Pequeña Mía

Capítulo #19 No sé de que me estás hablando

Después de estar casi el día entero con Mary, regreso a casa y no hago nada nuevo, me encierro a estudiar, el miedo que me está causando que alguien me vea junto a Hugo, u que algún reportero nos capte hace que me sienta más segura hablando solamente por teléfono con él, pero la relación así no funcionará.

—Car —escucho la voz de mi madre a mis espaldas. ¿Qué le dio con mi diminuto ahora? —. ¿Tienes un minuto? —pregunta avanzando, lo sé, sus tacones resuenan.

—La escucho —le digo sin voltear a verla, no recuerdo la última vez que tuvimos una conversación larga o formal.

—No sé si es una broma u algo serio, sólo quiero que sepas que es él o tus estudios, sé que tomarás la decisión correcta.

Reprimo el dolor de la puñalada que acabo de recibir y volteo a verla con toda la fuerza que encuentro en mí.

—No sé de que me estás hablando —comento mirándola fijamente a los ojos, sin permitirle ver mi dolor. Por más que quisiera gritarle que lo amo, que me importa un bledo su opinión, me reprimo, no puedo. Además, yo sé que Hugo me diría que la respetara a pesar de todo.

—Me alegra —me dedica una sonrisa, y se marcha.

Regreso mi vista hacia mi ordenador y aprieto con fuerza el lapicero bajo mi mano, empujo todo hacia un lado y me levanto a ponerle seguro a la puerta, seguido me siento de espaldas a ella viendo por mi ventana. ¿Cómo es que siendo mi madre es capaz de hacerme esto? Ella sabe perfectamente que por nada del mundo yo renuncio a ser doctora, que esa carrera significa muchísimo para mí, sino fuese así, no me amenazaría con eso.

Por largo rato me quedo ahí, sentada mirando por mi ventana, sin derramar ni una lagrima por todo el dolor y coraje que siento. Para estos momentos, ya no hay diferencia entre yo y Mary, ambas enredadas en problemas, pero diferentes situaciones, aunque como siempre, todo tiene que ver con el famosos “amor”

Me paro del piso y tomo mi celular sobre mi escritorio y me tumbo sobre mi cama.

Bombón: ¿Te gustaría ver una película conmigo? En mi casa por cierto :).

Claro que le cambié el nombre, me gusta más que “mi morenazo”

Rápidamente le contesto: “Encantada, me aseguro de que Mary esté bien y paso a tu casa”

Bombón: ¿Y si paso a la casa de Mary por ti?

Yo: No hay problema, nos vemos mañana en la tarde entonces.

Bombón: Vale, pórtate bien pequeña mía.

Yo: Siempre bombón.

¿Debía decirle? Sería lo más sensato pero prefiero no hacerlo, no quiero que haya ningún enfrentamiento entre él y mis padres.

Al carajo con lo que ellos quieran, no me dejaré de ver con Hugo porque ellos me lo pidan, si en algún momento lo hago, será por voluntad propia.

[...]

Justo como quedamos anoche, él pasa por mí a casa de Mary y vamos a su departamento, hablamos de todo mediante el camino, por un momento olvidé completamente la corta conversación que tuve anoche con mi madre. Si dejo que él note algo, no me quedará de otra que decirle, por lo que mejor me olvido de ello, además me prometí a mí misma que mientras pudiera, viviría cada segundo a su lado como si fuese el último.

—A ver, ¿cocinaste algo? —pregunto adentrándome al departamento.

—Te compré Ruffles —volteo a verlo. —. Pero si hice la compra, puedes revisar —me señala la cocina y sonrío.

Doy varias zancadas hacia la sala y me tumbo en el sofá.

—Yo elegiré la película, mientras tu haces las palomitas —prendo la TV y empiezo a buscar. —. A ver, nada de doctores por cierto.

—¿Y si tengo una en mente? ¿Qué hacemos para elegir? —pregunta desde la cocina.

—Jugamos piedra papel o tijera o si las palomitas te salen bien, te dejo elegir —quito la mirada de la pantalla y busco su mirada.

—Demasiado fácil para ser verdad, prefiero piedra papel o tijera —me da la espalda y empieza con las palomitas.

—¿Qué tal la cabaña? —pregunto.

—Que sea una que no hayas visto, ni yo tampoco —exclama.

—A ver —murmuro leyendo los títulos de las películas, pero aun ninguna no me atrae. Aunque dicen que no hay que juzgar un libro por su portada. —. Agua y fuego —ya la vi, es una historia hermosa, Dios, le saca las lagrimas a cualquiera. El famoso crepúsculo, también ya lo vi.

“Perdona si te llamo amor”

Quedo embobada con el tema, la portada no es tan atrapante pero el titulo ya me tiene rendida a sus pies, nada mejor que una película de romance para ver con su pareja.

—¿Has visto cincuentas sombras de grey? —le pregunto sólo para molestarlo.

—No, ¿en serio quieres ver eso?

—Sólo decía, yo tampoco no la he visto —sonrío mordiendo mi labio inferior.

—Bueno, si estás segura de poder verla...

—¿Es en serio? —digo entre risas. —. Por Dios, sólo bromeaba, ni aunque quisiera aprender, ¿Quién en su sano juicio ve algo así junto a su pareja?

—Ah —murmura avanzando con dos cantinas blancas llenas de palomitas, me entrega la mía y se sienta a mi lado. —. Traviesa.

—A mí me gusta veer las películas sentada en el piso —me bajo del sofá. —. ¿Cuál es tu maña?

Se baja del sofá y se sienta a mi lado en el suelo.

—Pues, me gusta andar desnudo —le doy un codazo y un poco de su palomita cae al suelo. —. ¿Qué? Es sólo sin camisa mal pensada —toca mi cabeza con su dedo índice.

—Bueno, yo duermo en interior —confieso.

—Lista para un cazador —me mira divertido. —. A ver, ¿Qué película elegiste? —pregunta tomando el control.

—Perdona si te llamo amor, tú, ¿Cuál tienes en mente?

—Suena interesante, yo pues pensaba en amigos con derechos, me gustan esas películas donde los protagonistas le temen al amor y luego terminan rendidos ante los encantos del amor.

Me quedo totalmente perdida observándolo, es tan cliché esto.

—Eso es muy cliché, ¿Acaso lees?

—Sí—asiente. —. También llegué a escribir varias poesías, cuando tenía entre diecisiete en adelante.

—Debí suponerlo, eres demasiado lindo para ser un hombre común y corriente —sacudo la cabeza levemente. —. Elijamos la película para que pueda terminar de verla —pongo mi plato de palomitas a mi lado y sobo mis manos.




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