Perdón, por elegirte a ti. (libro 1)

CAPÍTULO 18

En el centro comercial miles de personas frecuentaban el lugar era común que chicos y chicas se dieran cita ahí, justo en el parqueadero su guardaespaldas le daba sugerencias, este mosqueado de todo. Asimilando que se trataba de una salida ocasional permitió que su protegido acudiera a dicho encuentro, estipulo que él se mantendría a unos metros de distancia. La frívola jovencita se presentó puntual a la inmensa galería comercial miraba en diferentes direcciones previendo que en cualquier momento aparecería, tenía pensado llevárselo a la azotea donde normalmente las parejas iban cuando querían privacidad. Al acercarse Adler se percató de quien lo esperaba la reconoció enseguida, se detuvo por un instante tal vez suponía cosas sin antes saber el motivo. Se dirigió a Francisca confiado y está lo agasajo empalagosamente de inmediato le pregunta por Litzy, a lo que ella cínicamente inventa una mentira para que cayera en su farsa.

—Ya te dije bebe que estará aquí en unos minutos ¡vamos a la terraza! —lo tomo del brazo descaradamente.

Le disgusto su atrevimiento dándose privilegios que no le correspondían, decidió seguirle la corriente eso si conservando el espacio personal de cada uno. En el interior del ascensor intento conversar aun así ella se le insinuó sutilmente despojándose la chaqueta y jugando con su cabello.

—Hace fresco ¿por qué te la quitaste? —fijando su mirada hacia un rincón del elevador.

—¿En serio? Pues a mí si me dio bochorno bebe.

—Puedes llamarme por mi nombre aparte esa palabra suena tan cursi —notando su fastidio al decírselo.

—¡Bueno tranquilo! —sonriendo para sí misma había logrado ponerlo nervioso.

Finalmente, salen al último piso a donde se situaba un restaurante que ocupaba gran dimensión y el restante se utilizaba como un mirador para apreciar la ciudad de nueva york. De pie ambos tenían la vista puesta en ese espectacular imagen, vio su reloj y comenzó su agitación. Los que permanecían a escasos centímetros de ellos eran los empleados del negocio de comida limpiando las mesas dejándolas impecables. En un santiamen, los dos se hallaron solos a Francisca esto le cayó de perlas debía entrar en acción de manera que se le aproxima rodeándolo con sus brazos de manera sugestiva alrededor de su cuello, presto a vaticinar lo que pretendía hacer se desliga de ella tomándola por las muñecas, sintió una rabia advirtiendo de su falsedad.

—Eres una embustera con un corazón podrido —espeto soltándola enfadado a tal repugnante conducta.

—¿Cómo puedes pensar eso de mí? ¡Yo te amo! Me gustas esa es la verdad.

—Pero, yo a ti no ¿lo entiendes? retrorcede para marcharse lo que no comprendía el porqué llegar a ese extremo y ser tan vil.

—Ya sé cuál es la mendiga realidad escondida en una amistad —bramo enardecida carcomiéndole su rechazo.

Regresa y la confronta consciente que lo dicho por Francisca era real había pillado todo lo relacionado con su escondido sentimiento.

—¿Qué es lo que sabes? ¡dilo de una vez por todas!

—Que te gusta una chica mucho mayor que tú eso es aberrante ¿qué le viste a mi prima? es una tonta nada agraciada.

Un silencio repentino y corto se hizo en medio de ellos. En un impulso por huir de la situación tan desagradable para ella se echa acorrer al ascensor, él se antepone no permitiéndole que se vaya.

—¡Tú eres una cobarde eso si es horrible! —la increpo con repulsión.

—Vas a pagar por haberme hecho este repudio sufrirás Adler me vengaré ¡lo juro! ¡Ahora apártate!

—La maldad que vive dentro de ti, te destruirá —sentencio Adler, llenandose de desprecio hacia ella.

No se arrepiente de haber dañado su plan así tuviera que cargar con las consecuencias, estaba claro que aquella jovencita envidiaba a su mismo parentesco. Müller lo ve con un semblante descompuesto intento averiguar que sucedió arriba fracasando, se desplazaron al aparcamiento Adler alargo el paso se percibía su disgusto primer vez que atisbo en el joven emociones negativas. A casi unas calles de la casa de litzy esta aprieta fuertemente la parte superior de su brazo izquierdo ocasionándose un enrojecimiento, luego con un cutter que traía en su bolso sesga su blusa a la altura de su pecho, en una desesperada intención de dar credibilidad a su falacia. Litzy oye que abajo alguien habla alteradamente a lo que baja sin imaginar lo que acaecía, también Lesly hace lo mismo. Observo detenidamente a Francisca y le pide una explicación.

—Ese muchachito amigo tuyo trato de abusar de mi hija —respondió la madre en lugar de ella.

—No, no esto debe ser un malentendido Adler no haría eso.

Respira profundo se le hace imposible creer tal canallada hirviendo su sangre y negándose a afirmar la vejación que fue víctima su adorada primita.

—Eso no es cierto Litzy tú has comprobado todo este tiempo quien es él, es un buen chico —menciona Lesly pretendiendo que razonara.

—¡Mira a mi hija! El es culpable —grita su tía Brandie.

Compulsivamente y frenética se va a buscarlo y encáralo su gemela se precipitó detrás de ella, tratando de apaciguarla, pero sus palabras no hacen efecto en su hermana.

El jovencito que aguardaba en la entrada del edificio de apartamentos a que Müller aparcara el auto, se gira y se da cuenta de que la pelirroja se avecina la expresión en su cara ya se lo decía todo.

—¡Oye desgraciado! Como fuiste capaz de hacerle eso a Francisca, para mí eras diferente.

Ella está conmocionada tanto que las lágrimas se le salen de la ira en el momento que lo enfrenta.

—Yo no hice nada —la tristeza se refleja en su rostro—. Tu prima...

—¡Cállate! —se le acercó para cachetearlo.

Lely la somete impidiendo que lo haga, y él le da indicaciones a Müller con el dedo indice que no intervenga.

—Cálmate si lo golpeas te meterás en problemas es un menor de edad.

—Me importa un bledo, suéltame.

—Lo haré, te soltaré si sé que no le pegaras.




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