Pequeña Mía

Capítulo #7 Sí quiero ser su novia, señor

No tengo un lugar un favorito con exactitud, pero me encanta todo que tenga que ver con la naturaleza, bosques, ríos, playas, zoológicos, pero sobre todo el mar.

—Hay algo que aún no me has dicho, es sobre la llamada que tuvimos —comenta, caminando junto a mí.

De sólo recordar aquello me molesto, pero no lo hago notar.

—Cuando llamaste le había terminado de decir sus verdades a mi madre, estaba algo molesta —explico sin detalles.

Estamos caminando tomados de la mano cerca de unos arboles, vivir en la ciudad es hermoso, pero no es tan hermoso como vivir en el campo, u en lugares no tan desarrollados, donde hayan arboles,contrario a la ciudad, la cual está llena de edificios y construcciones.

—¿Por qué estabas molesta? —pregunta, y no me sorprende, lo quiero saber todo.

—Literalmente sólo están para darme órdenes, las cosas estaban muy bien entre nosotras, con mi padre nunca tuve tanto apego, pero desde que se volvieron multimillonarios, menos amor quedó, le dije a mi madre que mientras más dinero ganaban, menos amor les quedaba,ella pasó de estar conmigo a estar con viejas, reuniones, esas cosas.

—Bueno, ellos son los dueños de la empresa de vinos más famosa de la ciudad, trata de entenderlos —me pide, apretando mi mano debajo de la suya.

—Es que no —me detengo para mirarlo a los ojos. —. Si tan sólo los conocieras, entenderías, han logrado mucho juntos y estoy orgullosa de ellos, pero de paso se olvidaron de mí.

—El dinero cambia a las personas, pero nunca es tan tarde para ser quien uno en realidad es —me dice con una sonrisa.

—No te pones de mi lado, eso es maduro, no mezclar lo nuestro con otras cosas —junto mis labios suspirando.

—Soy el mayor ¿no? Por cierto, acabas de decir “lo nuestro” —me suelto de su agarre para señalarme a mi misma en duda, él asiente. —. Lo dijiste.

Muerdo mi labio inferior sin saber que decir, junto mis labios desviando la mirada

—Te lo haré más fácil, ¿Quieres ser mi novia?

Mi mandíbula cae, lo miro a los ojos buscando algún rastro que me diga que está bromeando pero nada. ¡Dios! No me esperaba esto en absoluto, si lo pienso tal vez dude, pero, ¿Qué más quiero?

—¿Te lo pido de rodillas? Como si te propusiera matrimonio —propone y yo niego con la cabeza riendo.

—No —logro objetar al fin. —. ¿Puedo pensarlo?

—Sí —responde sin titubear.

No parece estar si quiera decepcionado, simplemente está respetando mi decisión, Dios, en serio que es un bombón.

—¿En serio? —indago, no tan convencida.

—Peor hubiera sido un no —encoge los hombros.

Niego con la cabeza sonriendo, éste mundo necesita más hombres así, corto la pequeña distancia que hay entre nosotros y rodeo su cuello con mis brazos.

—No puedo creer que con todas las novias que has tenido, no sepas las preguntas engañosas, sobre todo las respuestas con otros propósitos —acaricio su cuello suavemente con mis dedos, se tensa un poco y al fin puedo sentirlo nervioso.

—¿Quiere usted explicarme?

—No, ¿Has escuchado hablar de secretos de belleza? —asiente. —. Pues es algo similar, son secretos de mujer, y en cuanto a su pregunta —rozo mi nariz con la suya. —. Sí quiero ser su novia, señor... —rozo nuestros labios suavemente.

Rompe completamente el hueco entre nosotros atrayéndome más a su cuerpo, y besa mis labios sin cordura alguna.

Mis manos viajan a su cabello, los aprieto con fuerza acercando su boca más a la mía, es de esos besos en los que no sientes los pies en la tierra, en los que olvidas y dejas de sentir a tu alrededor, es como si estuvieras en el espacio, sin nada alrededor.

Cortamos el beso al quedarnos sin aire, ahueca mi rostro clavándome su la mirada.

—¿Alguna vez te han dado una respuesta que no puedes asimilar? —sonrío de sólo pensarlo, es tan tierno para ser hombre.

—¿Por qué eres tan tierno? —pregunto, haciendo puchero.

—Porque estoy enamorado —confiesa sin miedo.

Es impresionante la manera tan abierta de decir lo que siente, sin temor a nada, en cuanto yo, me siento demasiada cursi y hasta idiota si digo algo muy romántico u empalagoso.

El zumbido de mi celular junto a una canción de fondo nos interrumpe, lo saco de mi bolsillo y miro la pantalla, es la alarma de las seis.

—¿En serio pusiste una alarma? —dice riendo.

—Por si no lo has notado, el tiempo pasa volando junto a ti, y yo soy una mujer ocupada —aclaro.

Ríe negando con la cabeza.

—¿Una mujer? —inquiere arqueando una ceja. Inclina su rostro peligrosamente hacia el mío. —. Yo te voy a enseñar que es ser mujer, a su debido tiempo —me susurra al oído.

Mi rostro palidece al entender sus palabras, lo empujo lejos de mí y él se echa a reír a carcajadas.

—Mal pensado —le grito.

—No, pues, le llegaste muy rápido para ser algo mal pensando —dice burlándose de mí.

Le hago una mueca rodando los ojos, seguido le saco la lengua.

—¿Qué gesto es ese pequeña? ¿No que eres toda una mujer?

Abro la boca sorprendida, ahora mismo quisiera quitarme los zapatos y lanzarse los atrás.

—Cállate —ordeno furiosa. —. No abras esa boca tan bonita que tienes, a menos que sea para besarme —echo mis dos trenzas sobre mi espalda y me doy la vuelta.

Dios, descarto completamente la idea de que esto sólo lo podía vivir con alguien de mi edad.

Lo siento tirar de mi brazo, y cuando me tiene en frente me besa, hoy está siendo un día novedoso.

—No eres una mujer, eres mi pequeña —susurra contra mis labios.

—En ese caso —alejo mi boca de la suya. —. No eres un hombre, eres mi bombón.

—Yo soy lo que tu quieras, pequeña mía.

En éste momento me pregunto: ¿Qué rayos estaba esperando? De esto he podido aprender que en el amor, no hay un tiempo determinado para que se den las cosas, uno se enamora en cuestión de segundos, otros en minutos, algunos toman su tiempo, siento que perdí mi tiempo al estar esperando que pasara más tiempo, él me quiere y yo lo quiero, y eso es lo que cuenta.




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