El viento sopla fuertemente contra mi rostro desordenando mi cabello, estoy sentada sobre el baúl de su auto, y él está parado entre mis piernas, con los brazos apoyados a mis costados.
—Me enteré de lo que pasó —comenta, lo supuse.
—No me han querido decir nada, sólo sé lo que dicen las redes —digo molesta.
—Hacen bien, necesitas concentrarte en tus estudios —dice con tanta seriedad que no me lo creo.
—¿Es en serio? ¿Acaso tienes hijos? Tengo derecho —reclamo.
—No he dicho lo contrario, ellos no quieren que lidies con eso, yo en su lugar haría lo mismo, te mantendría lejos de aquello, imagina él que es tu padre.
Poso mis manos sobre sus hombres.
—¿Sabes? A pesar de todo ellos siempre fueron felices, y no quiero que eso cambie, no se que motivos tendrá mi madre pero ella cree que mi papá le es infiel, y los instintos de mujer no fallan —ríe por lo último.
—Mira pequeña, eres su hija, sí, pero quiero que sepas que en los problemas de pareja nadie se mete, sobre todo si están casados, deja que resuelvan sus problemas tú tranquila y concentrada en tus estudios, ¿Te gustaría que tus padres se metieran en lo nuestro? —niego. —. Así como esperas que ellos respeten lo nuestro, respeta lo suyo, en las relaciones siempre habrá controversias.
—Bueno, desde ahora te digo que te dejaré hablando solo, no soy de aguantarle discusiones a nadie —advierto.
—Eso lo veremos, a veces es necesario discutir, pero yo prefiero invertir mi tiempo en tus labios —une nuestros labios en un pequeño beso. —. Prométeme que estarás bien,eres doctora y sabes lo que puede causar el estrés.
Sonrío contra sus labios.
—Lo prometo, tu no te derritas.
—No lo haré, resistiré hasta estar contigo, eres el refrigerador que me mantiene entero —muerde mi labio inferior con lentitud, al fin se cumple mi fantasía, Dios, entiendo porque no tenemos la habilidad de leer la mente de los demás.
—¿Bien entero? —pregunto, paseando mi dedo alrededor de sus labios.
—Enterito pequeña —vuelve a besarme, colocando sus manos en mi cintura, chupa mi labio inferior con suavidad, derritiendo a mi pequeño corazón, besa tan exquisitamente que podría pasar el día besándolo, sin exagerar, pues sus labios así de hermosos, son un derrite corazones, ¿Se puede sentir así de feliz sólo por el hecho de estar con la persona correcta? ¿Alguien puede tener tanto poder sobre ti como para cambiarte el día gris?
Para derretirte con sus besos, para llenarte de alegría en cuestión de segundos, porque es justo lo que estoy sintiendo ahora y da miedo, miedo porque lo lindo a uno no le dura, y tengo el ejemplo de Mary, Antonio se desvivía por ella, claro, ella también lo amaba con todo, y de un día para otro se les acabó la felicidad.
—Tanto sentimiento asusta —comento, ahuecando su rostro entre mis manos, con un leve movimiento de cabeza echo mi pelo sobre mi espalda. —. Es como cuando tienes un árbol que no da frutos y cuando lo da, alguien viene y lo corta, más real, al vecino le molesta y le corta unas ramas, justo cuando empieza a dar frutos.
Frunzo el ceño al él echarse a reír.
—¡Tienes un cerebro pequeña! —dice, mirándome como si me analizara.
—¿Qué?
—Es sólo que no entiendo como es que cabe tanto en algo tan pequeño, y como es que de un momento a otro, el amor se nos cuelga, y alguien se nos roba el corazón —respira hondamente sin quitarme la mirada, sus ojos cafés tienen un brillo especial cuando me mira.
—Ahora entiendo porque le temes tanto al sol, eres un bombón —acaricio su mejilla, disfrutando de la suavidad de su piel. —. Dime una cosa, ¿Sabías que pronto iba caer rendidita por eso no te rendiste durante todo ese tiempo?
—Hay que darle tiempo al tiempo preciosa, todos tenemos diferentes formas de amar, y si no me rendí, fue porque no fue atracción física, fue más que eso, aunque debo admitir que a muchos nos gusta lo difícil y tu fuiste como las matemáticas que me daban en la preparatoria —suelto una carcajada al escucharlo. —. Carmen, lo que siento no lo puedo explicar, no existen las palabras correctas, el amor no tiene ciencia, y para entenderlo tienes que sentirlo —toma mi mano y la lleva a su pecho. —. Sólo siéntelo, siéntelo conmigo.
—¿Cuántas veces ensayaste? —pregunto mirándolo con una sonrisita en la comisura de mis labios.
—Cuando te salga algo así de bonito, desde el fondo de tu corazón estando a mi lado, sabrás que no existen ensayos ni trucos para las palabras que vengan del alma.
—Ay ya Hugo, siento azúcar por todas partes —finjo sacudirme.
—¿Cómo no? Si aquí cerquita está un bombón —habla fingiendo estar ofendido.
—Acércate más —paso mi mano detrás de su cuello acercándolo más a mí. —. Para que te mantengas bien enterito, bombón.
[...]
Eso de que el tiempo pasa bien lento cuando estás lejos de alguien que extrañas, sólo lo leía en libros, y bueno, también lo escuchaba de Mary, la entiendo perfectamente ahora, me toco toparme con la pared del amor.
Sacudo la cabeza varias veces tratando de sacarlo de mi mente, ash, es molesto que me traiga así, pero pensar en como yo lo traigo a él, me saca una sonrisa. Hoy me toca dar las clases, tal parece que es un indicador.
Suelto un largo suspiro de alivio al terminar con la clase, los chicos empiezan a marcharse y yo empiezo a recoger mis cosas.
—Lo hiciste muy bien —esa voz...
Levanto la cabeza de golpe, encontrándome con los ojos negros de mi padre, no me salen las palabras de la impresión, lo miro y no puedo hacer nada más que eso.
—Veo que es raro que esté aquí —comenta, entrando sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón,
—Lo sabes —comento al fin. —¿Qué haces aquí?
—Me aburrí de los papeleos, vamos, te llevaré a casa —propone.
Asiento sin poder decir nada más de lo consternada que estoy. Recojo mis cosas y salimos juntos del salón, en silencio nos montamos en su auto, y como de costumbre, siempre me recuerda lo del cinturón, es el único que lo hace de la familia.
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Editado: 19.11.2024