observar a dos terribles sombras ominosas. Eran dos penumbras que tenían forma humana. En aquella esquina oscura de mi lecho no llegaba la luz que provenía de la luna. Aquel halo de luz daba una intensa luminosidad a mi habitación, pero estaba siendo interrumpida por aquellas siluetas oscuras . Momento después escuché un llanto estridente. El lloriqueo se empezó a intensificar y entonces les dije. ¿Qué hacen aquí en mi casa? ¡Lárguense y déjenme en paz.

El maldito sollozo no se detenía, más bien, después se hizo más agudo y sus llantos se izaron.

Yo exclamé. ¡malditos, lárguense de mi casa! Repitiendo lo mismo por segunda ocasión. Ulterior aconteció que el llanto se detuvo y luego sentí que el colchón de mi cama se hundió. Al tratar de mirar quién estaba en mi cama. Observé a una mujer bañada en sangre y se le desprendió la cabeza del cuerpo. Con su mano puso su cabeza cerca de mi oído derecho y me gritó. ¡Tú me mataste! En aquel momento supe que era mi madre porque reconocí su voz. Al instante sentí que me jalaron los pies y una voz masculina me dijo con voz gutural. Yo sigo siendo tu padre y luego se rió con una risa extremadamente demoníaca.

Me arrastró por el piso y yo le quería dar de patadas, pero esta sombra de mi padre se materializaba y luego se desmaterializaba.

En vez de sentir miedo, sentí odio y los maldije. De la sien izquierda de mi padre le chorreaba abundante sangre, también de ese mismo lado en su mejilla tenía unos tajos profundos donde le emergió sangre a borbotones. Yo me encontraba furioso y lo miré con extremo odio, él me dijo. ¡Mira lo que me hiciste!

Yo le grité. ¡Maldito perro! Te lo merecías tú y la zorra de mi madre. ¡Malditos, merecen ir al infierno! Ray, mi padre me dijo. ¡Los niños te castigarán!

Aurora, mi madre, con su cabeza desprendida y sujeta en su mano derecha sonrió y me dijo; los niños ya vienen. Estos empezaron a reír como dos malditos dementes. Yo en cambio me llené de ira y los volví a maldecir, entonces al fin desaparecieron.

Me sentía extremadamente encolerizado y fui a tomar agua. Al ir de nuevo a dormir en mi cama. Sin tener miedo de ningún tipo, el sueño me venció y de repente sentí un cuerpo que se abalanzó encima de mí y empezó a ahorcarme. Yo lo quise apartar, pero la fuerza de esta sombra era abismal. Me tiré de la cama y ahí pude ver el rostro de aquel espíritu. Este me dijo. ¿Te gusta mi carne? ¿Dime, te gusta?

En consecuencia, en vez de tener algún tipo de miedo empecé a reírme como un demente y le dije. Gracias por alimentarme. En aquel entonces sentí un tirón de mis dos piernas y de ambos brazos. El tirón era tan fuerte que pude sentir que me estaban arrancando mis brazos y mis piernas. Lancé un grito desmedido y tuve un intenso dolor, de inmediato Oliver me dijo. Ya nosotros dejamos de ser débiles. Ahora tú eres el débil. El dolor no se detenía hasta que estos se detuvieron. Solo alcancé a meditar que Oliver estaba con los otros niños y estos me jalaron los brazos y las piernas. Tenía rabia. Sentí la hiel derramarse en mi interior. Después no presté atención a dicha situación, entonces los niños también desaparecieron.

Nuevamente me fui a la cama para intentar dormir creyendo que todo fue producto de un maldito sueño. Cuando pretendía quedarme dormido, empezaron a saltar en mi cama. Eran 8 sombras como pude contar. ¡Duerme, Bob! ¡Duerme! «Ja, ja, ja, ja» Estos empezaron a reír como unos niños incultos.

De repente, aún así me quedé dormido. Los espíritus de los niños ya se habían ido y me sentía como perro rabioso por mi interior, ya era de día y el cielo estaba deslumbrante.

Esta vez saqué más carne de Oliver de la nevera. Pero pensé que ya no debía freír más carne, Esta vez tenía pensado comer carne cruda, la carne que saqué de la nevera era de la parte de los brazos. Entonces como amanecí con furor empecé a desgarrar con mis dientes su carne sin freír. Tal y como estaba. ¡Estás delicioso, maldito Oliver! Dije para mí mismo, luego me dio risa. «Ji, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja».

Empecé a reír como si hubiera perdido la razón. Después comencé a deglutir poco a poco su carne cruda. Y mientras más comía más ganas de reír me daban. Parecía como si alguien me estuviese contando un chiste.

Así, al llegar la noche, me sentía preparado para recibir a los malditos niños y estos se hicieron presentes, todos 8 llegaron. Oliver. Noah, Mateo, Sebastián, Dylan, Ian, Ethan y William.

Creen que les tengo miedo, les dije a los niños. «Ji, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja». Entonces me les reí en su cara.




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