Allí, entre la locura y el deseo insufrible de tenerte
se encuentra mi alma, inerte, pausada, abandonada.
Está esperando; porque eso hacen los que aman a lo lejos.
Aguarda paciente queriendo seducir
ese instinto salvaje que nunca para.
No se detiene a mirarla, tan pasiva y solitaria.
Espera en calma el momento adecuado para conquistar.
Para amar, justo como hacen los que el tiempo no perturba:
con estúpida e infinita voracidad.