Perdida en la oscuridad

Capítulo 1: Perdida en la Oscuridad

POV: Lyra

El frío me atravesaba hasta los huesos mientras corría entre los árboles, tropezando con cada raíz que se cruzaba en mi camino. Mis piernas temblaban tanto por el miedo como por el agotamiento, y el corte en mi brazo izquierdo seguía sangrando a través de la tela desgarrada de mi vestido.

No debería haber venido sola al bosque. Mamá siempre me decía que era demasiado torpe para aventurarme lejos del pueblo, pero tenía que encontrar esas hierbas para la fiebre de mi hermana pequeña. Ahora estaba perdida, herida, y los aullidos que había escuchado hace una hora aún resonaban en mis oídos como una amenaza constante.

Un gemido se escapó de mis labios cuando mi pie se enganchó nuevamente, enviándome al suelo con un golpe seco. El dolor se extendió por mi rodilla, y por un momento solo pude quedarme ahí, respirando entrecortadamente mientras las lágrimas se mezclaban con la tierra en mis mejillas.

"Por favor", susurré al aire nocturno, aunque no sabía a quién le rogaba. "Solo quiero ir a casa."

Los arbustos se movieron a mi izquierda y mi corazón se detuvo. Lentamente, giré la cabeza, esperando ver los ojos amarillos de algún depredador listo para convertirme en su cena. En cambio, vi una sombra que se alzaba entre los árboles, más grande que cualquier hombre normal, con una presencia que hacía que el aire mismo se sintiera más pesado.

"¿Qué tenemos aquí?" La voz era profunda, ronca, con un deje de diversión cruel que me hizo encogerme instintivamente. "Una pequeña humana perdida en mi territorio."

Traté de retroceder arrastrándome por el suelo, pero mi espalda chocó contra el tronco de un árbol. El hombre... o lo que fuera... se acercó lo suficiente para que pudiera ver sus rasgos bajo la luz de la luna. Era hermoso de una manera peligrosa, con cabello oscuro que le caía sobre los hombros y una sonrisa que no llegaba a sus ojos fríos.

"No... no sabía que este era territorio de alguien", logré articular con voz temblorosa. "Solo estoy perdida. Si me pudieras indicar cómo volver al pueblo..."

Se rió, un sonido bajo que me erizó la piel. "¿El pueblo? Pequeña, estás a kilómetros de cualquier asentamiento humano." Se agachó frente a mí, y pude oler algo salvaje en él, como tierra mojada y algo más primitivo. "¿Cómo diablos llegaste hasta aquí?"

"Yo... estaba recolectando hierbas", murmuré, señalando débilmente la canasta volcada a unos metros de distancia. "Para mi hermana. Está enferma y..."

"¿Y decidiste aventurarte en el bosque más peligroso de la región?" Su tono se volvió burlón. "¿Sola? ¿Por la noche?" Se incorporó lentamente, y pude ver la verdadera enormidad de su figura. "O eres muy valiente o muy estúpida."

"Estúpida", admití en un hilo de voz, bajando la mirada. "Definitivamente estúpida."

Esperé que se fuera, que me dejara ahí para que encontrara mi propio camino de vuelta... o que me sirviera de alimento a los lobos que seguramente rondaban por la zona. Pero en lugar de eso, escuché un suspiro de exasperación.

"Levántate", ordenó bruscamente.

"¿Qué?"

"Que te levantes. No puedo dejarte aquí para que mueras de frío o te coman viva. Mi conciencia no me lo permitiría." Aunque sus palabras podrían haber sonado amables, su tono seguía siendo áspero. "Pero no creas que esto me hace feliz."

Traté de ponerme en pie, pero mi rodilla cedió inmediatamente y volví a caer. Esta vez no pude contener un gemido de dolor.

"Por todos los... ¿en serio?" Antes de que pudiera reaccionar, me levantó del suelo como si no pesara nada, sosteniéndome contra su pecho. El calor de su cuerpo contrastaba dramáticamente con el frío de la noche, y por un momento me permití relajarme contra él.

"¿Cómo te llamas?" preguntó mientras comenzaba a caminar.

"Lyra", respondí suavemente, sin atreverme a mirarlo directamente. "¿Y tú?"

"Kael." Su respuesta fue seca, sin elaborar más.

Caminamos en silencio durante lo que parecieron horas. Yo me concentraba en no temblar demasiado, tanto por el frío como por los nervios. Este hombre... Kael... era claramente peligroso. Todo en él gritaba depredador, desde la forma en que se movía hasta la manera en que sus ojos escaneaban constantemente nuestro entorno.

Pero me había salvado. A pesar de su actitud hosca, no me había hecho daño.

"¿Dónde me llevas?" pregunté finalmente, cuando las luces de lo que parecía ser una pequeña aldea aparecieron entre los árboles.

"A mi hogar", respondió simplemente. "Por esta noche. Mañana decidiremos qué hacer contigo."

El pánico se instaló en mi pecho. "¿Qué hacer conmigo? Yo solo quiero volver a casa..."

"Tu casa está a días de camino desde aquí, pequeña humana. Y estás herida." Me miró con una expresión que no logré descifrar. "Además, hay cosas en este bosque que te harían pedazos antes de que llegaras siquiera a la mitad del camino."

Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos. Todo había salido terriblemente mal. Solo había querido ayudar a mi hermana, y ahora estaba a merced de un extraño en un lugar desconocido.

"Oye", su voz se suavizó apenas un poco. "No voy a lastimarte. Pero necesitas curarte esas heridas y descansar. Mañana hablaremos."

Asentí débilmente, sin muchas otras opciones. Mientras nos acercábamos a los edificios, pude ver más figuras moviéndose en las sombras. Hombres y mujeres que parecían tan imponentes como Kael, todos con esa misma presencia salvaje.

"¿Qué es este lugar?" susurré.

Kael me miró con algo parecido a la diversión. "Bienvenida al territorio de la Manada Nocturna, pequeña humana. Trata de no causar problemas."

Y con esas palabras reconfortantes, me llevó hacia lo desconocido, mientras yo trataba de convencerme de que todo saldría bien.

Aunque en el fondo, una parte muy pequeña de mí sabía exactamente dónde estaba.

Y sabía que todo estaba saliendo perfectamente según el plan.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.