Pequeña Mía

Capítulo #20 Un límite de cordura

—Eso no se vale, al menos sabes de que se trata, yo no —me quejo.

—Pero no la he visto —dice jugueteando con mi oreja.

De las palomitas pasamos a los Ruffles, estoy con la cabeza sobre sus piernas con la mirada en la TV, bueno, ambos tenemos la mirada ahí.

—¿Es en serio? —exclamo mirándola al chica molesta. —. Entiendo porque se llama así, prometieron ser amigos —hago comillas con las manos. —. Y que supuestamente no iban a acostarse más, ella debería odiarlo por idiota, se muere por ella, ella sólo quiero cuidar su corazón, recién le rompieron...

Hugo me mete un Ruffles en la boca, e inclina un poco su cabeza, como si quisiera escuchar mejor.

“No más sexo” dice la chica cruzada de brazos.

Presto atención mientras mastico, tomo la bolsa de Ruffles de Hugo y sigo comiendo.

—Va a caer, lo sé, va a caer —murmuro apretando la bolsa debajo de mis manos.

Se besan.

—Lo sabía —exclamo. —. Mucho duró.

Y señores y señoras, una escena de sexo, las otras fueron un poco moderadas, pero ésta, es una escena sin censura.

Me giro de lado hundiendo mi cabeza en su abdomen, con un ojo abierto y otro cerrado miro la pantalla, él mantiene su mano en mi espalda, subiendo y bajando.

—¿Quieres que la cambie? —pregunta.

Niego con la cabeza, giro la cabeza completamente mirando la pantalla.

—Son unos idiotas, ¿Terminan juntos?

—Esperemos que sí —arrastra sus dedos debajo de las hebras de mi cabello masajeando mi cráneo. Si sigue así me dormiré y no terminaré la película.

No ha apartado ni un segundo su vista de la TV, está concentrado, yo estoy aquí con la mente turbada y para colmo estoy empezando a sentir calor.

—Me dormiré si sigues masajeando mi cabeza de esa manera —me despego de su cuerpo y alzo los brazos para atar mi cabello en un moño alborotado. —. Pero me gusta que lo hagas —le doy un casto beso en los labios y me alejo, pero él me toma detrás de la cabeza y vuelve a unir nuestras bocas.

—A mí me gustas tú —ronronea contra mis labios.

Alzo los brazos y los llevo a su cuello profundizando el beso, me aprieta contra él aferrando su agarre a mi cintura, creo que ver esa película nos inspiró, deslizo mis dedos en las hebras de su cabello y los aprieto con fuerza, introduce su lengua en mi boca chocando con la mía, nuestros labios empiezan a danzar a la par, mientras nuestras manos se aferran al lugar que tienen agarrado, doblo la cabeza de lado profundizando un poco más el beso.

Jadeo dentro de su boca sintiendo mi respiración acelerarse, ya me está faltando el aire, pero si fuera por mí, no me detendría aún, muerde mi labio inferior alejándose despacio, sin perder el tiempo, ataca de inmediato mi cuello. Desciendo mis manos de su cabello a su cuello, bajo un poco más y empiezo a desabotonar su camisa blanca.

Me acomodo sobre él, su espalda choca contra el sofá y no nos movemos más por eso. Se inclina hacia mí sin dejar de besar mi cuello y no puedo evitar echar la cabeza hacia atrás, a estas alturas ya mandamos la película al carajo.

Acaricio sus hombros sintiendo la suavidad de su piel morena, sus labios suben a mi barbilla y vuelven a mis labios. Siento algo duro chocar contra mi vientre, casi en mi entre pierna, me froto suavemente sobre él, cerrando los ojos con más fuerza, entre abro los labios gimiendo dentro de su boca, mi piel se siente sensible, casi no siento mi fuerza de voluntad, como si ya no pudiese actuar por mí misma.

—No, no hagas eso —su voz sale ronca.

—¿Por qué? —pregunto abriendo los ojos.

—Tengo un límite de cordura, y la estás cruzando —dice con la respiración agitada.

—Ajá... —digo con la voz melosa, besando su cuello.

—Carmen —dice con la voz más firme. Me alejo para mirarlo a los ojos. —. Yo te amo, y te deseo con la misma intensidad, puedo tomarte aquí mismo, ahora de lo loco que me traes.

Trago grueso, ahora mismo mis mejillas debían de estar calientes como me siento yo.

—Mira como te pusiste —dice con una sonrisa, tocando mi mejilla. —. No nos podemos pasar de toques, no hasta que estés lista. Bueno, si me llegara a pasar yo sólo detenme. Aunque tengo buen auto control.

—¿Y si estoy lista?

—El placer ciega, pequeña, es algo que debes pensar primero, además, cuando estés lista no tendrás ni que decírmelo —explica.

—Pero tu acostumbras tener relaciones con tus novias —digo acariciando detrás de su cabeza.

—Pero yo estoy dispuesto a esperar, hasta el matrimonio si quieres —sonrío.

—Si me llegara a casar, sería con la condición de que no acepto divorcio, es que no me interesa jurar ante alguien que te amo y que quiero estar contigo toda mi vida, es suficiente con que tú lo sepas. ¿Cuántas personas no se han jurado amor eterno y al año se divorcian?

—Casados o no, lo importante es que estemos juntos —como siempre tan lindo y positivo.

—¿Entonces no me vas a tocar?

Oh Carmen. ¿Algo mejor no te pudo salir?

—Limitándome claramente, eres una tortura para mí pequeña —muerde mi labio inferior gentilmente. —. Esto es más de lo que puedo soportar.

—Entonces aguanto más que tú —le digo juguetona.

—Ay pequeña, sino me detengo yo, tú no lo haces, siendo inexperta no sabes como manejarlo, mucho menos detenerte a esas alturas —suelta sus manos a los costados de mis caderas.

Unos gritos nos hacen voltear al mismo tiempo hacia la TV, otra escena, pero ésta vez es más salvaje, Hugo toma el control y lo apaga.

—Creo que ya no nos interesa ver esto.

Inclino mi mano y tomo mi celular sobre la mesita para ver la hora.

—Ya tengo que ir a casa —digo desanimada.

—¿Está todo bien? —pregunta, mirándome con sospecha.

—Sí, ¿Por qué?

—Me parece que no quieres estar en tu casa, y por más que molesta que estuvieras con tus padres, no me parecía así.

—No pasa nada, tranquilo.

No insiste y me lleva a casa, me deja unas cuadras antes, y recién entrando me llega un mensaje suyo, le confirmo que llegué bien y nos damos las buenas noches.




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