Pequeña Mía

Capítulo #15 Yo te amo

POV: CARMEN.

“Yo te amo”

Esas palabras retumban en mi cabeza una y otra vez, mientras me dejo envolver por él, es tan cursi que parece ser un chico de esas historias cursis, de hecho, creo que Dios tomó en cuenta el hecho de que soy una amargada y me envió un hombre que hará de mis días una guerra de amor.

Me despego de su cuerpo, levanto la cabeza para poder verlo a los ojos, limpio mis cachetes y hago a un lado mechones de mi frente. Su sonrisa me roba una a mí, ahora sí puedo admitir que después de la mía, su sonrisa es la más hermosa.

Agacha un poco la cabeza para unir nuestros labios, me alzo un poco llevando una mano detrás de su cabeza, profundizando más el beso. Por algún motivo desconocido, en el fondo tenía claro que funcionara o no, iba a estar feliz con haberlo conocido, con haber conocido el amor, el mar de sensaciones, el sentimiento que devuelve la ilusión, y las ganas de vivir.

Sus labios se mueven suavemente sobre los míos, con una delicadeza especial, éste no es un beso candente, es un beso lento, suave, lleno de emociones, en la que compartimos el apretamiento de nuestros corazones de sólo pensar en separarnos.

Nos detenemos no por la falta de aire, si no porque queremos vernos a los ojos, el sentimiento es tan mutuo que no es necesario hablar, sus ojos se clavan en los míos y en ellos puedo ver ese brillo especial.

—Siento que pase lo que pase yo siempre te voy a querer, funcione o no, ya no me importa, tal vez tu seas eso de mi alma gemela pero no el amor de mi vida, pero prefiero que seas lo segundo sin importar las consecuencias —murmuro, acariciando su cuello.

—No estoy manejando, segundo, te dije que en algún momento te iba a salir algo así de bonito junto a mí —dice riendo. —. Para mí eres ambas cosas, y lo continuarás siendo.

—Siempre tan positivo —se encoge de hombros. —. Sí, es lo tuyo.

—¿Me acompañas o te quedas? Voy a comprar comida —dice llevándome de la mano hacia la sala.

—¿Comprar comida? —pregunto frunciendo el ceño. —. ¿Qué acaso no sabes cocinar?

—Tú, ¿Qué crees?

Me siento en uno de los sofás y lo observo buscar algo.

—Comer fuera se hace de vez en cuando, debes alimentarte bien, no es saludable —lo miro con el ceño fruncido.

Se detiene de su búsqueda y me mira.

—Lo lindo de esto, es que cuando nos casemos no tendré que ir al doctor —me guiña un ojo.

Ruedo los ojos.

—Sabes que no me quiero casar —le recuerdo.

—Porque aún no es el momento, pequeña.

Sonrío negando con la cabeza, me paro y empiezo a caminar hacia la cocina.

—La comida preparada en casa por ley es la saludable —le digo haciendo comillas con los dedos. —. Si quieres puedo cocinar —me apoyo de espaldas a la encimera.

Rasca detrás de su cabeza mirándome desde la sala.

—Es que ese es el problema, no hay nada —dice apenado. —. Bueno, sí, pero siendo doctora ni lo veas.

—Supongo que deben ser chatarra, ¿Cómo es que estás tan en forma? —pregunto, y me arrepiento al instante.

Me sonríe divertido y alza una ceja coqueto.

—Gracias.

—No lo dije para que aumentes tu ego —aclaro señalándolo.

Se encoge de hombros moviendo la cabeza hacia un lado.

—Claro que no, lo tomé como un cumplido de mi novia embobada —me lanza un beso.

—Haz una compra saludable —me encamino hacia la nevera, la abro y sólo veo algunas bebidas, al menos bebe jugos naturales, pero nada de lo que tendría una mujer en su nevera, hombres ¿no?

Volteo para regresar hacia la sala y lo veo salir de su habitación cambiado.

—Creo que mejor voy a esperarte, trae algo que ésta niña pueda comer —me señalo a mí misma sonriendo.

—Hubiera sido de lo mejor comer algo hecho por ti —comenta avanzando hacia mí.

—La cocina es mi peor enemiga, pero sé cocinar, anda, no te tardes —lo tomo del brazo, y lo empujo hacia la puerta.

—Como diga —gruñe saliendo.

Me tumbo en el sofá y saco mi celular del bolso que tengo amarrado a mi cintura, es mi favorito, fácil de llevar. Reviso mi barra de mensajes y al fin se dignó de escribirme, de hecho casi no nos escribimos tanto, porque paso todas las semanas, de estar en la universidad a estar con ella y con Hugo.

No pasa ni diez minutos y él está de vuelta, debe estar cerca el lugar, se sienta a mi lado en el sofá, hago señal de bajar las piernas pero él las coloca sobre su regazo. Llevo puesto una mini falda, a unos tres metros arriba de la rodilla ajustada a mi cuerpo, y una blusa con las mangas sueltas en mi antebrazo, casi no uso vestidos, me gusta la ropa ligera y un poco sencilla.

—Te compré ensaladas —dice abriendo la funda.

—Estás bromeando, crees que soy modelo o ¿Qué? —pregunto inclinándome hacia él, despegando mi espalda del sofá.

—Es broma, compré comida de verdad, hay un italiano que tiene un restaurante cerca y hace unos burritos deliciosos, a ver si te gustan y un día te llevo a comer allá —propone regalándome una sonrisa mientras me entrega mi plato.

—Eso no cambia que tienes que hacer una compra y empezar a cocinar tu comida —le aclaro.

—Sí, sé que quieres que sepa cocinar ya para cuando nos casemos —me sonríe y yo niego con la cabeza.

—Mañana estaré con Mary, dependiendo de que cosa vayamos hacer puede que podamos vernos ya en la tardecita, si no pues recuerda este momento.

—Mejor, aprovecho por si mañana no te veo.

Quise quedarme con él pero se negó rotundamente y me llevó a casa, aunque mi madre no lo aceptó, él sigue actuando de la misma manera, si no es necesario no puedo dormir fuera, y si fuese el caso tendría que avisarles a mis padres, actúa como si supiera lo que es ser padre, o tal vez es sólo su madurez de entender las cosas. Mi madre no me comentó nada y yo a ella tampoco, no me interesa hablar de ello con ella, no perdería mi tiempo tratando de convencerla, si mi relación con Hugo tiene que ser secreta para que sigamos juntos, pues lo será.




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