Perdón, por elegirte a ti. (libro 1)

CAPÍTULO 7

En una confitería aledaña el chico de acento foráneo elegía entre los montones de chocolates dependiendo de su marca o país de procedencia, Müller que a su edad y complexión robusta lo asesoraba aun cuando esto violaba la regla número uno dictada por la señora waltmannhausen convirtiéndose en un encubridor.

—Hay tanta variedad que me es imposible escoger.

—Que le parece este chocolate, y es alemán —le da una caja de chocolate con un logo caracteristico en alemania.

—¡Increíble! que existan en norteamérica —dice fascinado ante el descubrimiento.

Al estar desprevenidos no percataron la presencia de Chris que fácilmente los distinguió en cuclillas se avecinó en medio de las estanterías tomándolos por sorpresa.

—Niño, me va a matar de un infarto acaso no te han dicho que es de mala educación —lo reprendió discretamente ¿ qué se te ofrece?

—¿Eh yo? solo comprar chocolates —intimidado por el reclamo.

—¡Aja! no me digas que también consumes golosinas altas en azúcar —comento Adler con humor.

—Con su debido permiso señor Müller —haciendo un saludo llevándose la mano izquierda a la sien—, justo quería manifestarle que el de la idea fui yo y le pido disculpas, pero no impida que sigamos siendo amigos.

Confirmando que la amistad de este par era irrompible, que concedió conservar su excepcional compañerismo.

En el aula de clases se captaba una densa atmosfera unos repasaban sus anotaciones y otros chismorreaban a causa de la prueba final, para ella le resultaba fácil y descomplicada en su caso se impuso por días comer libro. Se sentó al margen de sus amigas pretendía centrarse en responder acertadamente y huir de la sociedad, tenía su corazón en pedazos acallaba las ganas de gritarle a medio mundo su infortunio. Abby y las otras chicas se miraron entre sí como que vaticinaban lo acontecido, en cuestión de minutos contesto el cuestionario retirándose a su casa aparentando control sobre sí misma, por coincidencia o no a la orilla de la calle Adler y Chris se repartían los chocolates.

—¿Es Litzy quien va allá? —pregunto adler.

—Si, esa misma, y por su expresión le fue pésimo seguro son los tales exámenes —especulo su amigo.

—Pienso que está sobrellevando un mal episodio en su vida —se sintió impotente al verla.

Era una tarde calurosa y Chris lo motivo a ir por un trozo de pastel y un expresó de chocolate ni se imaginaba que ahí estaría la bonita pelirroja en una de las mesas leyendo y comiendo pastel, no le quitaba la mirada le gustaba verla sin que ella lo notara, se llenó de valentía para hablarle.

—Hola señorita Thompson ¿cómo te va?

—¿Qué quieres? —sin dejar de leer con una expresión de fastidio.

—¿Por qué me respondes de esa manera? ¿yo que te hice? —replico.

Chris le estira la manga de su suéter y él se niega.

—¿Qué haces? —balbuceo chris—. vámonos al parque.

—Te desquitas con los demás por tus desgracias —meneando la cabeza—. Siga en lo suyo, señorita.

—Mira niño a lo que me importas tú, un simple desconocido —retomando su lectura.

Lo observo desaparecer en las siguientes calles, marca la página leída un libro de aprendizaje de español, en poco tiempo asistiría a un curso extenso para aprender el idioma dentro de sus metas incluía dominarlo y así tener la posibilidad de trabajar en un canal de televisión hispanohablante reconocida, soñaba con ser una de las mejores periodistas de su país. Durante su andar iban callados Chris comía su porción de pastel con chispas de colores ni siquiera al parque fueron como lo tenían pensado, pensativo y desanimado por la intransigencia de ella, no bastaron para desencantarlo en efecto resolvió retorna a casa sin confesarle el porqué de su decisión.

Su cuidador presentía que algo no andaba bien con él, pregunto por su temprana llegada lo habitual era que regresara por la noche, no le dijo nada esto supuso que en realidad algo o alguien influyo en su estado de ánimo, no quiso intervenir en su vida personal. Horas más tarde lo llama chris.

—Te voy a contar un secreto —le declaro con voz misteriosa.

—Ahora que me dirás que habrá otro super evento —contesto abatido.

—Te siento descontento lo mejor es no relatarte nada.

—Haber cuéntame porque tanta inclinación a que sepa —pronuncio desinteresado.

—Espíe a Josh hablaba por teléfono con Litzy por lo que profería es que ella terminó con su novio con tod.

Al descubrir la causa de su conducta se compadeció de ella y lo que experimentaba en esas circunstancias, el prefería mil veces que estuviera con ese tipo a que padeciera de un mal querer.

—Me da pena por ella, ojalá superé esa separación.

Soltó su celular y tumbado en la alfombra de su alcoba la visualizaba triste en definitivo anhelaba estar consolándola. A unos metros de distancia lloraba a ríos sin parar entorno a su rompimiento con el que consideraba el amor de su vida, cada noche se repetía la misma secuencia provocándole un insomnio severo, recayó en una depresión sus padres temían por su salud física y emocional, Lesly le comento el hecho a sus amigas de que ella no asistiría a clases indefinidamente por recomendación de la psicóloga. Constantemente abby acudía para entregarle las guías o temas de estudio para que no se atrasara, lo único que no descuido fue su carrera su motor de arranque.

—¿Crees poder retornar a la universidad?

—Quisiera, depende del dictamen de la terapeuta —cabizbaja estaba claro que añoraba ir a estudiar.

—No te desanimes no esta sola nos tienes a nosotras confía que saldrás de esta problemática.

Abby era sensible cuando se trataba de un ser querido o muy allegado, los padres de esta radicaban en little rock, se ganó una beca para estudiar en nueva york por tal motivo se vino a vivir a la gran manzana, en sus aspiraciones enfilaba la lista el regresar a su ciudad natal.

—¿Estás arrepentida de dejar a tod? —interrogándola—. Es un sujeto despreciable.




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