Pequeña gran mentirosa

CAPÍTULO 3

Esther 

 

Sentía tanta adrenalina en mi cuerpo, corría entre los árboles hasta llegar a mi destino. Le había mentido a mi madre que estaría con Amber, pero en realidad iba a reunirme con Dimitri, le escribí en la noche y le pedí que nos viéramos hoy, sé que estaba mal, mi madre me lo prohibió y él era un total desconocido, pero algo dentro de mí me impulsaba a querer verlo, a arriesgarme, tal vez era una loca, pero desde que él me dijo que podría enseñarme a disparar, la idea estuvo latente en mi cabeza y ahora estaba aquí en el bosque. 

— ¡Hola! Dimitri — saludé. Él estaba recostado en un auto negro, uno muy lujosos, al menos eso era buena señal ¿No?, un ladrón no podría andar en un auto así. 

— ¡Hola, Esther! — me saludó con un beso en la mejilla — creo que para iniciar, tienes que saber algo… mi nombre en realidad no es Dimitri — Me asusté de inmediato, esto no me daba buena espina —, soy Damián. Dimitri es el nombre de mi padre y el día que nos conocimos pues fue lo primero que se me ocurrió decirte. 

— Quieres decir que ¿Preferiste darme el nombre de tu padre y no el tuyo? 

— Si, lo sé; suena ridículo, pero siempre lo hago cuando me presento, estaba seguro de que no te volvería a ver  — creo que eso me había sorprendido más que lo de su nombre falso.  

— ¡Okeey! ¿Sabes qué?, mejor olvida esto de las clases… — era una tonta, estaba haciendo el ridículo… 

— ¡Esther espera! — Dimitri, es decir Damián me tomó del brazo — Fui un idiota lo sé, siempre lo hago con todas las chicas que conozco, pero decidí verte otra vez y por eso te digo la verdad, me caíste bien y de verdad te quiero ayudar ¿Me perdonas? 

No quería perdonarlo, pero en verdad necesitaba de su ayuda, quería tener en mis manos un arma de verdad — Empecemos con esto lo más pronto posible... — comenté. Me soltó, sonrío y entró a su auto. Sacó una pequeña caja negra. Me sentía como una niña pequeña a quien le van a mostrar un nuevo juguete, uno que espera con ansiedad. Damián abrió aquella caja y entonces la vi, una Berretta 92F, italiana y la más utilizada por las fuerzas policiales, ¿Por qué Damián tenía una de esas?, ni idea, pero no me importaba. 

Había leído mucho sobre este tipo de armas, me apasionaban y quería estar preparada en un momento así. 

— Puedes tomarla — indicó Damián. Estaba nerviosa, era la primera vez que tocaba un arma. Acerqué mi mano y la tomé. Sentí su metal frío en mi mano — Muy bien, empecemos con las clases… primera regla, nunca la debes de tomar así… — Damián me las quitó de las manos y la tomó — ¿En dónde vamos a practicar? — preguntó 

Regresé del shock emocional que tenía y le pedí que me siguiera, esta área era muy utilizada por cazadores, así que no habría problema en disparar. 

— Estaremos bien aquí — indiqué al llegar al lugar adecuado. 

— Muy bien, entonces empecemos — Damián tomó algunas piñas de los pinos que estaban en el suelo y las colocó encima de un tronco — Nuestra primera lección serán medidas de seguridad… no puedes agarrar un arma así porque sí… —Damián empezó a darme ciertas instrucciones, yo estaba atenta a cada una de sus palabras, aunque era difícil concentrarse, Damián era un chico muy guapo y con un arma en sus manos se veía sexy, muy sexy —¿Entendido? — interrogó 

— Si, todo ha quedado anotado en mi cabeza…

— Muy ahora pasemos a la parte interesante... ¡Ven, vamos! — me dio instrucciones de cómo tomar el arma, quitar el seguro y la posición correcta para apuntar — ¡Muy bien! … Solo abre un poco tus piernas y presiónalas al suelo  — Sentí su aliento detrás de mi oreja, mientras seguía dándome instrucciones, eso me provocaba ciertas cosquillas en mi estómago, algo muy parecido a lo que sentía cuando estaba cerca de Dylan, el hermano de Amber. 

— ¡Aja! — De pronto sentí sus manos en mi cintura 

— ¡Ahora concéntrate en tu blanco! — susurró en mi oído. En serio que quería concentrarme, pero con su aliento en mi oído y sus manos en mi cuerpo era imposible —. No pierdas de vista tu objetivo, cuando cuente a tres jalarás el gatillo — asentí ante su instrucción — uno… dos … y tres — jalé el gatillo. 

— ¡Joder! — bufé, mis manos temblaban, nunca había hecho algo como esto, pero lo que más me decepcionó fue el hecho de fallar. 

— Hubiera sido demasiado bueno que le dieras a la primera, solo es cuestión de puntería — Damián tomó la pistola, apuntó y disparó dando en una de las piñas.

— ¿Cómo es que sabes disparar tan bien? ¿A qué escuela fuiste? 

Sonrió de lado — No fui a ninguna escuela, fue mi padre el que me enseñó, bueno digamos que me obligó, en verdad que yo no tenía interés, pero cuando cumplí mis quince años, mi regalo fue una pistola — ¡Wow! — no es un regalo muy común que le das a un hijo, pero en fin él quería que yo fuera excelente para manejar un arma, así que me enseñó todo lo que sé.

— ¡Que envidia! Hubiera querido que mi padre hubiera tenido la misma disposición que el tuyo, de seguro él es un excelente padre.

— Mejor no hablemos de mi padre, continuemos con nuestra clase — al parecer no tenía una buena relación con su padre. Pero me preguntaba ¿Qué clase de negocio tenía su papá?, tal vez era dueño de una tienda de armas. 

— ¿Tienes permiso para cargar un arma en tu auto? 

— Sí, hace un par de meses que cumplí los dieciocho años — Éramos casi de la misma edad, mi cumpleaños sería la próxima semana. 

Pasé un par de horas con Damián, estuve cerca de dar en mi objetivo, pero no lo logré, me sentía decepcionada de mi misma. Esto se me habían hecho más difícil que las clases de defensa personal 

— Es una lástima que te vayas tan pronto — mencioné. Iba en el auto de Damián, me dejaría cerca de mi casa.

— Tienes mi número y puedes llamarme cuando me necesites…

— Por ejemplo, como si alguien estuviera a punto de matarme, saldrás de Dublín y siete horas después estarás aquí, creo que solo encontrarás mi cuerpo inerte — me burlé. Según me había contado Damián, él vivía en la capital de Irlanda, Dublín.




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