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Mes 10, día 10/4.109

A los cinco años, mi mamá me castigo porque rompí un jarrón que era muy importante para ella, era especial y ella siempre lo pulía, lo mimaba, como si fuera una persona o una mascota. Dure tres horas de mi pequeña y corta vida sentada en los escalones de entrada, castigada, sola y aburrida hasta que mi hermano llego con una flor extraña que tenía los colores de los dos: rojo y violeta.

Es nuestra flor, tuya y mía.

Recuerdo que me dio esa flor y luego, fue la primera vez que entrelazo nuestros cabellos y me hizo una promesa.

Siempre seré tu caballero que te trae flores cuando estés triste, el que te cuide y el que te proteja de todo, princesa Anahia.

Y nunca me ha decepcionado, William siempre está ahí, justo cuando más lo necesito, cuando mi mundo parece hundirse.

-Ella no tiene la culpa, no es como si uno despertara y dijera “Hey, voy a ser la blanca”

-Cállate, William.

-No, mamá, no me voy a callar. Sucedió ¿Ok? Nos guste o no, Anahia tiene aura y es blanca.

-No sabes lo que dices.

-No, tú no sabes lo que dices, papá. Ella no tiene la culpa y tú la estas culpando. Creí que ella era nuestra princesa, la niña que íbamos a cuidar.

-Lo es.

-Entonces no la culpes por esto y protégela –William toma mi mano y me arrastra escaleras arriba hasta llegar a su habitación y meternos en ella. Todo está oscuro, pero mi hermano se mueve bien por ella y nos lleva hasta la cama.

Me acurruco contra él sintiendo esa seguridad que mi hermano siempre ha desprendido y respiro hondo. El cuarto huele a él, a su colonia. Me da paz.

-Duerme, Nahia, ha sido un día largo y mañana lo será aún más.

-Él me odia.

-No te odia, pero por alguna razón, está enojado –Sorbo por la nariz conteniendo las ganas de llorar- Hey, no, no llores –Mi hermano me abraza con fuerza y entierro la cara en su cuello- Tranquila, princesa, todo va a estar bien.

-¿Lo prometes?

-Palabra de caballero

Mes 10, día 11/4.109

-Búscame en el descanso, necesitamos hablar –Miro a William pidiendo un adelanto del tema. Mi hermano me conoce tan bien que suspira y desabrocha su cinturón de seguridad encarándome- Necesito que me digas como es que eres amiga del único chico con el aura negra y que me expliques lo que paso ayer –Bajo la cabeza y asiento.

-Por supuesto.

-Hey, no –William toma mi barbilla y me hace mirarlo- Necesito saber cómo es que ese chico es tu amigo y si te ha hecho algo malo ¿Cómo es eso de que alguien te amenazó con hacernos daño? ¿Fue él?

-Xander no me ha hecho nada –Siseo entre dientes- Te explicare en el descanso –Asiente y entonces Ethan baja y me abre la puerta.

-Vamos, princesa, creo que necesitas escolta –Resoplo y me bajo del carro de mi hermano. Ethan tiene razón, necesito escolta porque justo ahora todas las miradas del centro de estudios están puestas en mí. Cada par de ojos mirándome con tantas emociones y expresiones que son difícil exponerlas todas- Sera un día largo para ti.

-Sera un largo infierno –Concuerdo con Ethan y camino a su lado dispuesta a iniciar mi primer día de clases como si nada.

-Eso es todo, chicos, pueden retirarse –Tomo mi mochila dispuesta a salir de esta clase antes de que reciba otra mirada más. Es desesperante ¿Nunca habían visto a alguien con aura?

Nunca habían visto un aura blanca

Me recuerda mi cerebro. Resoplo. Mi hermano tiene razón, no es como si yo hubiera pedido ser la blanca, ni siquiera pedí tener aura y lo que es peor y he estado ignorando desde ayer: Xander es mi complemento.

¡Xander!

Nada más y nada menos que Xander.

Llevo mis manos a mi cabello y tiro un poco de él solo para fastidiarme y dejar de divagar por tantas cosas. Tengo la cabeza y los pensamientos en tantos lados y tantas cosas que incluso es difícil tener una línea de pensamiento coherente. Y lo odio.

Quiero centrarme, necesito centrarme.

-¿Está bien, señorita Altermayer? –Me sobresalto y miro al profeso O’connell tomar asiento frente a mí- Luce consternada.