En el momento que salgo de mi escondite tras de el árbol mi cuerpo entra en modo combate, enfocándose exclusivamente en los bandidos, ataco al primer bandido que se me cruza y usando el factor sorpresa lo dejo inconsciente con el pomo de la espada, con el siguiente es una lucha frente a frente con solo dos movimientos le hago un corte en el torso y paso al siguiente, los bandidos no están entrenados profesionalmente sus golpes son rudos y van destinados ha hacer el mayor daño posible, poniéndoles en desventaja pues no saben como proteger sus puntos débiles y un espadachín bien entrenado puede aprovechar esta desventaja, pero no por eso está todo ganado , lo que les falta de de habilidad, lo compensan con juego sucio y brutalidad.
Estoy luchando contra dos bandidos a la vez cuando una de flecha lanzada por Pierre se clava en el costado de uno de mis contrincantes, uso la distracción para quitarme al otro de encima, cuando cae al suelo aprovecho el momento para mirar a mi alrededor, el número de bandidos se a reducido bastante.
Las flechas de Pierre son lanzadas desde un punto en la arboleda donde permanece escondido para que los guardias del Laird no lo vean, ya va a ser difícil explicar que hago yo aquí como para tener que explicar que hago con un hombre que no es mi marido sola en un bosque.
Escucho un grito de "Zorra" y me doy la vuelta justo para ver prácticamente encima de mi a un bandido, levanto la espada para defenderme pero antes de que llegue a mi el hombre cae muerto y tras de el se encuentra un tambaleante lobo negro cubierto de sangre.
-Que coño haces aquí McQueen?- su mano se cierra en mi brazo, provocando una un cosquilleo en el brazo en el punto en el que me toca, es el mismo que sentí cuando me toco por primera vez en la ceremonia del Handfasting.
- Salvándote la vida - le digo a la vez que lo empujo a un lado y lanzo una de mis dagas a un bandido que estaba apunto de lanzarnos una flecha- de nada- le digo con una sonrisa burlona, cometo el error de mirarle a los ojos ya que incluso en la oscuridad sus ojos siguen haciendo que no pueda apartar los míos de los suyos y por alguna extraña razón el tampoco deja de mirarme a pesar de la lucha que se está desarrollando a nuestro alrededor.
Rompemos el contacto visual cuando un grito de retirada hace que los bandidos que quedan en pie se alejen de la pelea ,el Laird hace un amago de ir tras ellos, le agarro el brazo negando con la cabeza.
-Estás demasiado débil para luchar, es momento de reponer fuerzas, habrá más días para acabar con ellos- para mi sorpresa hace caso de mis palabras , envaina la espada y llama a sus hombres, que se acercan igual de tambaleantes que su Laird.
-¿Cuantas bajas hay?- pregunta Evander cuando se hay suficentes hombres.
-Niguna mi señor, pero hay heridos y algunos hombres inconscientes.
-alguien sabe como nos han podido drogar los bandidos hemos vigilado el campamenrto de sol a sol y nadie a excepciño de nosotros hemos tocado la comida y bebida
-Solo puede significar que uno de nostros es el que ha drogado nuestra comida- dice el lair y sin darse cuenta sa apoya en mi para mantenerse en pie, falta poco para que todos queden inconscientes.
Los ojos de los guerreros van directos a mi.
- A mi no me miréis, yo acabo de llegar, además si os quisiera muertos me habría metido en la pelea con los bandidos- para ser sincera me ofende un poco que los hombres a los que acabo de defender me acusen de algo así.
-Isolde tiene razón, ella nos ha salvado si nos quisiera muertos no habría arriesgado su vida, tenemos que ver la verdad por mucho que nos duela, hay un traidor entre nosotros - dice sorprendiéndome por segunda vez en la noche ya que no es solo la primera vez que pronuncia mi falso nombre sino que también me esta defendiendo frente a sus hombres.
-¿Que hacemos ahora señor?- pregunta otra vez el guerrero.
-volvamos al castillo- apenas termina de decir la frase cuando sus piernas pierden fuerza y su no fuera por mi agarre y el de sus guerreros que lo sujetan como pueden McNeil habría caído de bruces al suelo.
-Estas exhaustos y drogados, apenas podéis manteneros en pie mucho menos podréis cabalgar, es mejor que descanséis aquí esta noche, yo vigilaré.
Ninguno se mueve de su sitio no confían en mi, seguro que piensan que les rebanaré la garganta mientras duermen o algo parecido.
-Podéis confiar en mi, no acabo me a costado bastante trabajo salvaros como para mataros mientas dormís- digo intentando que vean que no tengo intención alguna de hacerlos daño pero no surte efecto.
-Descansaremos aquí y mañana partiremos al castillo para que atiendan a los heridos- dice el Laird acomodándose en el suelo para dormir, lo que hace que sus hombres sigan su ejemplo.
Apenas unos minutos después caen finalmente inconscientes por el efecto de las drogas, lo que aprovecho para ir tras del árbol donde me espera Pierre.
-Trae mi caballo y luego llévate al niño contigo a la cabaña, iré a buscarte a la herrería cuando volvamos al castillo.
No quiere dejarme pero le insisto ya que es demasiado arriesgado que nos vean juntos.
-Tranquilo estaré bien-le poso mi mano en su hombro- no creo que los bandidos se atrevan a atacar esta noche.
-No solo me preocupan los bandidos, los McNeil te odian.
-Esta noche no creo que sean capaces de acabar con una mosca- digo mirando hacia los hombres dormidos que están desperdigados por el suelo.
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Como predije la noche estuvo tranquila, comprobé a los heridos, até a los bandidos inconscientes para que el Laird y su gente los interrogaran al día siguientes y busque algo de agua en un río cercano.
-Por fin despiertas bello durmiente - digo al lobo negro, él no entenderá la referencia pero sinceramente me es suficiente entenderla yo, además me encanta ver su cara de desconcierto cuando aún esta luchando por abrir los ojos.