Pequeña Mía

Capítulo #14 Mi niña

No cabe duda de que me gané la lotería con este hombre, y por nada quiero perderlo.

—Por algo me preguntaste eso, y tal vez es por el mismo motivo que estabas tan nerviosa —me mira esperando mi respuesta.

Esa es la parte más difícil, pero tomaré esto como una señal para soltarlo ya.

—Recuerdas lo del mensaje, el chico que te lo envió no nos llevamos bien, de hecho no lo soporto, no sé que le pasa conmigo, primero se apareció el día de la presentación de mi proyecto, y sé que fueron mis padres los que lo enviaron, luego en Australia piropeándome —Hugo arruga su frente confundido, y si no fuese serio esto, ya me estuviera riendo de su gesto. —. Hoy me lo encontré y me mostró una foto, parece que me ha estado siguiendo o mando a hacerlo, no sé —alzo las manos consternada.

—¿Tenías una relación con él? Actúa como un ex que quiere volver —dice con duda.

—Eramos amigos, pero se tiró a una amiga como sabe hacerlo y le dejé de hablar, se fue del país, y hace como dos meses que volvió —explico.

—¿Sabes que le gustas? —asiento. —. Creo que está confiado en algo para hacer tal cosa sin miedo, ¿te amenazó? —no digo nada, él menea la cabeza. —. Ahora entiendo, quieres que yo hable con tus padres antes de que él se atreva mostrarle las fotos a tus padres ¿no?

Asiento.

—Para eso debe de conocer muy bien a tus padres, como para saber que ellos no tengan ni idea de lo nuestro —que astuto es, quería ser breve pero para como está que hasta parece detective, dudo que se lo tome con calma.

—Sí, son muy buenos amigos, pero no te preocupes, ya lo puse en su lugar, y no me importa si mis padres llegan a ver esas fotos, yo te quiero y punto —declaro.

—Si te importa Carmen, trataré de hablar con tus padres lo antes posible y en cuanto a ese chico, me gustaría conocerlo...

ESO NO.

—Ya, no quiero traer mis problemas a mi lugar de paz —llevo mis manos detrás de su cuello.

—Si no me los cuentas, no los podré adivinar y no podré ayudarte —toca mi mejilla. —. De todos modos, no eres buena disimulando, al menos no conmigo.

POV: HUGO.

Me pareció descabellado lo que me contó, pero no tenía motivos de alterarme, ella me lo estaba contando y eso era una muestra de confianza. No voy a negar que estoy nervioso, pero no me importa la opinión de sus padres, amo a esa pequeña y lucharé por ganarme a sus padres, pero no renunciar.

Toco el timbre y me abre una señora de baja estatura, me saluda amablemente y me deja pasar.

—Hola, toma asiento —me dice la señora que se encuentra en la sala y obedezco. —. Mi esposo no puedo estar presente pero dígame. ¿en qué le puedo ayudar?

—Quería tener esta conversación hace tiempo pero no había podido, estoy saliendo con su hija y quería que lo supieran porque es algo serio, disculpe que vaya al grano pero no soy de dar rodeos —farfullo.

Ella ríe, como si le hubiera dicho un chiste.

—¿Estás hablando en serio? —asiento. —. ¿Cuánto tiempo tienen viéndose?

—Cinco meses, dos de novios.

—Yo no sé que te haya dicho Carmen o que le viste, pero te equivocaste de lugar hijo, ¿Cuántos años tienes? —pregunta, mirándome con desconfianza.

—Veinticinco, y no creo que eso sea lo importante aquí—aclaro.

—Son cinco años que le llevas a mi hija —reclama parándose. —.Mi niña está estudiando y tú no vendrás a arruinarle la vida.

“Mi niña”—pienso sarcástico.

—Ella es mayor de edad, y ni aunque le llevara siete —digo parándome también.

—Ni aunque le llevaras menos, dudo que tengas algo que ofrecerle a mi hija, y es mejor que te alejes de ella o estarás en serios problemas.

Carmen tenía razón, jamás creí que su madre fuera así, ni hablar de su padre, pensé que por ser joven, sentía que ellos eran malos, pero veo que me equivoqué.

—Fíjese que estoy orgulloso de todo lo que he logrado a mi edad, no tengo ninguna empresa, pero no me apoyo de nadie, con su permiso —salgo de la casa con los recuerdos de Carmen quejándose de sus padres, todo siempre estuvo claro, ese era su miedo, y la entiendo conociendo a sus padres.

Regreso a mi departamento algo molesto, fui vestido casual, justo para saber si la apariencia les importaba mucho, ya veo que sí, fingí ser medio mal educado, no me presenté ni nada, para ver si tenían humildad, y ella cayó completamente en la trampa, esperaba otro resultado, pero debí suponerlo por todo lo que me había contado Carmen.

Escucho varios toques en la puerta y me dirijo hacia la puerta pasando mi mano por mi cabeza, abro la puerta y me encuentro con sus ojos cafés, igual que los míos. Me sonríe a duras penas, ya vio la respuesta en mis ojos y puedo ver la tristeza en los suyos.

—No me importa lo que digan tus padres, pequeña, lucharé por ti, lo único que me importa es que tu me ames y que estés dispuesta a esto.

La miro esperando a que diga algo, pero no lo hace. Se impulsa hacia a mí y me abraza fuertemente pegando su cabeza contra mi pecho, cierro la puerta y la abrazo también.

—Lo sabía, pero tenía la esperanza de que fuese diferente, a veces es mejor esperar lo malo para que nos sorprenda lo bueno pero me equivoqué —dice entre cortada contra mi pecho.

La alejo para mirarla a los ojos, de sus mejillas brotan dos gruesas lagrimas y siento como si me hubiesen clavado algo en el pecho, me sentí mal de sólo ver como tenía los ojos aguados el día que conoció a mi hermana, ahora la estaba viendo llorar por primera vez. Dios, y eso duele.

—No —seco sus lagrimas con mis pulgares. —. No llores, no lo hagas por favor, yo te amo y no pienso separarme de ti por tus padres, ni por nadie ni nada en éste mundo —la atraigo a mi cuerpo y la abrazo.




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