Perdido en el Tiempo

Capitulo 1

Las balas pasaban tan cerca que el puro aire sentía que cortaba mi piel, corrí y corrí, pero tenía una gran desventaja, ellos iban a caballo y yo a pie, en cuestión de minutos me alcanzaron, uno de ellos con una cuerda me lazo como si fuese yo un becerro, una vez amarrado y de rodillas al suelo uno de esos hombres se bajó de su caballo, se acercó a mí, se inclinó su sombrero de charro y me pregunto -¿Dónde está zapata?- en ese momento supe que todo era verdad, mi vida había cambiado para siempre y todo por un accidente.

Mientras yo me sumergía en mi duelo interno, sentí como el pie de aquel hombre se incrusto en la boca de mi estómago en tan solo un instante, dejándome sin casi poder respirar. -no lo volveré a repetir dime ¿Dónde está zapata?- casi sin aire lo mire y le dije, -no lo sé, yo solo quiero volver a casa-, Creo que mi respuesta no le gusto ya que mi cara recibió dos cachetadas aquella vez, después, él les ordenó a sus compañeros que me esculcaran, creyó que tendría algún tipo de arma pero lo único que encontraron fue mi navaja multiusos, mi lámpara de bolsillo, un pequeño cuaderno con un lápiz, mi teléfono celular y un boleto de entrada al museo central de la ciudad de México, ellos no tenían ni idea de lo que estaban sacando de mis bolsas hasta que uno vio detenidamente el boleto, comenzando a reír y dándoselo a su jefe, -jefe, mire, es un boleto a un museo que está en el centro del país pero vea la fecha- el jefe agarro el boleto y dijo en voz alta la fecha de mi boleto, -12 de Junio del 2030-, al terminar de leer la fecha, me volvió a golpear la cara, me sujeto del cabello y me dijo aun con más rabia que al principio,-¿acaso crees que estamos jugando?, ¿explícate por qué tienes un boleto de un museo de un año al cual no hemos llegado?- a lo que yo conteste, -es lo que les he tratado de decir y sé que suena sacado de una película de ciencia ficción…- en eso otra cachetada más se impactaba en mi cara, -!deja de decir estupideces¡, y habla claro, que no entendemos nada de lo que dices-, no sabía qué hacer, mi vida había dado un giro de tuerca, se suponía que hoy iba a ser un día normal, tenía miedo, estaba cansado, con hambre, con sed y después de tantos golpes el dolor se había agregado a la lista.

Mi cara ya estaba respondiendo la agresión recibida, mi piel estaba roja, inflamada, uno de mis ojos se había cerrado involuntariamente y tornándose en un color violáceo en consecuencia a la inflamación, producto de aquellas cachetas y golpes, sentía que perdía el conocimiento del dolor, hasta que uno de aquellos hombres grito, -!jefe¡, tenemos que irnos, estamos justo en el camino del ejercito de Díaz, en cualquier momento pueden aparecer-, acto seguido, se subieron a sus caballos y el jefe me levanto, me obligo a subir al caballo pero de manera tal que parecía más bulto que persona, mi cara estaba tan cerca del pelo del caballo que podía yo ser capaz de contar pelo por pelo aquella zona, mientras mis piernas colgaban al otro lado. En cuanto el jefe se montó en su caballo, todos emprendieron galope.

Debí de haberme desmayado porque fue demasiado rápido el tiempo en el que llegamos a nuestro destino, estábamos en una hacienda los niños se amontonaban por montones, juro que escuche a uno decir un chiste sobre mi estado físico, lo que logre ver después fue como sacado de una fotografía de época, una mujer con un niño en la espalda amarrado con un rebozo y en sus manos de la mujer un arma de fuego larga y dos cinturones los cuales estaban repleto de balas para la misma arma, fue algo que no creí ver en persona. Por fin llegamos a el despacho de aquellos charros que buscaban con desesperación a Zapata y aun amarrado me sentaron por la fuerza en una silla de madera bastante incomoda, el jefe estaba al otro lado de un escritorio que parecía hecho de madera de roble importado, el silencio se hizo presente hasta que el jefe de aquella banda de cuatreros hablo -escucha chamaco, la verdad es que no queremos problemas contigo, se ve que solo eres alguien a quien le afecto mucho el calor y está delirando, pero por mucho que estés loco cuando tú apareciste Zapata desapareció, solo se acercó atrás de unas rocas porque oía un ruido raro, lo perdimos de vista, escuchamos una explosión y apareciste tú volando por los aires; Zapata desapareció, el ejército de Díaz está pisándonos los talones y piensas que es gracioso decirnos que tú estabas en un museo en un año y día que aún no ocurren-

-parece de cuento ya lo sé, pero es la verdad, no soy de aquí, no sé lo que le paso a Zapata, esta mañana solo estaba de paseo a un maldito museo porque me lo pidieron en la escuela- eso lo dije llorando, suplicando que me creyeran aunque sea una pisca de lo que me había sucedido, lo cual evidentemente no fue así, ya que no dudaron en golpearme hasta que volví a caer desmayado.

Los días habían pasado, creo que fueron como 5 días los que me mantuvieron cautivo, y todos esos días era la misma rutina, en la mañana a primera hora del día me daban de desayunar, pollo o res a medio coser, café que parecía haber sido hecho con algún calcetín como filtro y pan, sorprendentemente era lo que mejor sabor tenia, después, terminado el desayuno, me ponían a limpiar a sus caballos al terminar, me llevaban de nuevo al despacho para mi eterno interrogatorio donde, si no salía inconsciente de todos los golpes recibidos, salía casi a rastras del dolor intenso en el cuerpo, para terminar el día me ponían a limpiar y atender a toda la tropa, servirles de comer, ayudar a curarles las heridas o incluso limpiar las letrinas, mi sentido del olfato se perdió de tanta estimulación repugnante, debía salir de allí, y buscar una manera de regresar a casa, no podía seguir un segundo más en ese lugar; Tenia que conseguir mis cosas, y escapar.




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