Añejo y cansado,
muere pausado y certero.
Dulce brillo velado,
la arrogancia lo ha desencantado.
Se mantiene ilusionado
con su confianza
que paulatina se extingue.
El frío inclemente lo abraza;
ese frío que el orgullo causa.
Abandona y no mira,
su vista se ha fragmentado.
Delante el vacío gana,
ya no hay nada
porque no seduce y ya no extraña.
Perece o permanece,
la esperanza no espera
y el anhelar se cansa.
Si perece, que se lo lleve todo.
Que se cargue a la espalda lo vivido,
lo llorado, lo amado y lo soñado.
Que marche frívolo con el desierto caminar.
Que arrase indiferente con lo creado.
Si permanece, que renueve,
que recuerde y reinvente,
que encienda, purifique y restaure.
Perece o permanece,
solitario amor que está dejando de amar.