¿Por qué existen personas que sienten el sonido de la lluvia muy satisfactorio, relajante, calmado e incluso el olor que se cuela en el aire de la tierra mojada? Es asqueroso e insoportable.
Los días lluviosos son raros, pensativos, depresivos y una muy buena excusa para no salir de casa, o una muy mala situación para cuando realmente necesitas salir.
Sentada en un sillón, mirando a través del cristal de la ventana de mi cálida sala de estar, la lluvia cae.
Es rápida y fuerte, con truenos de fondo. El cielo tintado de gris: un gris estúpido, un gris insípido.
Esto no es relajante.
Quisiera bañarme en la lluvia. Estar de pie, descalza, en medio de la carretera y dejar que gota tras gota me empapara. Eso podría ser relajante.
Mi madre jura que podría enfermar después.
No estaría mal enfermar; sería una buena excusa.
Pero, ¿una excusa para qué?
Nunca salgo de casa, no tengo a quién cancelarle una salida, no tengo quien se preocupe por si estoy enferma o no, a excepción de mis padres.
O quizás él...
¿Le importaría?
¿Vendría a verme si enfermo?
¿Se preocuparía?
No lo sé.
O quizás sí lo sé.
Quizás ni le diría que estoy enferma.
¿Para qué?
Es obvio que no le importo.
¿Es obvio?
¿Le importo?
Un ruido estruendoso se dejó escuchar: un gran trueno reventó en el cielo. Quizás quiso esfumar mis pensamientos o quizás quiso avisarme de que la lluvia había llegado a su fin.
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