Había una vez un cerdito, vivía en una granja con su familia y sus vecinos. Tenía una mamá y un hermano, su padre se había marchado hace tiempo. Como vecinos tenía una familia de pavos, eran 4 pavitos y sus padres; una señora vaca con su ternerito y un caballo viejo.
Cerdito jugaba a revolcarse en un gran charco que tenía para él solo, miraba a su alrededor, a sus vecinos, su hermano en otro charco más grande por su tamaño, su mamá en el corral, los pavos paseando y el caballo descansando luego de una larga vida de trabajo y galopes, la vaca pastando y alimentando a su ternerito.
Los días pasaban y pasaban iguales hasta que un día, algo cambió.
+ "Hermano, ¿Dónde te llevan?" gritaba Cerdito cuando vio a su hermano salir del corral con una soga que tiraba el granjero.
- "Es el ciclo de la vida" le dijo su madre y siguió bebiendo del abrevadero.
+ "¿Qué es el ciclo de la vida, mamá?" preguntó Cerdito con un poco de miedo.
- "Nosotros existimos para alimentar al granjero y a quien él decida alimentar. Lo mismo pasó con tu padre, con otras vacas vecinas, terneros, pavos. Somos tan solo un alimento que crece hasta que es necesario consumirse."
+ "Entonces, donde llevan a mi hermano... ¿Qué hay allí?"
- "Nadie lo sabe, quien fue allí nunca regresó"
El miedo se apoderó de Cerdito, con los días se ponía más tenso y nervioso, a veces no dejaba de comer por la ansiedad que tenía al pensar en su hermano. Pasaba sus días viendo crecer a sus vecinos pavos, el ternero, el caballo cada vez se hacía más viejo.
El primero en irse, el pavo más grande, dejó en su retirada una pluma, esa pluma fue guardada por Cerdito. Cerdito sentía temor e incertidumbre de ser el siguiente.
Al poco tiempo se fue el ternero. Esta vez se podía ver en un granero cerca de los corrales una puerta. Cruzando esa puerta... silencio.
Luego de varios meses llegó el turno de Cerdito, debía irse, debía cruzar esa puerta.
+ "Quisiera volar" - pensó en un momento de resignación al sentir el lazo rodeando su cuello.
+ "Sentir el aire fuerte de las alturas en mi cara, tener alas como las que tienen los pájaros. Pero debo caminar, me obligan, me llevan, me despido, seré alimento y seré hasta este momento lo que soy: Cerdito, alimento para el granjero. Podré ver lo que hay cruzando esa puerta, ahora sin miedo, sin temor, pero con mucha curiosidad."
Llegando a la puerta Cerdito comenzó a relajarse. Parado frente a ella, esperando ver lo que había detrás, el granjero acercó una extraña mesa con ruedas en la que lo recostaron. La puerta comenzó a abrirse y en ese mismo momento... silencio.