Pensando

Completado

  El señor Pérez todavía desconecertado luego de la charla entablada con su esposa decidió llamarse a la reflexión:

-Ella tiene razón, no es justo pasar el resto de nuestros días vagando como fantasmas por la casa a la espera del juicio final, sin embargo no son pocos los problemas que la edad trajo consigo y sobreponerse a ellos suponía una tarea demasiado difícil, pero, ¿qué no había sido difícil para ellos en la vida?

  Desde un principio todo fue complicado, ambos forzados a una vida trabajadora con tal de subsistir en una sociedad machista donde era mal visto que una mujer se dedicara a algo más que las labores domésticas, aun así eso no los detuvo porque unieron esfuerzos como equipo afrontando codo con codo cada problema que se presentaba. El dinero fue el principal de todos, sin estudios él era carpintero y ella no conforme con que su esposo fuera el único que pusiera los frijoles en la mesa se dedicó a redoblar esfuerzos y aprovechando sus habilidades tejía manteles, guantes, vestidos, entre otras cosas que luego él vendía en la carpintería donde ejercía sus labores.  Fueron ahorrando y poco a poco montaron una pequeña tienda en el frente de su casa, mientras confeccionaba los pedidos recibía clientes interesados en comprar algo en específico o tomaba los encargos de los mismos. Nunca fue mucho pero suficiente para educar a sus hijos con excelentes valores, pagarles una educación digna y llevarlos por el buen camino. 

  ¿Después de más de 70 años de trabajo cómo podía complacerla? Simple, dejó a un lado las escusas que lo separaban de ser feliz con amor de su vida en los últimos años que quedaban.

  Ella fue la chispa que prendió su corazón en yamas hace demasiado tiempo y ahora lo volvió a hacer. Se las ingenió para planear todo tipo de visitas a parques, museos, cines, restaurantes y algunas cosas más que fueran suficiente para su dama a pesar de que siempre quería dar algo más del extra.

  Vistió junto a ella sus mejores prendas para pasear por las calles, observar películas de su época en horario matutino y vespertino; almorzar su comida favorita seguida de la medicación correspondida; dedicarle poemas mientras descansaban las piernas en un banco; comprarle una orquídea a pesar de contar con un jardín repleto de las variedades más exóticas de la misma, era su flor favorita, no hace falta otro motivo; aprovechar las frescas noches donde el calor copera, utilizar velas en vez de lámparas para eliminarse, escuchar música suave y disfrutar de una velada romántica con vistas a sus recuerdos donde rememoran las noches pasionales que colmaron de lujuria cada rincón de su hogar.

  El día de su partida quedó destrozado, carecía de motivos para continuar debido a la ausencia de su compañera de toda la vida. Con el corazón destrozado y casi convencido de que su existencia no contaba con sentido alguno analizó las últimas palabras antes de partir de su amada mujer, estaba claro, ella hubiese querido que siguiera adelante apoyando a su familia, entregándoles todo el amor que ella le había dado, gozando la compañía de los pequeños y aconsejando a los mayores, revelando secretos de cocina y contando anécdotas sobre su matrimonio. Lo había comprendido, sus últimas palabras fueron una reflexión a su modo de pensar, un análisis profundo que a modo de conclusión expresa que la vida culmina en el último suspiro y no cuando la vejez llega.

  De esta forma llenó de energía su espíritu para seguir adelante en una batalla contra el tiempo. Semana tras semana llevaba a los chicos de la escuela hacia el hogar, les compraba helado y siempre escuchaba sus alegres historias sobre lo acontencido en el día. Junto a sus hijos rememoraba las tantas cosas que hicieron con su madre, eso si, siempre buscaba cualquier pretexto para invitarlos una merienda ligera mientras meditaban sobre el pasar de los años sentados en los balances donde algún día los meció para arroparlos y que consiliaran el sueño. Al menos dos veces al mes la familia completa se reunía para cualquier tipo de celebración sin poner pero alguno, ya fuera un cumpleaños o simplemente las buenas calificaciones de los niños.

  Así transcurrieron dos años y medio hasta el día del juicio final donde una vez más se agrupó la familia alrededor de la cama de un hospital, atentos siempre a sus palabras, recreando en su mente la imagen de ese hombre fornido que en sus tiempos hacia lo indecible por disfrutar de la compañía de sus hijos y encargado junto a su esposa de que estos transmitieran de generación en generación sus enseñanzas. Ya casi dando el último adios expresó:

-Me alegra verlos reunidos otra vez con ese espíritu familiar que nos caracteriza, quiero que recuerden mis últimos años por la forma en que los viví y no por como luzco en este momento. Decidí no rendirme y vivir cada instante como si fuera el último, tal y como me encomendó mi esposa querida, mi confidente, mi todo, solo me resta pedirles que dentro de sus rutinas colmadas de trabajo en busca de conseguir mayor fortaleza económica no olviden de continuar la búsqueda de la fortaleza familiar, celebren, contáctense, creen lazos de hermandad entre los nuevos integrantes y afiancen los ya creados con reuniones, apoyo mutuo y cariño, la familia es algo más que un código de emergencia para reunirse en los malos momentos, de esa misma forma hay que estar en los buenos gozando en grande para que el día donde les toque partir al igual que yo den por sentado que su obra está completa, conformes con lo vivido sin temor a la próxima vida, como ahora, solo me resta pedirle a mi alma cansada de tantos años de trabajo que busque el alma de quien fuera mi todo mientras ocupó este cuerpo, me costará pero lo conseguiré, hola Dios, soy yo de nuevo... 

 



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Editado: 28.05.2022

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