Pequeña Mía

Capítulo #6 El sol derrite bombones

Lo único divertido fue hacerle la vida imposible al inepto de Manuel, pues tenía que ser mi guardaespaldas por la semana completa, y pues, no se la puse nada fácil. No sé porque no se quedó a donde había ido, pero ni modos, se había ido a estudiar, no a quedarse.

Salgo del baño secando mi cabeza, estoy muy emocionada ya que pronto volveré a casa, a quien engaño, estoy emocionada por volver a ver a Hugo.

—¿Qué carajos estás haciendo en mi habitación? —pregunto, mirando desconcertada al hombre que está frente a mí mesa.

Voltea con mi celular en su mano, mi corazón se encoge de sólo pensar que pudo adivinar la clave.

—Mmm, ¿Qué ocultas pequeña? Un noviecito, mejor dicho, un morenazo —dice, jugueteando con mi celular.

“Lo adivinó”

Tengo a Hugo agregado como “mi morenazo” y eso a él no se le ocurrió de la nada.

—Lárgate de mi habitación ahora mismo —digo echa una furia. —. ¡Fuera! Te lo repetiré por última vez, eres amigo de mis padres, no mi amigo, que te quede claro tu lugar, o te pongo en tu lugar —exclamo fuera de mis casillas.

Avanzo hacia él y le arrebato mi celular.

—No sé quién te crees para entrar así a mi habitación, peor tomar mi celular.

Alza las manos en su defensa.

—Está bueno fiera, pero mucho cuidado —advierte señalándome.

—Idiota —murmuro cuando cierra la puerta. Reviso mi celular, mejor dicho reviso el chat de Hugo.

Hugo: Te extraño... :(

“Yo no, y no quiero volver a verte. No me escribas más”

Abro los ojos de la impresión, ese estúpido se atrevió a contestar por mí. Sabía que no había cambiado, el que nace doblado nunca se endereza, de por sí, ahora no lo quiero ni a un metro de mí.

Pienso y pienso que escribirle a Hugo, pero nada, tengo la mente en blanco, tal vez ni me crea, de todos modos, es lógico que piense que yo lo escribí, aunque se lo explique, ya no puedo eliminar el mensaje.

Hugo: No entiendo, contexto.

Doy vueltas y vueltas por la habitación sin saber que hacer, no entiendo que le pasa a Manuel, estaba cumpliendo muy bien nuestro acuerdo de actuar como dos desconocidos, y en verdad lo somos, pero ahora, ¿Qué rayos le pasa conmigo? ¿Soy su próxima presa?

“Hablamos pronto”

Fue lo único que pude escribir, quise borrarlo, pero ya estaba, no había vuelta atrás.

Hugo: Como quieras.

Nuca me había escrito algo tan seco, está enojado, y tiene todo el derecho de estarlo, Dios, mira nada más en que rollo me metió ése imbécil, por más pretextos que le inventaba, o más dura que me hacía él nunca se rindió, y nunca me escribió de esa manera, al contrario, es muy insistente en cuanto a conseguir lo que quiere.

Ahora más que nuca quiero regresar, necesito regresar.

No me escribió durante el fin de semana, tampoco lo hizo cuando llegué, no aguanté la tortura y le escribí pero no me contestó, tampoco debo exagerar fue hace un rato que le escribí, llegamos el lunes, y hoy martes ya estoy en la universidad, ya sabía lo que me esperaba, peor con una carrera tan complicada como la mía.

—Nos vemos —le digo a mi compañera, bajando las gradas para salir de la universidad.

Me hice dos trenzas y me puse lo primero que encontré esta mañana, unos jeans negros y un top verde, con una chaqueta blanca encima.

Justo cuando estoy yendo hacia la calle, lo veo salir de su auto, cierra la puerta y voltea a buscarme con la mirada, o eso supongo, retira sus lentes de sol y los coloca en el bolsillo pequeño de su camisa azul marina, todos sus movimientos son sexys, es que él completamente lo es, como no lo serán sus gestos y todo.

Cuando sus ojos se posan en mí, me siento como un libro abierto, pero lo peor de todo es que no me muevo, no puedo hacerlo, mis piernas no me funcionan, Dios, no sé si soy yo, pero parece estar más guapo.

Conecto mis ojos con los suyos y siento que me falta el aire, junta sus labios suspirando, está serio.

Mi corazón se conecta con mi cerebro, y mi cerebro se conecta con mi piernas, no importa lo que pase, yo sé lo que quiero, y él está incluido, corro hacia él sintiendo que millas de que kilómetros nos alejan, pero eso era hace una semana, ya no, él está aquí.

Lo abrazo con fuerza cuando puedo,no me rechaza, contrario a eso, me recibe con la misma emoción que le brindo en el abrazo, nos alejamos para mirarnos, él me mira confundido, no digo nada y lo beso, estampo mis labios contra los suyos y devoro los suyos como si el mundo se acabara mañana, poso mi mano detrás de su cabeza mientras danzamos nuestros labios.

Lleva una mano a mi cintura y me pega a su cuerpo intensificando el beso, toma el control del beso, ahora soy yo la que le corresponde, esos labios tan deseables al fin estaban haciendo su trabajo, me estaban derritiendo como un bombón en el sol. Si sabía que él besaba así de bueno, no hubiese tardado tanto,si me traía loca con un casto beso, imagínense na´ más ahora.

Nos separamos lentamente por la falta de oxigeno, no abro los ojos porque aún siento que estoy en las nubes, vuelve a besarme, pero castamente, sonrío contra sus labios y seguido abro los ojos.

—Pensé que aún no te podía besar —comenta frotando mi nariz con la suya, compartiéndome su calor.

—Al carajo con eso.

Pasea su dedo pulgar alrededor de mis cachetes suavemente, sus dedos se sienten suaves y calientes.

—Tal parece que me habéis extrañado —comenta.

—No te imaginas cuanto —confieso. Me separo un poquito para verlo a los ojos. —. Te debo una explicación, un idiota que no me deja ni respirar tomó mi celular, es un amigo de mis padres, adivino mi clave ya que me conoce, quería decírtelo de frente... —farfullo desesperada pero me calla con un beso.

—Ya no importa —me susurra. —. Si convencerme quisieron tus labios, pues lo lograron.

Niego con la cabeza sonriendo.

—No lo planeé, me salió —confieso.

—¿Qué te parece si te dejas llevar más por tu corazón de ahora en adelante?




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