¿De que estará hablando? Luchando en contra de mi orgullo logro bajar, la tomo de la mano para llevarla a su habitación.
—Necesitas descansar, a pesar del ogro que es tu marido, no creo que te sea infiel —le digo, ayudándola a subir las escaleras.
Luego de dejarla en su habitación entro a la mía, confundida y llena de dudas.
“Se te cumplió el deseo” esa frase resuena en mi cabeza.
Me meto a darme una ducha para luego empezar a hacer mis tareas.
Unas horas más tardes, intento concentrarme pero no lo logro, unos gritos desde la recamara de mis padres no me dejan, no entiendo que rayos les pasa, no suelen discutir así, ya el dinero se les subió a la cabeza.
Para mí siempre fue suficiente lo que teníamos antes, pero ni modos, mi padre es ambicioso en cuanto a sus sueños y en el fondo estoy orgullosa de lo mucho que ha logrado, y limpiamente.
Me levanto para ir a ver que sucede ya que no soporto sus gritos.
—¡Estamos en un gran lío y tu me vienes con tus estúpidos celos!—grita mi padre.
—¿Estamos? Tú sabrás en que negocios te metiste, siempre te apoyé y así me pagas, dime, dime quien es la zorra, sé un hombre y dime la verdad, si tienes los pantalones para serme infiel, ¡tenlos para decírmelo a la cara!
—¡Cállate Dolores!
—¡Eres un infeliz! Soy la pobretona que te aguanta los cuernos...
Tomo el pómulo de la puerta, y entro justo cuando el señor mi padre alza su mano furioso, pero lo deja en el aire.
—¿Vas a pegarme? Ándale, atrevete, a ver si así te sientes más macho, vamos pégame Alejandro —mi madre lo desafía avanzando hacia él.
—Ya contrólate —dice mi padre entre dientes, tomándola del brazo con fuerza.
—¿O si no qué?
—No me obligues a...
Avanzo dando varias zancadas hacia ellos, aparto a mi padre de ella y me coloco en medio de ambos.
—¿A QUÉ?—pregunto, mirándolo asqueada. —. Vamos papá, contesta, ¿Qué le vas hacer a tu esposa? Si de verdad quieres hacerle algo, procura que yo no esté, porque primero tienes que pasar sobre mí —advierto.
—No cabe duda de que son tal para cual —escupe molesto.
—Porque soy su hija, ¿Qué esperabas? Y tuya también, por si te preguntas donde saqué las agallas, veo que ya el dinero se les subió a la cabeza, traten de calmarse que necesito estudiar.
—Les echas toda la culpa al dinero, a ver dime una cosa, ¿Con qué es que se paga tu universidad? —indaga mi padre, viéndome fijamente a la cara porque cree que dio en el blanco.
—Yo nunca he dicho que el dinero es malo, son ustedes los que no saben manejarlo, ¿O me equivoco? —abandono la habitación dejándolos solos.
Así como están, no me quiero imaginar si les digo que tengo novio, cosa que no pasará, si ellos se meten o se enteran, arruinaran mi relación con Hugo, ellos arruinan todo, todo lo que no es planeado por ellos, y los detesto por eso.
[...]
Amarro mi cabello en una coleta bajita, lo dejo en mi hombro derecho y bajo con mi mochila al hombro.
Bajo trotando las escaleras, cuando levanto la mirada me encuentro con un hombre alto y fornido.
—¿Qué pasó pequeña? —pregunta, fingiendo acento mexicano.
—Dios, ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto sin poder creer que esté aquí.
—¿Así recibes a alguien que no ves desde hace tiempo? Peor a tu herm...
No lo dejo terminar y corro a abrazarlo con fuerza.
—Que gusto verte —murmuro contra su pecho.
—Para mí es un placer pequeña —me abraza con fuerza. —. Me hiciste mucha falta.
Me alejo para verlo a los ojos, me sonríe tiernamente.
—¿Qué haces por acá?
—¿No lo sabes? Uf, te siguen tratando como una niña —hace una mueca de disgusto. —. Vine a salvarle la espalda al ogro de la familia.
—¿Qué pasó?
—Parece que nuestro padre metió a un ganster en la empresa sin saber, falsificó los vinos, y hay una multa que pagar, pero bueno, para eso soy el mejor abogado o ¿no?
—Mateo —le reprocho. —. Esto es serio.
—Bueno, el tipo parece que...
—Deja de contarle los problemas a la niña, déjala ir a estudiar —ordena mi padre bajando las escaleras.
No digo nada y me voy, no quiero ni verle la cara, “niña” sabe que detesto que me digan así.
El rumor ya llegó a la universidad, es la novedad del momento, yo ignoro todo tipo de comentarios, cuando sucede un fraude, todo el mundo opina, pero cuando las cosas están bien, nadie habla. No todo el mundo está en las malas contigo.
—No tengo idea de que pasó y soy la hija de los dueños —me quejo, tumbándome al lado de mi amiga. —. Y por cierto, el imbécil de Manuel volvió por si no te has enterado.
—Sí, lo supe —murmura. —. Relájate, las empresas siempre tienen sus decaídas.
—No es eso, esto me da mala espina, y por otra parte no me gusta la idea de Manuel cerca.
—Debe ser el estrés de tantos problemas en tu casa, tranquila, terminemos de estudiar.
Le hago caso tratando de concentrarme, si le hago caso al rollo tan grande que hay en mi casa, me dará algo.
Con todo el rollo de la empresa, ni en las noches los veo, y sin poder evitarlo me preocupo, tuve que sacar toda la información de las redes ya que mi padre le prohibió a mi hermano contarme lo que pasó, sigue tratándome como a una niña. Con los camiones de envío exportaban otras cosas, también le robaban a la empresa, ahora mi padre está en un rollo legal.
No he podido ver a Hugo, y hablar por teléfono se me hace poco, ambos hemos estado muy ocupados, yo estudiando y el trabajando, me comento que no quería dejar a Antony solo con todo eso que estaba pasando con la empresa, de hecho la última vez que vi a Mary supe que había decidido a entrar a la empresa para distraerse, y al parecer lo está logrando.
—Hola —doy un brinco del susto, levanto la mirada echando mi melena hacia atrás y él sonríe.
—Casi me matas del susto —me quejo llevando una mano a mi pecho.
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Editado: 03.11.2024