Pequeño Jeremy

Capítulo 1

Calliope George

06/Feb

—Tienes que ir más lento, Calliope —me indicó Marco, posando la mano en mi pierna con suavidad. —. No querrás matarnos.

—Si sigues tocándome así, seguramente me distraeré. —dije presionando los labios para no reír, y sin querer, pisé el acelerador.

—¡Santos cielos, frena, frena! —me pidió, angustiado.

Con los nervios a flor de piel, pisé súbitamente el acelerador, lo que causó que la fuerza de la gravedad nos sacudiera con violencia. Yo llevaba puesto el cinturón de seguridad, pero él no, por lo que terminó golpeando su frente contra el tablero del auto.

—¡Dios santo! ¿Estás bien, Marco? —pregunté aterrada, al oír sus quejidos. —. Sabía que esto era una mala idea, ¡no puede ser!

—Estoy bien, Callie —respondió, acariciando la zona afectada. —. Y no, no es una mala idea aprender a conducir.

—Utilizar el servicio de transporte no está tan mal. —comenté, recargándome en el asiento y cruzándome de brazos, mientras hacía pucheros con los labios.

No me habría sentido tan presionada por aprender a conducir, de no ser porque él esperaba que lo lograra antes de que se marchara. En cuatro años de relación ni siquiera se molestó en preguntarme si quería conducir, y ahora, de la nada, me insistía con que aprendiera todo de golpe.

—Bonita, es mejor que aprendas a conducir, te lo aseguro, tendrías el control de tu tiempo —comentó, tomándome del mentón para obligarme a verlo a los ojos. —. No te desanimes, aún tenemos tiempo para esto.

—Un mes —mascullé, intentando no lucir afectada. —. Está bien, me esforzaré por aprender a la perfección antes de que te marches. Pero por ahora terminemos, ¿sí? Tengo una cita ahora.

Tenía que evitar mostrarle mi tristeza, y disimular mi inconformidad, a pesar de que cada vez que estaba a su lado mi corazón gritaba pidiendo porque se quedara, que le suplicara que no se marchara. Pero ya no había vuelta atrás, su vuelo estaba reservado y las personas al otro lado del mundo lo esperaban; si su estudio funcionaba salvaría la vida de muchos niños.

Aun así, yo…

—¿Crees que sería demasiado egoísta si le pido que lo reconsidere? Es decir, son ocho meses, sin posibilidad de cambiar la fecha de regreso. —me quejé, mientras caminaba por los pasillos del apartamento que intentaba vender, hablando por teléfono a través de mis audífonos.

… tenía dudas. Y solo había una persona con quien podía desahogarme.

—Callie… solo sé honesta con él, y dile cómo te sientes al respecto. —me respondió, tranquila, sonando como una terapeuta.

—¿Entonces sí sería muy egoísta pedírselo? —repliqué, resoplando. —. No quiero parecerlo, pero es que estaré sola por ocho meses, sin mi compañero de fiesta. Y, ¡por todos los cielos, Sam! No había pensado en mis necesidades de mujer… ¡Por ocho meses!

Su risa llenó mis oídos, y simplemente no podía entender qué le veía de divertido a mis desgracias.

—Me conoces, Samantha, sabes la clase de vida que llevaba incluso antes de conocer a Marco.

Fiestas, alcohol, y enrollarme con algún atractivo extraño. Sí, aquel era un buen fin de semana para Calliope George.

Podrás resolverlo, Callie —ella rió. —. Amas a Marco, no lo olvides.

—Claro que lo amo, pero ocho meses es mucho tiempo para estar sola —me recargué contra una pared cercana, regalándole una sonrisa amable a la familia que se paseaba viendo el lugar. —. Sam, entre más se acerca el día en que se marcha más me asusto… de verdad.

Todo saldrá bien, ya lo verás —dijo de pronto. —. ¿Verdad, Sahara?

—¡Sí! ¡Hola, madrina! —chilló mi bella ahijada, con aquel dulce tono de voz que la caracterizaba.

—Hola, mi amor —dije con entusiasmo. —. ¿Cómo estás? ¿Cuándo vendrás a visitarme?

—¡Mañana! —respondió con prisa.

—Cielo, mañana tienes clases. —le recordó Samantha.

—¿Entonces pasado mañana?

Comencé a reír enternecida. Decir que adoraba a aquella ternura andante era muy poco. Me encantaba pasar tiempo con ella, y escucharla contarme sus anécdotas del preescolar. Literalmente era la única persona que soportaba escuchar parlotear tanto.

—Disculpe, señorita…

—Oh, sí —respondí rápidamente mientras me erguía. —. Samantha, Sahara, las llamo luego… las amo.

Aquella conversación no había resultado como esperaba; mis miedos y dudas no menguaron. Al contrario, fueron en aumento.

***

06/Mar

La música tecno sonaba alta en aquel lugar que se encontraba en penumbras, apenas iluminado por luces fluorescentes colgadas en las paredes y bases, dejando como simples siluetas a la cantidad exagerada de personas que bailaban sin parar, saltando de un lado a otro como desquiciados.

Y ahí me encontraba en el centro de aquella pista, divirtiéndome de la manera en que más amaba hacerlo.

“¡Callie, Callie, Callie!” Me animaban algunas de las personas con las que casi siempre coincidía en aquel club, y conocían mi pasión por la diversión sin límite, mientras me subía a la barra iluminada por un reflector, con dos botellas de tequila de la marca más cara y, por ende, más fuerte. Alcé ambas manos, gritando con entusiasmo, antes de empinarme las botellas al mismo tiempo, gruñendo al sentir aquel líquido ardiente quemando mi garganta, y, aun así, siendo incapaz de parar.

—¡¡Que siga la fiesta!! —exclamé, a lo que ellos comenzaron a gritar y vitorear.

—¡Seguirá, pero sin nosotros! —escuché su voz por sobre la música, antes de sentir como me sujetaba por la cintura para bajarme de la barra y echarme en su hombro como a un saco de papas.

—No, no, aún no —supliqué, mientras nos alejábamos de la barra, bajo los abucheos del resto de personas, por aguafiestas. —. ¡¿Marco?!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.