Perdón, por elegirte a ti. (libro 1)

CAPÍTULO 11

Recién se despertaba en el tiempo que resonaba su celular que estaba en la mesita de noche junto a su cama, se estiró para cogerlo se desvaneció su calma al tutear que era su padre se le advino mil cosas a su pensamiento, este no habituaba a llamarlo si no valía la pena.

—Hola papá —con un tono de voz inaudible.

—¡Respondeme! ¿que hacias? —elevando la voz a tal punto de inhalar y exhalar despaciosamente.

—Fui a dar una vuelta —dice nada convincente.

—¿Por qué no cargas tu teléfono? ¿Te estorba o que? esa es una de mis órdenes continuamente infringes las normas y haces lo que te viene en gana jovencito.

Enfurruñado completamente al tope de querer traérselo e internarlo en uno de esos colegios estrictos en que el encierro sería su partidario, le advierte que si reincidía lo lamentaría.

—¡No! Te lo suplico volveré en unas cuantas semanas siempre he hecho lo que has querido.

—que sea la última indisciplina que cometes después le delegaré ciertas facultades a Müller sobre ti.

Cortando la llamada aquel anuncio le produjo alarma, sabía a cabalidad su temperamento y autodeterminación desde ahora no le daría argumentos para reprenderlo, la hora en su reloj lo sacudió de su distracción tenía que estudiar los talleres remitidos de su instituto o pesadilla, como le llamaba en secreto. Se duchó ligero y se zampó la jarra de leche y unas tostadas, pronosticaba acabar antes de las 2:00 pm había quedado de ir con la linda chica de cabello cobrizo.

—Hola, joven Adler ¿como amaneció? —bajando la caja pesada que traía.

—Bien, amenazado pero viviendo —escribía en su cuaderno grande argollado.

—¿Amenazado? ¿Por qué lo dice? —riendo al causarle humor su comentario—. A ver como le hago entender que su padre solo busca convertirlo en una versión mejorada de él.

—Me inclino más a la ciencia que a las finanzas —declaro con firmeza—. ¿Y qué trajiste en esa caja?

—Un nuevo calentador de agua el que esta se ve en un estado precario, lo instalaré ¿se le ofrece algo?

—No, gracias Müller.

Nada más finalizo los cuestionarios cerro su laptop y sin demora se cambió de ropa, le dilucido que haría y donde estaría como precaución por si desconfiaba eso si lo engaño variando en precisar con que persona.En la casa de los Thompson, Litzy se maquillaba y colocaba en su cabello holgado ganchitos diminutos con figuras de mariposas, se observó por unos instantes el uniforme preponderaba su figura, Adler le maravillo lo espectacular que se veía.

—¿Qué tanto ves? —le interrogó mientras se peinaba.

—A ti ¿estas lista? 

Permaneció un lado de la puerta de su habitación, por un largo rato.

—¿Cómo me veo? —le preguntó al abrocharse la bocamanga de su camisa.

—Estás presentable —reprimiendo forsozamente,  articularlas palabras lo que en realidad quería decirle era que estaba hermosa.

—Te creeré —agarrando su bolso con tiras largas, colgándoselo de lado.

Platicaban con amenidad y esporádicamente en la misma vía trotaba con los audífonos en los oídos Daphne, quien los atajo inesperadamente.

—¡Hola amiga! De veras que saliste de tu confinamiento, y ¡hola Adler! Vaya vaya que es lo que estoy presenciando —desconcertada a tal primicia.

—Somos amigos actualmente y no tenía idea que te ejercitabas tardíamente.

—Tú comprendes que abomino el solo considerar mañanear tampoco es que sea dañino ejercitarme a esta hora —destapando el envase de agua al estar sedienta.

Esta joven era presuntuosa físicamente esbelta diariamente se cercioraba de que su peso fuera adecuado, y un calificativo de belleza resultado de su melena abundante ondulada, rara ocasión se lo trenzaba o recogía por su largura.

—Dime ¿se te dificulta correr entre tanto gentío? —le ahonda Adler con una pose cruzando los brazos.

—Claro que no, soy una atleta con un historial ejemplar —vanagloriándose— .¡No puede ser estas trabajando! —al percatarse de su vestimenta.

—es una nueva etapa para mi, me siento plena teniendo un empleo —sonriendole al adolescente que estab a su lado.

—abandonaras tu carrera universitaria ¿verdad? —observaba su cronometro digital que llevaba en su sudadera.

—Mi carrera seguirá es vital para mí, Daphne te cuento luego en menos de 30 minutos comienza mi turno, nos vemos en la universidad.

—Okay, adiós Litzy —reanudando su actividad fisica.

No precisaron del metro ni de ningún medio de transporte, a escaso intervalo le quedaba su sitio de trabajo. Antes de ella irse dispuesta a laborar, extrajo de su bolso su carnet de identificación mostrandoselo, ya que debía llevarlo a todas partes, miro fijamente le conmociono darse cuenta de que su diferencia de edad era de solo de unos pocos años, su cumpleaños es a finales de enero introduciendo esos datos en su memoria. Se retardó al llegar a casa de Chris que jugaba tetris en un rincón de su cuarto desordenado, era indudable el hecho de que no limpiaba recientemente, la causalidad podría deberse a la tremenda decepción sufrida días remotos a lo cual le dio su espacio. Una discordia con su madre origino aquel mal episodio, por esconderle que su padre tenía otra familia e hijos y que fue a vivir a otro estado. Destrozado con el bombazo hubo una transformación nada afable se volvió taciturno, impasible todo lo contrario a su procedente personalidad a él esa tesitura lo abrumo, estimaba conseguir que recompusiera la deteriorada relación que sostenía con la mamá. Un campo inexplorado para sí mismo por no padecer la decidía de alguno de los papas, contaba con la fortuna de tenerlos a ambos.

—¿cómo has estado estos últimos días? —acercándose a él con cautela.

—No quiero que me digas que modifique mi comportamiento —manifesto lleno de rabia.

Eso no lo acobardo en su tentativa de convencerlo de retractarse de su desacato y a no respetar a la única persona que lo aceptaba tal cual, con sus defectos y virtudes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.