Perdón, por elegirte a ti. (libro 1)

CAPÍTULO 10

Toca la manija de la puerta en dos ocasiones saliendo a su encuentro una mujer adulta de rostro amable en bata de dormir, debido a que eran cerca de las 10:00 pm.

—Buenas noches, discúlpeme la molestia señora ¿podria decirme si ha venido hasta aquí un chico como de mi edad o menos? está extraviado, no ha vuelto a casa —le expuso su fotografía al sacarla de su mochila.

—¿Me permites un momento? —cerrado la puerta.

Müller desde una distancia reducida lo vigilaba, el clima daba una sensación de baja temperatura más que en nueva york por esas fechas. De vuelta la dueña de la casa abrió a excepción de que trajo a su esposo y este con los ojos entrecerrados seguramente adormecido.

—Dile al jovencito si es o no el niño que vino hace rato y que atendiste —le instigo a su marido de forma mandona.

—A ver la foto —con voz somnolienta—. ¡Qué barbaridad! ¡Si es el mismo! Pobre niño afirmaba que su padre vivía acá, querida me iré a acostar —adentrándose en la vivienda.

—Les agradezco mucho su colaboración.

—De nada, me apena no poderte ser de más ayuda y abrígate bien o contraerás un resfriado.

—Si señora, lo tendré en cuenta.

Ellos no pudieron decirle más información o pistas de que calle tomo, eso no significaba haber perdido el tiempo en un arduo rastreo, avanzaron demasiadas calles deteniéndose en la estación de autobuses, Adler considero en proseguir comprobó que las paradas se hacían cada ciertas horas basándose en que es una ciudad no tan grande, reconstruyo en su mente la idea más factible de que haría él. Cuando iba a retomar su seguimiento oyó una voz inconfundible para él, sin demora corrieron acelerados de donde emanaba su clamor aterrado, convergiendo en el acto Chris contra la pared y un sujeto con una media velada puesta sobre su cabeza un ladrón de poca monta, lo amedrentaba con una navaja, él quería socorrerlo Müller lo freno encargándose de la situación.

—¡Retire esa navaja del niño! Usted no quiere verse implicado en un delito grave —induciéndolo a bajar el arma corto punzante.

—¡Lárguense malditos! o les ira peor a ustedes —vocifero con una incontenible ira.

Analizo el procedimiento correcto para acabar con este embrollo sin que fuera herido el muchacho ni ellos y principalmente su misión Adler, si luchaba con este tipo lo apuñalaría y no haría esa torpeza de dejarlo desprotegido, sería el único responsable de la fatalidad. Determino sacar su arma calibré 45 y apuntándole no titubearía en dispararle.

—Suéltelo o se muere aquí mismo si es tan astuto hará lo apropiado y tengo la mira en su cabeza.

Soltándolo al haberlo escuchado amenazante a lo que su amigo se apresuró a refugiarse en ellos.

—¡Te salvaste gusano fueras sido mi víctima de esta noche! —escapando por el otro lado del callejón a toda prisa.

—¿Estás bien Chris? —cerciorándose que no estuviera herido— casi que no doy contigo tu mamá está muy afectada hiciste mal en venir.

—Mi objetivo era ver a mi papá, sé que es una tontería lo que digo y que eso me llevo a arriesgarme —le dijo con los ojos lagrimosos.

—Le daré la buena nueva a la señora Jones estará dichosa —menciono Müller marcando en su teléfono el número telefónico de ella.

Se dieron un abrazo como dos amigos que se conocen de años, caminaron en las desoladas avenidas para tomar el próximo tren, era afortunado al tenerlo como un ángel guardián que le fue puesto en su existir, si no le hubiera hablado en aquel almacén lo más seguro es que ya estaría muerto a manos de un forajido. Al día siguiente se presentó Litzy a su entrevista, nerviosa ante la falta de experiencia confió que no le negarían el empleo en un almacén de cadena, ya que de más chica se encargaba de organizar y hacer las cuentas sobre la cantidad de mercancía que entraba y salía del pequeño negocio de uno de sus tíos, era como un trabajo en vacaciones de la preparatoria. Al entrevistarla con su facilidad y retorica al hablar fue algo a su favor, un empujón que no solo le simplifico sino también la faculto para obtener el cargo de impulsadora, conforme evaluarían su desempeño a lo largo de los días sucesivos, se le midió al inesperado ofrecimiento. Llego a casa y se proyectó una meta a corto plazo ser una de las mejores impulsadoras dando un eficaz resultado para poder conservar el empleo.

 —¿Te dieron el empleo? —pregunta lesly con expectación.

—¡Por supuesto que si! —tomándola de las manos muy contenta.

—Yo sabía que lo lograrías hermanita —abrazándola—. Siempre has sido la más guerrera de las dos.

—Me entregaron mi uniforme inapropiado para mi gusto, pero trabajo es trabajo, no puedo darme el placer de rechazarlo ¡que alivio! Usaré zapatos de tacón bajo — sacando de la bolsa la ropa que utilizaría.

Antes de que su hermana se fuera de su cuarto quiso preguntarle si Adler había venido no obstante escogió no interrogarla, cuyo acto la harían caer en una posición indeseable. En poco tiempo regresaría a clases eso le satisfacía invertirle esfuerzo y consagración a su todo, su carrera profesional. El resto de día lo ocuparía en ensayar como se pararía, atendería a los clientes entre otras cosas, caía la noche y perdía la fe de que Adler viniera a su casa, concisamente la señora Thompson le avisa de su llegada se medió pone los tenis sin amarrarlos, bajando las escaleras en detenimiento, allí sentado recibiendo de su misma madre chocolate caliente de la cena, tan pronto como la ve se levanta dejando la taza de chocolate en la mesa de estar.

—¡Hola! Lamento venir algo tarde —dijo apenado.

—No hay problema, aparte tengo una buena noticia que darte —juntando las yemas de los dedos—. ¡Me dieron el trabajo! Bueno otro muy diverso.

—¿Diverso? ¿Por qué lo dices? —levantando una ceja.

—Ven siéntate, a lo que me refiero es que haré otra función contraria a la que considere hacer, seré una impulsadora de productos alimenticios —le anuncia con satisfacción.




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