Quédate en mis ayeres;
aquellos en donde los años
no me habían alcanzado,
envejeciéndome la piel, los recuerdos.
Quédate por favor en esos días
de amarillos amaneceres,
de cantos nocturnos,
de cabellos bailantes; oscuro placer.
Quédate con la que fui,
con la niña, no con la mujer,
con la ingenua que soñaba
que algún día podía aspirar a ti.
Permanece conmigo entre el musgo,
las flores y el caluroso clima
del verano que añoraba fuese eterno,
solo para los dos, solo para mí.