Perdón, por elegirte a ti. (libro 1)

CAPÍTULO 5

En las mañanas bien temprano habitualmente la madre de Adler se comunicaba con el encargado de la seguridad de su hijo, de los dos padres ella se impacientaba si no recibía buenas noticias pronto, inclusive ocupada en pleno vuelo hacia España y su agenda llena de compromisos laborales no le impedían averiguar sobre su bienestar. 

—Hola Müller ¿cómo estás?

—Hola mi señora, un gusto escucharla, muy bien cumpliendo con mi deber —expreso animado.

—Le pido que me cuente todo en que circunstancias vive mi hijo ¿se podrá?

—Si señora, verá usted está alojados en un pequeño apartamento de alquiler muy cómodo y respecto al comportamiento de Adler no tengo queja alguna, haces sus deberes, socializa a la perfección.

—¿Qué hay del transporte?

—Le confieso que hacemos uso del transporte público taxi para ser específico es seguro y confiable —se le hizo un nudo en la garganta temía por su reacción.

Se hizo un eterno silencio para él, a su lado el jovencito prestaba atención al diálogo entre este y su mamá.

—Te ordeno que compres o alquiles un auto si te falta dinero me avisas no es aceptable se arriesgan entiendes, le imploro que no permita que vaya solo a ninguna parte y carga contigo el revolver que te dio mi esposo hablamos luego. 

Lo miro con cara de asombrado a Müller ¿un arma? Como es posible que se atreva a solicitarle que lo cargara para él eso cruzaba los límites de lo permitido.

—Iremos por un auto ponte tu chaqueta y no reniegue joven, órdenes son órdenes —argumento.

Fueron a una consecionaría de autos los dos estuvieron de acuerdo en comprar uno de segunda.

—Dime que me enseñaras a manejarlo —tocando el volante—. Quiero aprender a conducir.

—A su debido momento y tengo que estar autorizado de tus padres osea mis jefes —encendiendo el carro.

Él iba de copiloto con su cinturón de seguridad charlando de cuál era su opinión de la ciudad.

Al otro lado del mundo en Alemania su padre asistió a una junta con su comité ejecutivo debatiendo las comunes cuestiones que ameritaban su visto bueno, le entro una llamada excusándose con los presentes su esposa le comento más bien recomendó de vez en cuando hablar con su hijo y que tenía la tranquilidad sobre su protección. Al salir de la sala de reuniones uno de estos ejecutivos le manifestó que el gremio anhelaba que su único dependiente asumiera las riendas de la farmacéutica, reconocida en varios países por su excelencia y servicio, le prometió de que así seria.

Aquella tarde llovía fuertemente Litzy no paraba de transcribir en su escritorio un ensayo para entregar la próxima clase, agarro su celular vio la hora, ya oscurecía dejo de escribir y tecleo relaciones toxicas en el buscador arrojando diversas opciones dio clic en una, por su mente concebía el romper con tod se hartó de su superficialidad llevaban año y medio de noviazgo, suficiente para tomar la iniciativa y sacarlo de su vida se imaginó a sus amigas felicitándola por tener agallas para hacerlo.  Poso su cabeza encima del escritorio y se cubrió con sus brazos para desahogarse la tristeza la invadió, cortar por lo sano la mejor alternativa porque el amor verdadero es esquivo con ella, lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

La señora Thompson llamaba a todos para cenar lesly bajo sin demora, la familia cenaba no pronuncio ni una palabra fingiendo estar bien ocultaba sus emociones con ellos, reservaba los peores momentos, su hermana presentía que no estaba bien como un sexto sentido de gemela.

—¿Qué tienes? —susurro lesly sin que su madre la oyera.

—¿Por qué preguntas? No tengo nada —respondió evasivamente.

—Cuentas conmigo para lo que sea —incorporándose para tomar el jugo y seguir comiendo.

Callada más de lo normal mirada ausente ceno con celeridad, el señor Thompson noto la actitud irregular de una de sus hijas.

Jugaba el equipo de futbol americano de la universidad contra los visitantes, ingreso al estadio un centenar de espectadores se veían en las gradas, se dispuso a permanecer a un lado de la cancha su presumido novio no la vio, tal vez estaba tan centrado para ignorarla, iban ganando en el último tiempo.

—Hola, mi bebe —la abrazo y beso.

—Quería que habláramos a solas —indico—. Ve y báñate te espero en el sitio de siempre.

—Okay, como gustes mi amor —mandando besos mientras se alejaba rumbo al camerino.

De vuelta el parecía no tener la más remota idea el motivo de que ella quisiera verlo, por la pésima imagen que dejo a sus amigas, cada que intentaba mencionar el asunto este la persuadía tan alegre y prepotente enfrentaba la realidad.

—Cállate y déjame hablar —respiro hondo—. Sé que hemos estado juntos por un año y medio eso no significa que seamos el uno para el otro —finalizo con desazón.

—¿Qué? —alterándose al oírla—. ¿por qué? Si tu razón es por el altercado del centro comercial no es válida para romper, litzy yo te amo —acaricio su rostro.

Le retiro su mano determinada a no consentir más una relación mal sana, se le arrodilló siendo melodramático cosa que le enfadaba.

—Dame otra oportunidad mejoraré, si me dejas no podre jugar estupendo y a ti tampoco te conviene — puso una cara de lástima para manipularla.

En el fondo guardaba sentimientos por él, de la noche a la mañana no se borra a una persona querida del corazón, menos si lo seguiría viendo por estudiar en la misma institución se sintió contra la espada y la pared en una lucha entre el corazón y la razón, prevaleció en ella lo sentimental, decidió perseverar en su relación, la beso y prometió que se fortalecería su unión y un montón de cursilerías. Era un viernes al medio dia y tocaban el timbre abriendo la puerta Adler se le hizo raro la insólita visita de Chris, no venía solo él al otro lado de la calle su madre los observaba.

—¿Qué sucede aquí? —frunció el ceño al evaluar la particular escena.




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