Pequeña Mía

Capítulo #18 Yo tambien lo amo, señor

POV: CARMEN.

Me mantengo quieta esperando su respuesta.

—Dijo que quería hablar conmigo, que no tenía nadie más y decidí escucharla —explica.

—Ya —meneo la cabeza cruzando mis brazos sobre mi pecho. Me alejo de él y empiezo a revisar la casa, me quedo en la cocina y desde ahí sigo observando. —. ¿Te parece normal estar aquí a solas con tu ex?

—No, pero sólo íbamos a hablar —aclara.

—Hugo por favor, no me veas la cara de tonta, chiquita soy pero no tonta —reclamo. —. ¿Sabes? Mejor me voy, me acordé de que si tengo cosas que hacer —digo con ironía y empiezo a caminar de regreso para irme.

—Carmen, chaparra por favor...

Volteo de golpe al escuchar como me llamó.

—¿Cómo me llamaste? —pregunto mirándolo confundida. —. A ver Hugo, tú a mí no me llamas chaparra, me dices pequeña “pequeña” ¿Qué acaso ahora eres mexicano o qué? ¿O me estás llamando como la sueles llamar a ella?

—¿¡Qué!? Por Dios Carmen, te estás haciendo ideas que no son —niega con la cabeza, pasando su mano por ésta.

—¿Haciéndome ideas? —pregunto sarcástica. —. Vengo aquí y me encuentro a tu ex, ¿Qué quieres que piense? ¿Qué estaban haciendo?

—A ver pequeña, tú ¿Qué crees que estábamos haciendo? ¿eh?

Río sarcásticamente.

—La tipa esa tenía calor, y luego sales tú con el abdomen descubierto, es obvio que estaban...

—Estábamos teniendo relaciones —concluye.

—Yo no...

—Pero lo insinuaste —me interrumpe. —. Carmen ¿Cuándo vas a confiar en mí?

—La confianza no tiene nada que ver en eso Hugo, voy a meter a mi ex a mi casa y te diré que confíes en mí ¿Cómo la ves? —arqueo una ceja mirándolo molesta, estoy que la furia no me cabe en el cuerpo.

—¿Quieres que te demuestre que no pasó nada entre nosotros? Que lo que estás pensando son sólo suposiciones porque estás celosa —dice mientras avanza hacia mí.

—Sí, estoy celosa, y estoy en todo mi derecho —exclamo agitando los brazos.

—Dime, ¿Te demuestro que sigo con una abstinencia de siglos? —da un paso largo y me toma de la cintura pegándome a su cuerpo. —. Puedes darte cuenta perfectamente, si he sido sacado de esa abstinencia y si he sido saciado.

Mis manos quedan sobre su pecho sin fuerza de voluntad alguna, mis ojos están fijos en los suyos, mi corazón late con fuerza y me siento pequeña entre sus brazos.

Estampa sus labios contra los míos y me besa ferozmente, sostiene detrás de mi cabeza con fuerza e introduce su lengua en mi boca, escudriña dentro de mi boca desesperado, mis labios tratan de ir a su ritmo para danzar a la par. Sus manos desciende a mi cintura y bajan más abajo, aprieta mi trasero con fuerza y grito dentro de su boca de la sorpresa, me alza y por instinto rodeo su cintura con mis piernas, a estas alturas mi corazón late descontroladamente en mi pecho.

Aprieto con fuerza mi agarre a su cabello, jadeando dentro de su boca, aleja su boca de la mía y la posa sobre mis hombros, conmigo cargada avanza hacia la encimera donde me deja sentada, aprieta mi cintura mientras besa mi cuello, desciende a mi pecho y pierdo el control, sus manos se escudriñan debajo de mi vestido acariciando mis muslos.

—Hugo —mi voz sale en un jadeo. Si no lo detengo ahora, más adelante no se podrá, ganas no me faltan, pero prefiero pensarlo y estar segura. —. Hugo —gimoteo.

Cuando sus manos hacen contacto con mis bragas, lo detengo abruptamente.

—Hugo detente —le pido casi sin voz, en un gemido involuntario. —. No estoy lista —agrego con más facilidad.

Reacciona y se despega de mí.

—Lo siento —dice alejándose. —. Perdón —se disculpa dándome la espalda, toma de su mechón con fuerza y sale de la cocina.

Algo consternada bajo de la encimera y me acomodo el vestido, estaba como descontrolado, me tocó con un desespero increíble, por un momento creí que me iba tomar en cuestión de segundos y que de aquí saldría cojeando, ese cuerpo no lo tiene de lujo, eso está claro.

Salgo de la cocina, lo veo sentado en el sofá y me dirijo hacia allá. ¿Estará enojado? ¿Me pasé? Me siento sigilosamente detrás de él y observo su espalda.

—¿Qué quieres Carmen? Dime, ¿Qué hago para que entiendas que no estoy jugando contigo, que yo si te quiero en mi vida?

—Hugo lo lamento, tal vez me pasé pero si vas a estar trayendo a tus ex a tu casa vas a tener que aguantarme o...

—No la traje, me tomó por sorpresa, ni siquiera nos solemos ver, no sé que la trajo hoy aquí —explica.

—Lo siento, y desde ya te digo que no me agrada la idea —él no dice nada. Los minutos que hace en silencio se sienten eternos, no sé que más decir, ya me disculpé, ya lo discutimos y lo aclaramos. ¿Qué sigue?

Suspiro con pesadez, pero tampoco dice algo.

—Creo que mejor me voy —digo parándome, tomo mi cartera sobre el sofá y me encamino hacia la puerta. Abro la puerta para salir pero la cierra.

—Regla número uno de nuestra relación, nunca despedirnos enojados, nunca se sabe cuando será la última vez que nos veamos, segundo, no importa si estamos molestos debes darme un beso —dice, cerca de mi oído.

Volteo y lo miro a los ojos, su mano sigue inclinada hacia la puerta.

—¿Es en serio? —pregunto.

—Muy en serio, pequeña —aclara con una sonrisa. Se pone serio. —. De verdad lo lamento cariño, perdí el control.

Le sonrío mirándolo a los ojos.

—No te preocupes, aunque pensé que de aquí salía cojeando —digo riendo.

—O tal vez peor —comenta divertido.

Le doy un manotazo entre risas.

—Fanfarrón —le digo regresando a la sala, me imita y se sienta a mi lado.

—Siendo doctora deberías tú hablarme de esas cosas —me dice juguetón.

—Claro —me río. —. ¿De que le voy a hablar a alguien que ya tiene experiencia? Por favor —me muevo hasta quedar entre sus piernas y dejo mi cartera tirada nuevamente. —. Además, no soy ginecóloga.

—Bueno, como digas —besa mi cabeza. —. Yo voy a cumplir tus expectativas, todas las quieras —rodea mi cuello con sus brazos.




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