-Un gusto, soy Adriel, Adriel Stroe- se me corta la respiración en cuanto oigo su nombre, esto no está pasando… El… No puede ser él, no puede, cierto? Es decir yo… sin pensarlo más me lanzo a sus brazos, esto me hacía tanta falta, él me hacía tanta falta…
-Jeje, veo que me extrañaste, peque- Es él, mierda es él, Adriel está aquí…
-No, yo… es decir- lo siento- s-si, claro que si, joder, Adri, sácame de aquí, por favor yo…ya no puedo más- sollozo- Ya no quiero, Adri, ya no… ¿por qué yo? Dime, ¿por qué? Qué jodido daño le hice al mundo? Qué puto mal pudo haber causado una niñata de 11 años para recibir apodos como “pitbull” o “ballena”?, para que le causen un daño tan grave que tiene que vivir con pastillas todos los días porque de lo contrario su estabilidad mental se va al carajo?! Ninguno! ¡Ningún mal hizo aquella niña! Su único error fue creer en la ingenuidad de las personas, poner a otros por sobre sí misma-mis mejillas son ahora mares debido a las lágrimas que caen de mis ojos, siempre he sido de aquellas personas que creen que ser vulnerable te hace débil, de hecho, no recuerdo la última vez que lloré frente a alguien, sin embargo ahora lo hago, porque conozco a Adriel, porque pese a ser la primera jodida vez que lo veo en mi vida lo conozco de siempre y él a mí, nunca me juzgó o me hizo sentir menos, así que aquí estoy, llorando en los brazos de un “desconocido” que acaba de cambiar mi mundo- Mi único error fue creer que podía ser suficiente para los demás…
-Ey, princesita ya traje las…- cómo me llamó? Su voz se vio interrumpida en cuanto vio la “íntima” escena entre Adriel y yo
-Ejem… hermanito, como puedes ver, yo ya le traje unas toallas, muchas gracias por tus servicios, pero ella y yo nos vamos de aquí- ese es el Adriel que conozco, capaz de todo por sacarme de apuros, aunque eso incluya separarse de su… espera- dijo hermanito?
-Adri, es tu hermano?
-Lastimosamente- rueda los ojos- peque, el es Asher, mi estúpido hermano mayor
-El estúpido hermano mayor que te cuida las espaldas cuando tú no eres capaz de hacerlo- veo como aprieta la mandibula debido al enojo causado, he de suponer que, por la respuesta de su hermano
-Bueno… chicos, Adri, creo que mejor nos vamos y Asher, un gusto, y nuevamente, mil gracias, te juro que no tengo la más mínima idea de como agradecerte, pero si se te ocurre algo…- tomo un boli, un pedazo de post-it de la pared, anoto mi número y se lo doy- búscame, hasta pronto, Ash.
-¿Qué fue eso?- una vez fuera, Adriel y yo nos dirigimos a la salida por el patio principal-
-Eso? ¿De qué hablas?
-Coqueteabas acaso con mi hermano?- cuestiona sin mirarme a los ojos
-¿Estás celoso acaso de tu hermano?- pregunto con gracia
-Si- qué?
-Cómo dices?
-Tu eres MI amiga- resalta el término posesivo- y mi hermano obviamente me tiene envidia, eres guapa, das buenos consejos y eres graciosa, cualquiera te robaría de mi lado. Tengo que cuidarla princesa, mi círculo social es muy pequeño y usted le otorga nivel y elegancia- guiño- un miembro así no se consigue en todos lados, no cree?
-Jajaja, tienes razón, súbdito, mucha razón, pero tranquilo, que por lo menos por ahora, tu compañía es la única que me interesa- le devuelvo el guiño, no sé si esto sea considerado coqueteo o no, pero Adriel me hace sentir cosas que solo las había sentido en aquellas páginas prohibidas que suelo visitar de vez en cuando. Mi corazón palpita con irregularidad y mi cuerpo suplica por una pausa, necesito hacerme a la idea de que todo esto sí está pasando y no es un juego de mi mente en uno de sus intentos por salir de la realidad que tanto me atormenta.
-No se imagina cuánto me halaga, su alteza, pero ahora, me permitiría llevarla a mi humilde morada? Digo, para no desperdiciar la noche
-¿Es esta acaso una propuesta indecente, mi fiel y atractivo súbdito?- pregunto con picardía
-Solo si así lo desea su alteza- me responde de igual manera
-Me encantaría Adri- digo saliendo del papel- pero con toda la mierda que pasó hoy solo quiero llegar a casa y poder estar sola, necesito pensar, si? Pero ey, qué te parece si nos reunimos nuevamente mañana, es fin de semana y te aseguro que la feria del centro es una de las 7 maravillas de Lichtenberg.
-¿No serían las 7 maravillas del mundo?
-Cuánto se nota que eres foráneo, chico- entrecierro los ojos en su dirección- Lichtenberg podrá tener gente no digna de su grandeza, pero eso no le quita ni una sola de las maravillas que contiene, TU- digo señalandolo con un dedo- necesitas un tour de emergencia por Lichtenberg, tanto por tu salud mental como por la mía, así que no se diga más. Mañana. 8 a.m. en punto en la plaza central. No bultos. No compañía. Y sobre todo, ni se te ocurra dejarme plantada, okey? Puedo ser muy… intensa cuando me enojo, bonito, así que mejor olvídate de cualquier posibilidad de dejarme vestida y alborotada, listo?
-Como diga, mi señora
-Señora? Señorita, Adriel.
-Jajaja, bueno, eso, señorita
-Muy bien dicho, Adri, bueno, nos vemos mañana, va? Descansa
-Hasta mañana, su alteza
Tomo el primer taxi que veo y de camino a casa pienso en todo lo que sucedió hoy; la aparición de Adri, lo de la piscina, que aún es confuso, mis jodidas inseguridades… Pese a la cantidad de veces que he oído referencias acerca de cómo se siente la depresión o cómo debería sentirse, ahora que la vivo en carne propia sé que no todo es como lo pintan en las redes. La depresión no consta de estar llorando día y noche porque sí, porque simplemente se te da la gana de “llamar la atención”, lloramos? sí, muchas veces incluso lo hacemos por la más mínima cosa que nos haya sucedido, pero el trasfondo del llanto no es aquel suceso irrelevante que ocurrió, muchas veces es porque tras esa “torpeza” está un sentimiento de insuficiencia, un sentimiento que te atormenta día y noche, porque, al contrario de lo que muchos dicen, la depresión no es algo que dependa de uno, salir de ella, tal vez, pero el cómo la vivimos… Ojalá fuera como lo dictan los prejuicios de la sociedad, quizá así sería mucho más fácil lidiar con los “fantasmas” del pasado. Recuerdo cada una de las etapas que viví en este proceso, así como recuerdo el punto más bajo al que llegué, guardando un sentimiento de rencor y “odio” hacia todas aquellas personas responsables de que yo estuviese así. Sé que no fue su decisión, sé que no dictaminaron que yo tuviera esta enfermedad. Pero también sé que mientras yo vivía recordando sus humillaciones noche tras noche ellos salían de fiesta, bebían y, no puedo asegurar que tuviesen una vida perfecta, pero definitivamente no vivían lo mismo que yo. Creo que ninguna persona que no sufra de esto tiene el más mínimo derecho de tan siquiera comparar situaciones, porque es muy fácil decir “inténtalo” desde un punto de vista ajeno, cuando solo nosotros somos testigos de las muchas veces que nos hemos mirado al espejo diciendo “tú puedes, vas a salir de esta”, cuando en realidad miles de voces internas nos decían que no habría salvación, que la única salida de todo ese dolor sería la muerte.